Las madres
contaminadas transfieren los plásticos PCB a sus crías a través de
la leche materna.
por Miguel Ángel
Criado
El policloruro de
bifenilo fue toda una bendición cuando empezó a usarse. Tiene unas
propiedades físicas y químicas que lo convirtieron en elemento
fundamental de la electricidad y la electrónica: Desde los años 30
del siglo XX, no había transformador, condensador o motor eléctrico
que no lo llevara. A finales de los 60, algunos científicos
alertaron de que sus virtudes químicas escondían una maldición.
Primero vieron que era carcinógeno y más tarde se comprobaría que
también afectaba a la fertilidad y las defensas del organismo. En
1972 fue prohibido en Estados Unidos, su principal fabricante, y poco después
en el resto del mundo. Pero, 40 años más tarde, está matando a la
cúspide de la vida en el mar: las orcas.
Con los datos de
la concentración de policlorobifenilos (PCB, de los que hay decenas
de formulaciones) en 350 orcas de las 19 grandes poblaciones que
quedan, un grupo de investigadores ha podido modelar el futuro que le
espera a la Orcinus orca. Han encontrado ejemplares con 1,3 gramos de
PCB por kilogramo de grasa. Estudios sobre el impacto de estos
plásticos en los mamíferos estiman que basta una concentración de
0,05 gramos por kilo para dañar el sistema reproductor, el endocrino
y el inmunitario.
"Sabíamos
que los PCB deforman los órganos reproductores de animales como el
oso polar, así que era lógico que examináramos su impacto en las
escasas poblaciones de orcas que quedan en el planeta", dice en
una nota Rune Dietz, profesor del Centro de Investigación Ártica de
la Universidad de Aarhus (Dinamarca) y coautor del estudio.
El trabajo
muestra que, salvo las orcas de las regiones polares, el resto de las
poblaciones tienen concentraciones significativas de PCB. Así,
mientras los ejemplares muestreados en la Antártida tienen menos de
0,01 gramos de plástico por kilo, en otras, como al norte de Japón
o el Reino Unido, las cifras suben hasta el medio gramo. De hecho, el
estudio muestra una correlación entre cercanía relativa a zonas de
producción o consumo masivo de estos plásticos en el pasado y su
presencia en la grasa animal. "En torno a la mitad de las
poblaciones estudiadas está seriamente contaminada por los PCB",
comenta Jean-Pierre Desforges, el principal autor del estudio e
investigador también en Aarhus.
El plástico
entra en los tejidos de las orcas a través de su alimentación. El
trabajo, publicado en la revista Science, lo ilustra con dos
poblaciones que siguen dietas diferentes aunque comparten el mismo
espacio. En el nordeste del Pacífico, al norte de Japón y al sur de
la península de Kamchatka, un grupo de estos cetáceos se alimenta
de bancos de arenques y otros pequeños peces, mientras la otra
población lo hace de grandes animales, como otros mamíferos,
delfines, ballenas o focas y también de tiburones. En este grupo, la
concentración de PCB es entre 10 y 20 veces mayor.
La otra gran vía
de envenenamiento es la que va de una madre a sus crías. Aunque los
machos tienden a tener una ratio de PCB mayor, en algunas poblaciones
son las hembras las que llevan más plástico dentro, plástico que
acaba en la grasa de la leche materna. Es entre estas poblaciones,
como las que viven frente a las costas de Brasil o la treintena de
orcas que se mueven por el estrecho de Gibraltar. donde el modelo
dibuja un futuro más negro. "En estas zonas es raro observar
orcas recién nacidas", dice la bióloga marina de la
Universidad de St. Andrews (Escocia) y coautora del modelo Ailsa
Hall.
Además de las
poblaciones existentes, la concentración de PCB, su persistencia en
el medio o la larga vida reproductiva de las orcas, que conlleva el
riesgo de transferir el plástico a su descendencia, el modelo
incluyó otros factores como el hecho de que, hasta ahora, se han
retirado de la circulación unas 600.000 toneladas de líquidos y
equipos que contienen PCB. Según el Programa de Naciones Unidas para
el Medio Ambiente, aún quedan otros 14 millones de toneladas de materiales con este plástico por neutralizar.
Con todos esos
datos, y sin que otras variables afecten negativamente a las orcas,
nueve de las 19 poblaciones que quedan habrán colapsado para finales
de siglo. Y la mayoría de las orcas supervivientes dependerán de lo
rápida y eficiente que sea la retirada del policloruro de bifenilo.
Fuente:
Miguel Ángel Criado, Un plástico prohibido hace 40 años está matando a las orcas, 28/09/18, El País. Consultado 29/09/18.
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