En el lapso de
los últimos 32 días hubo 4 incidentes en 2 industrias químicas de
Río Tercero por escapes de gases tóxicos.
Por poco, un
episodio contaminante semanal en esta pequeña ciudad de 60.000
habitantes que es uno de los polos más importantes de la industria
química de Latinoamérica, en cuanto a la producción de
agroquímicos y pesticidas.
Atanor,
Petroquímica y Fabricaciones Militares vuelven a estar en la mira
porque desde el inicio de sus actividades, estas 3 empresas cuentan
con trabajadores muertos en sus factorías como consecuencia del
contacto con sustancias peligrosas que manipulan puertas adentro,
provocando permanente riesgo de accidentes industriales con
consecuencias para los trabajadores, la población y el ambiente.
Alertas
tempranas, sirenas, escapes de gases, explosiones y muerte acompañan
a la historia de la ciudad de Río Tercero.
En Río Tercero,
la industria química sigue mostrando su flojedad empresarial, bien
acompañada por la falta de controles de los organismos
gubernamentales. Una ciudad que acaba de conmemorar que hace 23 años
una sucesión de explosiones en la Fábrica Militar se cobraron 7
vidas y daños materiales valuados por millones.
Pero los archivos
de la localidad de Río Tercero recuerdan -además de aquel infausto
episodio- cómo las industrias químicas se han ido cobrando vidas a
lo largo de décadas en el interior de sus muros: las últimas, en el
año 2007, cuando 2 operarios murieron en la planta de Petroquímica;
víctimas que la memoria colectiva ha borrado muy rápidamente.
Trío Certero
El grupo Albaugh
es una corporación importante a nivel mundial: se trata del mayor
productor privado de herbicidas, fungicidas, insecticidas y
reguladores de crecimiento. Es el único productor de 2,4-D y 2,4-DB
del Mercosur, el segundo productor de Glifosato de Argentina y unos
de los principales productores de Atrazina y Dicamba a nivel mundial,
todos estos agroquímicos, camuflados bajo la etiqueta de “productos
para la protección de cultivos”.
La compañía
Atanor, que forma parte del Grupo Albaugh, es reconocida dentro de
las tres empresas más importantes en producción de agroquímicos
del mercado argentino.
Petroquímica Río
Tercero produce TDI (Diisocianato de Tolueno) entre otros productos
de línea química. A su vez, estos complejos fabriles están
interconectados entre sí: el complejo estatal Fábrica Militar le
provee a Petroquímica Rio Tercero, cien toneladas de producción
diaria de ácido nítrico y esta última utiliza Fosgeno para la
elaboración de productos.
El Fosgeno es un
agente pulmonar que daña el sistema respiratorio de forma
irreparable y puede producir la muerte por asfixia de forma
inmediata; su historia está manchada de muerte ya que el ejército
alemán lo utilizó como arma química en los inicios de la Primera
Guerra Mundial.
2 operarios
muertos y 40 internados
Eduardo Aime es
abogado y técnico químico. Desde el año 2004 hasta el 2015, Aime
estuvo al frente del Área de Residuos Peligrosos de la Secretaría
de Ambiente de la provincia de Córdoba. En esa década, se
produjeron escapes de Fosgeno, de ácidos nitrosos, hubo más de 40
operarios internados por haber sufrido exposición a los gases y 2
trabajadores muertos.
En diálogo con
Sala de Prensa Ambiental, el ex funcionario de Ambiente traza un
panorama inquietante sobre una situación que, durante su gestión,
tuvo que afrontar: “En el polo químico de Río Tercero muchas
industrias no aplican los protocolos de seguridad ni el mantenimiento
de su infraestructura y esta situación se agravará con las
dificultades económicas que atraviesa el país, por lo que es
posible que comiencen a repetirse estos sucesos por falta de control
e inversiones”, alerta el ex funcionario. Aime, hace referencia a
los 4 incidentes de escapes de gas que se produjeron en el polo
químico de Río Tercero durante el último mes. “El polo está
fundamentalmente orientado a la producción de agroquímicos y las
empresas de Río Tercero trabajan en conjunto con Atanor, por eso el
tema de las industrias químicas es bastante complejo”, advierte
Aime.
El temido fosgeno
Las factorías
químicas de Río Tercero están bajo el control de organismos
estatales pertenecientes a la municipalidad, a la provincia y a la
nación. “En otras épocas, hemos hecho auditorías conjuntas con
los 3 organismos por la magnitud del peligro que representa el polo
químico riotercerense”. El ex -funcionario de Ambiente cuenta que
tuvo la oportunidad de visitar esas industrias varias veces durante
su gestión: “En una de las oportunidades acudimos por un escape de
Fosgeno en el que fallecieron 2 operarios a raíz de la inhalación
de este gas”. El 12 de junio de 2007, Jorge Molina, un trabajador
de 53 años, murió en aquella jornada y por la madrugada del día
siguiente falleció otro; Marcelo Martinelli, de 22 años. Ambos
hacían tareas de mantenimiento en la planta de TDI (diisocianato de
tolueno) en Petroquímica.
“Hubo varios
incidentes en Rio Tercero con el Fosgeno”, relata Aime y los
registros oficiales que figuran en un documento del Defensor del
Pueblo de la Nación rubrican sus dichos señalando que “…40
operarios de Petroquímica y de Fábrica Militar fueron
hospitalizados, en tanto que una decena permaneció en terapia
intensiva, tras haber sufrido una severa intoxicación por la
emanación de gases de la planta química. En otro incidente, seis
operarios de Petroquímica resultaron con quemaduras al manipular
ácidos y pese a la gravedad de estos hechos, aun después de la
muerte de 2 trabajadores, Petroquímica Río Tercero siguió
funcionando al día siguiente”. En ese mismo informe, se detalla
“…mientras se realizaban tareas de mantenimiento en un equipo de
la planta de producción de TDI (diisocianato de tolueno), en
Petroquímica Río Tercero, se derramó imprevistamente el compuesto
químico en estado semisólido proveniente de la línea de succión
de una bomba centrífuga. El derrame motivó que se salpicasen con
esta sustancia cuatro operadores de modo directo y otros dos de modo
indirecto. Los afectados fueron trasladados a dos clínicas locales y
todavía no fueron dados de alta por sufrir síndrome post
traumático”.
¿Fue motivo de
inquietud el polo de Río Tercero durante su gestión?
“Siempre, todo
lo que es químico, continuamente fue un problema. Hace unos años
hubo un evento de contaminación del río. Es muy complejo el tema:
Atanor, Petroquímica, Fabricaciones Militares… los controles
tendrían que estar ahí todo el tiempo para fiscalizar”.
¿Es peligroso
que este polo industrial se ubique cerca de zonas urbanizadas?
“Por supuesto,
desde que se instaló estuvo muy próximo a la ciudad por lo que no
existe una zona de exclusión más amplia como la que debiera tener.
La urbanización está muy cercana y no da tiempo, en caso que se
desencadene una emergencia química, de reaccionar a la población .
Si bien está instalado un sistema de alertas, no sé si eso bastaría
si se desatase un hecho de gran magnitud”.
El ex
funcionario, en diálogo con Sala de Prensa Ambiental señala que ya
no ocupa su antiguo cargo a pesar de haber ganado un concurso porque
el actual ministro de Agua y Ambiente, Ing. Fabián López, le quiso
dar otro sentido al área no validando su puesto: “Mi jurisdicción
estaba conformada por técnicos e ingenieros, un espacio
profesionalizado para realizar los controles” y agrega: “Si
alguien va a ver que se hace hoy en la Secretaría de Ambiente, la
respuesta será obvia: nadie controla nada, lo que evidencia que
necesitaban darle una mayor libertad a algunas empresas sin
“molestarlas”. Pueden hablar con cualquier empresario del ramo y
les dirán que nos los controlan”, afirma Aime.
Los 4 incidentes en 32 días
Los 4 incidentes en 32 días
El 2,4-D de
Atanor
María Luisa
Pignata es doctora en Ciencias Químicas y trabaja en el Área de
Contaminación y Bioindicadores del Instituto Multidisciplinario de
Biología Vegetal, además de pertenecer al Departamento de Química,
en la Universidad Nacional de Córdoba. María Luisa asegura que en
el polo químico de Río Tercero “frecuentemente, hay escapes de
ácido clorhídrico, nítrico y de amoniaco. Los escapes de ácido si
bien son muy molestos, no son de alto riesgo porque no son
cancerígenos. El amoniaco tiene un efecto irritante que promueve
enfermedades respiratorias como asma o rinitis, pero no hay que temer
en lo que hace a toxicidad”, explica la experta pero aclara: “si
el escape se produjera en Atanor sería grave porque allí producen
2,4-D, que es un herbicida cancerígeno”. Desde agosto de 2016 por
resolución del propio Sergio Busso, ministro de Agricultura y
Ganadería de Córdoba, en todo el territorio cordobés no se puede
aplicar el 2,4-D en un periodo que va de agosto a marzo de cada año,
bajo la promesa de una prohibición total, ya que tiene una deriva
contaminante muy larga de hasta 30 kilómetros. Es más, la
aplicación del 2,4-D está prohibida totalmente en el departamento
Colón y en algunas pedanías de Totoral y Río Primero.
Las primeras
denuncias sobre los efectos del 2,4-D y del 2,4-DB se generaron por
parte de los productores de vides de la localidad de Colonia Caroya a
fines de la década del ’90, quienes vieron afectada su producción
por el efecto de este producto fabricado en Atanor y aplicado en los
campos sojeros.
“Petroquímica
y Fabricaciones Militares tienen una infraestructura muy obsoleta”,
afirma la doctora en Ciencias Químicas: “Son tan arcaicas que
cuando uno las conoce, dice: ¿qué tipo de control ambiental se
puede hacer acá? Ninguno, porque las roturas se producen
permanentemente”, asevera María Luisa Pignata y continúa
diciendo: “Esta desidia hace que haya que evacuar a los vecinos
porque una sucesión de escapes de ácidos quema las vías
respiratorias, es peligroso, no podes estar respirando eso” y
agrega que “en Río Tercero se genera una escenario muy complicado
porque un gran porcentaje de los vecinos trabajan en esas industrias;
si ese contexto no existiera creo que los ciudadanos ya se hubieran
movilizados hace años”.
Cae lluvia ácida
sobre Río Tercero
¿Esta
consecución de escapes en la ciudad agrava el panorama?
“Sería muy
grave si se produjera un escape de las sustancias de Petroquímica y
Fábrica Militar simultáneamente con los compuestos orgánicos de
Atanor; se formarían tóxicos en el aire y, en ese caso, hablaríamos
de combinaciones altamente cancerígenas. Pero además, el efecto
sobre el medio ambiente es delicado porque afecta el suelo y la
vegetación, por ejemplo: en el lugar está cayendo una lluvia ácida
que mata la vegetación, afecta cultivos y suelos, ese es el efecto
de una emisión de ácidos”.
¿Entonces, Río
Tercero está sufriendo lluvias ácidas?
“Sin ninguna
duda, y es una de las formas de contaminación del aire más
conocidas por sus consecuencias; se podría decir que hay episodios
de lluvia ácida, consecutivos y recurrentes en Río Tercero”.
¿Viviría en Río
Tercero?
“Ni loca. No se
pueden derramar por descuido toneladas de ácido, es la verdad. Se
puede dispersar por alguna negligencia hasta que te das cuenta y
cerras la válvula, pero toneladas no. Además, el polo químico
industrial está muy cerca de la ciudad: primero estuvieron las
empresas, pero luego la gente que trabaja en esas industrias fue
poblando los alrededores. En realidad, habría que hacer un
evaluación del impacto ambiental, porque además, si hay industrias
que tienen chimeneas muy altas, la zona más afectada no es la que
está debajo de los conductos donde está la fábrica, sino que esos
tubos de escapes altos llevan una dispersión de contaminantes a
mucha distancia. Es una locura, no debería suceder”, alerta la
especialista en Ciencias Químicas.
Respecto del
último incidente ocurrido hace dos semanas, la experta señala que
“si la pérdida fue sólo de ácido nítrico y se aisló a
operarios y a la población que pudo haber estado afectada, el riesgo
probable es por exposición a los ácidos: efectos en vías
respiratorias y en mucosas”.
María Luisa
Pignata afirma que “es muy serio que existan escapes de Fosgeno en
la planta de Petroquímica. Ese gas es muy peligroso y tiene efectos
mortales en las personas expuestas. Petroquímica amplió su planta
por asociación con el grupo Piero para producir más TDI que se usa
en la fabricación de espuma de poliuretano. Si no hay controles y
las normas de seguridad no se cumplen, el riesgo es mayor que ante la
pérdida de ácidos sulfúrico o nítrico.
Ante eso
-advierte la especialista- debemos preguntarnos: ¿Cuáles son las
garantías que brindan las empresas y los órganos de control para
que estos episodios -que ponen en riesgo la salud física y
psicológica de la población- no sucedan más? y ¿Por qué se
repiten eventos de emisión de contaminantes que deberían ser
excepcionales?”, se pregunta la Doctora en Ciencias Químicas de la
UNC, y dispara: “Si a raíz de estos episodios de escapes masivos
de contaminantes nos enteramos de que estamos ante actividades que
significan un alto riesgo para las personas expuestas, ¿No podríamos
pensar que si ocurren estos “accidentes” no controlados por las
empresas responsables, del mismo modo, podrían no estar controlando
sus emisiones de contaminantes durante su funcionamiento habitual?,
¿Cuáles son los valores de contaminantes atmosféricos que mide la
Municipalidad de Río Tercero?, ¿Los valores de concentración de
contaminantes en aire se publican periódicamente?, ¿Están dentro
de los valores permitidos?.
Interrogantes que
se disparan haciendo responsables -tanto a las empresas como a los
gobiernos- del futuro de una pequeña ciudad que hasta ahora se
muestra como rehén de quienes están tomando decisiones
irresponsables, en su rol de empresarios o de autoridades, jugando a
ser alquimistas tecnologizados que buscan convertir en oro, la
contaminación y la muerte en una ciudad asediada por crímenes
químicos.
Fuente:
Daniel Díaz Romero, Río Tercero: Una ciudad sitiada por el vandalismo químico, 12/11/18, Sala de Prensa Ambiental. Consultado 18/11/18.
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