por Daniel Gutman
BUENOS AIRES, 23
nov 2018 (IPS) - Solo 18 por ciento de la población de América
Latina y el Caribe vive en zonas rurales, pero estas son, cada vez
más, fábricas de pobreza, en una alarmante realidad que en buena
parte la determina el cambio climático.
Relatos de
sequías extremas seguidos de fenomenales inundaciones que
prácticamente destruyen cosechas enteras y sacuden la paz social
abundaron durante la primera Semana de la Alimentación y la Agricultura de la región, realizada en esta capital argentina.
Los más de 1.000
funcionarios, expertos y representantes de la sociedad civil
participantes en el encuentro coincidieron en que la caída de los
rendimientos agrícolas y la migración desde el campo, son
consecuencias ya visibles del calentamiento planetario.
“Este año
tuvimos una sequía bien prolongada que destruyó cerca de 80 por
ciento de los granos básicos de los agricultores de subsistencia y
dos meses después vimos tremendas inundaciones que afectaron 23.000
hectáreas en el sur del país”, dijo a IPS el viceministro de
Agricultura de Honduras, José Alberto Benítez.
“Somos el país
más afectado en el mundo por el cambio climático. Y, cuando vemos
que miles de jóvenes hondureños han iniciado caravanas de migración
hacia México o Estados Unidos, se debe en buena medida a que es cada
vez más difícil que les resulte interesante seguir en áreas
rurales”, agregó.
Hay 59 millones
de personas pobres en el campo, de acuerdo al Panorama de la Pobreza Rural en América Latina y el Caribe, que fue presentado durante esta
Semana por la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO), que organizó la actividad
junto al gobierno argentino.
Esta cifra marca
un retroceso histórico, porque entre 1990 y 2014 la pobreza rural en
la región había caído de afectar a 65 por ciento de la población
a 46.
Sin embargo,
desde 2014 hasta 2016 aumentó más de dos puntos y hoy afecta a 48,6
por ciento. De esa proporción, 22,5 por ciento vive en la pobreza
extrema.
Julio Berdegué,
representante regional de la FAO, afirmó a IPS que “no hay ningún
país que se esté salvando del impacto del cambio climático en la
producción de alimentos.
“En el sur,
Argentina tuvo este año la peor sequía de los últimos 50 años,
cuando el año anterior se habían perdido cosechas por inundaciones.
Y en el Caribe, la agricultura completa de Dominica desapareció del
mapa en 2017 por huracanes devastadores”, detalló.
El alto
funcionario regional alertó sobre que “prepararnos o medio
prepararnos para el cambio climático requiere cientos de billones de
dólares. América Latina y el Caribe no van a poder financiar esto
por sí mismas”.
“Necesitamos
financiamiento internacional, pero tampoco es suficiente la ayuda
oficial, de gobierno a gobierno. Necesitamos muchísima inversión
privada, en energías renovables, en nuevas formas de infraestructura
o en sistemas agrícolas resilientes”, advirtió Berdegué.
El Panorama de la
FAO revela que los trabajadores rurales de América Latina ganan
menos de la mitad de los urbanos. El ingreso promedio de los
primeros, en 2015, era de 363 dólares anuales, contra 804 de quienes
desarrollan actividad en las ciudades.
La consecuencia
es que muchos huyen de la asfixiante realidad rural. Un 76 por ciento
de quienes abandonan sus lugares de origen dejan atrás municipios
rurales en Honduras. La proporción alcanza a 70 por ciento en El
Salvador y a 61 por ciento en Guatemala.
Lina Pohl,
ministra de Medio Ambiente y Recursos Naturales de El Salvador,
advirtió que si no se encuentran los caminos para aumentar los
rendimientos agrícolas, el futuro traerá mayores precios, más
hambre y una explosión de la conflictividad social.
En ese sentido,
dijo que “cada país debe encontrar su propio camino, porque no ha
habido éxito en la transferencia de tecnologías y tampoco se ha
abierto una agenda de trabajo conjunta e integrada”, a pesar de los
recursos que la comunidad internacional destina a la cuestión del
cambio climático.
El Salvador,
según afirmó, está fuertemente afectado, ya que “todas las redes
de monitoreo de las aguas subterráneas nos muestran una tendencia a
la disminución” y el calentamiento global vuelve al agua más
necesaria.
“El mejor de
los escenarios a futuro, de un aumento de temperatura de 1,5 grados
centígrados, significará que la productividad del cultivo de maíz
en El Salvador caerá un 30 por ciento en los próximos 15 años”,
sostuvo.
En un mundo donde
la agenda agropecuaria se superpone cada vez más con la ambiental,
el sector está además señalado por su generación de gases de
efecto invernadero.
Según datos de
FAO, 61 por ciento de los 33 países de la región se comprometió
ante las Naciones Unidas a reducir las emisiones de su sector
agropecuario, en el Acuerdo de París sobre cambio climático,
alcanzado en diciembre de 2015.
En ese sentido,
el director del Instituto Interamericano de Cooperación para la
Agricultura (IICA), Manuel Otero, hizo hincapié en que la
agricultura, “aunque genera problemas, también puede ser parte de
la solución”.
“Muchas de las
mediciones vinculadas con el cambio climático se hacen con
indicadores que no hemos generado nosotros. Así, no se contemplan
situaciones en las que, lejos de emitir, estamos secuestrando
carbono”, afirmó a IPS.
Para Otero,
“Argentina es un claro ejemplo con su extendido sistema de labranza
cero. Y Brasil está haciendo avances increíbles con la integración
agrosilvopastostoril”.
El director del
IICA también llamó la atención acerca de que “hay muchos
perdedores con el calentamiento global, pero unos pocos ganadores,
que son los países templados”.
La reunión de
Buenos Aires se hizo en un momento particularmente dramático para la
región: en los últimos tres años ha aumentado la población que
pasa hambre.
Son 39 millones
de personas, a pesar de que según FAO, América Latina y el Caribe
producen alimentos suficientes no solo para sus 646 millones de
habitantes sino también para 169 millones más.
Además, 294
millones de personas (46 por ciento de la población) sufre algún
tipo de malnutrición.
El extraordinario
movimiento de recursos que genera el cambio climático puede ser
también una oportunidad para la región, según Deissy Martínez
Barón, coordinadora del Centro de Investigación para la Agricultura
Tropical (CIAT), institución con sede en la colombiana ciudad Cali.
“Desde la
década de 1990 hay una tendencia a la baja en la participación del
sector agropecuario en las economías de los países de la región.
Esto puede deberse al cambio climático”, explicó.
Martínez Barón
agregó: “América Latina y el Caribe contribuyen a las
exportaciones mundiales de alimentos en un 16 por ciento.
Potencialmente para el 2050 puede llegar a 30 por ciento”.
“Para ello es
esencial construir una agricultura sostenible y adaptada al clima. Si
no hacemos nada, hay 36 millones de personas en la región cuya
seguridad alimentaria está en riesgo por la pérdida de rendimientos
agrícolas. Pero el cambio climático puede brindarnos el
financiamiento que necesitamos”, concluyó.
Estrella Gutiérrez
Fuente:
Daniel Gutman, Cambio climático empuja alza de pobreza rural en América Latina, 23/11/18, Inter Press Service. Consultado 04/12/18.
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