El candidato de
extrema derecha ya ha anunciado medidas que dejarán vía libre para
la deforestación de la Amazonia.
por Eliane Brum
Jair Bolsonaro,
al que llaman “desto” en las redes sociales, no es solo una
amenaza para Brasil, sino para el planeta. El candidato de extrema
derecha, que encabezó la primera vuelta de las elecciones de Brasil,
con el voto de casi 50 millones de brasileños, puede ganar la
segunda vuelta, el 28 de octubre. Si se convierte en presidente de
Brasil, ya ha avisado de que pretende seguir a Donald Trump y sacar a
Brasil del Acuerdo de París, que busca controlar el calentamiento
global. Él y sus seguidores también ya han anunciado varias medidas
que permitirán deforestar la Amazonia. La selva, de la que ya se ha
destruido el 20 %, está peligrosamente cerca del punto de inflexión.
A partir de ahí, la mayor selva tropical del mundo se convertirá en
una región con vegetación rala y baja biodiversidad. Y el combate
global a los efectos del cambio climático será un desafío casi
imposible.
El ultraderechista que flirtea con el fascismo ya ha anunciado que
pretende fundir el ministerio del Medio Ambiente con el de
Agricultura, y que el ministro de esta aberración será “definido
por el sector productivo”. Lo que Bolsonaro llama “sector
productivo” es tanto la agroindustria como los grileiros,
criminales que se apropian de tierras públicas por medio de
sicarios. En Brasil, parte de la agroindustria se confunde con los
grileiros y estás representada en el Congreso por lo que se denomina
“la bancada del buey”.
El frente más
poderoso del Congreso reúne parlamentarios de diferentes partidos
conservadores y ha tenido un papel muy activo en el avance sobre las
áreas protegidas de la Amazonia en los últimos años. Quiere
transformar las tierras indígenas y las áreas de conservación, hoy
las principales barreras contra la devastación de la selva, en pasto
para bueyes, plantaciones de soja y extracción mineral. En estas
elecciones, han anunciado que apoyan a Bolsonaro. El Partido Social
Liberal (PSL) de Bolsonaro, -que engordará la “bancada del
buey”-, ha pasado de tener un diputado a tener 52, convirtiéndose
en el segundo mayor partido de la Cámara a partir de 2019.
Bolsonaro ya ha
garantizado a los grandes hacenderos y grileiros que va “limitar
las multas ambientales”. “¡Ningún fiscal canalla os va a poner
recetas!”, dijo en julio. “Derechos humanos, ¡lo que faltaba pal
duro!”. También dijo que no habrá “ni un centímetro más para
tierras indígenas” y defendió que las que ya están demarcadas se
puedan vender. Entusiasta de la dictadura que controló Brasil entre
1964 y 1985, también ha declarado que “pondrá un punto final en
el activismo chiita ambiental”. El candidato, que exalta la
tortura, afirma que “las minorías tienen que curvarse a la
mayoría” o “simplemente desaparecer”.
Solo la
posibilidad de ser elegido ha funcionado como una especie de
autorización para deforestar la selva y matar a los que la protegen.
Varios casos de violencia contra líderes y asentamientos de
campesinos han tenido lugar en la Amazonia en estas elecciones.
Brasil ya es el país más letal para los defensores del medio
ambiente. Con Bolsonaro, esta violencia debe explotar.
Quien cree que la
posibilidad de que Brasil sea gobernado por un hombre declaradamente racista, misógino y homofóbico es solo otra rareza de América
Latina no ha entendido que, en tiempos de cambio climático, la
amenaza llega a su puerta.
Fuente:
Eliane Brum, Bolsonaro es una amenaza para el planeta, 16/10/18, El País.
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