La gente ha
rezado por agua desde tiempos remotos. A medida que los suministros
de la capital afgana, Kabul, alcanzan niveles demasiado bajos, el
gobierno de la ciudad espera que los líderes religiosos puedan
ayudar.
por Shadi Khan Saif
La gente ha
rezado por agua desde tiempos remotos. A medida que los suministros
de la capital afgana, Kabul, alcanzan niveles demasiado bajos, el
gobierno de la ciudad espera que los líderes religiosos puedan
ayudar.
Una mujer
transportando un bidón de agua en una mano y un niño en la otra.
Invasiones
extranjeras, la guerra civil, ataques terroristas, los señores de la
guerra: en las últimas décadas, el destino no ha sido amable para
Afganistán. Muchas personas abandonan sus hogares en el campo y se
trasladan a Kabul con la esperanza de una vida mejor y más segura.
Pero la capital del país se enfrenta a una amenaza completamente
diferente: una grave escasez de agua.
De hecho, la
situación es tan grave que la Autoridad Nacional de Gestión de
Desastres de Afganistán (ANDMA, por sus siglas en inglés) ha
advertido que el aumento de la demanda y del consumo de agua de la
ciudad podría dar lugar a que se agoten por completo las reservas de
agua subterránea en la próxima década.
Según la
Corporación de Suministro de Agua y Alcantarillado Urbano de
Afganistán (AUWSSC, por sus siglas en inglés), los niveles de agua
subterránea de Kabul se han desplomado 20 metros en los últimos
cinco años. Y con una tendencia hacia la disminución de lluvias y
nevadas, existe la posibilidad de que los niveles continúen bajando.
Para los casi
cinco millones de habitantes de la ciudad ésta es una situación muy
preocupante, sobre todo, teniendo en cuenta que Kabul es una de las
ciudades con mayor crecimiento del mundo.
Para que la
metrópoli siga siendo habitable a mediado plazo, será necesario el
esfuerzo conjunto de los habitantes para gestionar la poca agua
existente. Para ello, se debe crear conciencia, pero es más fácil
decirlo que hacerlo. La ciudad ha recurrido a un grupo inusual pero
muy influyente de personas, en busca de ayuda: eruditos religiosos e
imanes.
La administración
municipal ha invitado a cientos de líderes religiosos a participar
en un taller de cuatro días sobre conservación y ahorro del agua.
Lo aprendido en el curso, tendrán que transmitirlo a sus
comunidades.
Uno de los
participantes, Mullah Obaid Ullah, un imán del distrito oriental de
Ahmad Shah Baba Maina, en Kabul, predica su sermón antes de la
oración del viernes, cuando las mezquitas están repletas, para
compartir lo aprendido.
"Mis
hermanos musulmanes”, pronuncia, dirigiéndose a cientos de hombres
bien vestidos de todas las edades, "seremos responsables en
'Akherat' (en el más allá) de todos nuestros actos en el mundo…
sean muy cuidadosos y justos en el uso de las bendiciones que nos ha
ofrecido 'Alá', como, por ejemplo, el agua”, dice.
Sus palabras
resuenan por los altavoces de la mezquita y del vecindario recién
construido, lleno aún de obras y fosas.
"Está
estrictamente prohibido lavar los coches a diario, dejar correr el
grifo y la ducha innecesariamente, incluso durante el 'wudu' (lavado
ritual antes de la oración islámica)”, explica.
El hecho de que
el mensaje sea difundido por una mezquita, que rara vez difunde
contenidos no religiosos, demuestra que se trata de una cuestión
urgente.
Los pozos
privados se agotan
Y es un asunto
urgente. El portavoz de ANDMA, Omar Mohammadi, dice que sólo unos
65.000 hogares en Kabul tienen acceso a un suministro municipal de
agua. "Muchos de los 213.000 pozos de la capital”, dice "son
de excavación propia y no ofrecen garantías”.
"Hace cuatro
años, gasté casi 1.000 dólares para cavar un pozo de 35 metros de
profundidad, pero se ha secado”, cuenta Mohammad Ummer, padre de
cinco hijos, a DW.
"Ahora estoy
preocupado y frustrado porque no hay forma de que las pesadas
taladradoras, que serían necesarias, entren en mi casa para cavar un
pozo más profundo”, explica.
Otras partes de
Kabul se encuentran en una situación similar y a veces incluso peor.
Por ejemplo, en
el céntrico "Campamento de Helmandyano”, un asentamiento
temporal de desplazados internos de la provincia de Helmand
meridional, cientos de familias dependen de un solo pozo.
"Mire esto”,
dice Noor Rehman, residente del campamento. "Éste es el único
pozo para todo el campamento y el agua es salada. Nuestros hijos se
enferman por beber esta agua, pero no tenemos otra alternativa”.
Con este telón
de fondo, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE.UU.
(EPA, por sus siglas en inglés) espera que su colaboración con los
300 líderes religiosos, que han participado en la capacitación
sobre la conservación del agua, mejore la situación a largo plazo.
Pero Hamidullah
Yalani, jefe del AUWSSC, afirma que el gobierno también está
persiguiendo otras ideas.
"Para
asegurar el futuro del país, la construcción de represas es una
prioridad para el gobierno”, cuenta a DW. "Ya se están
construyendo nuevas presas en varias partes del país”, añade.
Esta medida
permitiría la recarga de los depósitos de agua subterránea, lo que
es extremadamente importante en vista de los muchos afganos, cansados
de la guerra, que llegan a la metrópoli en busca de una nueva vida.
Pero la
construcción lleva tiempo, así que Mullah Obaid Ullah espera que su
comunidad ponga en practica lo que predica. Aunque también mantiene
la esperanza de la intervención divina.
Al concluir sus
oraciones del viernes, en su abarrotada mezquita de Kabul, levanta
las manos hacia el cielo.
"¡Oh,
Alá!”, exclama. "Somos débiles y puede que hayamos cometido
muchos errores y hayamos sido desobedientes, pero tú eres
conciliador y misericordioso. Ten piedad de nuestra tierra,
bendícenos con lluvia y nieve... Amén".
Fuente:
Shadi Khan Saif, Kabul podría quedarse sin agua en 10 años. ¿Pueden los líderes religiosos ser una ayuda?, 23/10/18, Deutsche Welle. Consultado 26/10/18.
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