Este artículo integra la cobertura de IPS sobre el Día Mundial del Ambiente, el 5 de junio, cuyo tema este año es “un planeta sin contaminación por plásticos”.
por Fabiana
Frayssinet
RÍO DE JANEIRO,
1 jun 2018 (IPS) - Aunque América Latina produce apenas cinco por
ciento del plástico del mundo, importa miles de millones de
toneladas anuales para el uso de todo tipo de productos, que en parte
terminan en sus mares como basura.
De esa manera,
contribuye a esa especie de tsunamis artificiales que amenazan la
biodiversidad de los océanos, donde a nivel planetario cada año se
vierten 13 millones de toneladas de residuos, mayormente plásticos
desechables, según ONU Medio Ambiente, una cantidad que puede
rodear cuatro veces la tierra.
El impacto es tal
que también afecta a la salud humana, al entrar esos resistentes
desechos en la cadena alimenticia, y ha llevado a las Naciones Unidas
a establecer como tema para el Día Mundial del Ambiente de este año,
el 5 de junio, el de “Un planeta sin contaminación por plásticos”.
Favorecido con
una costa de 3.000 kilómetros sobre el océano Pacífico, con uno de
los mares más ricos en nutrientes del mundo, Perú fue uno de los
primeros países latinoamericanos en unirse a la campaña Mares Limpios, lanzada hace un año por ONU Medio Ambiente.
La campaña se
propone eliminar en 2022 las principales fuentes de basura marina,
que pueden permanecer en los ecosistemas 500 años. Hay cinco “islas”
de basura identificadas en los océanos Pacífico, Atlántico e
Indico, una de ellas entre Chile y Perú.
“Hemos sido
testigos directos de los graves impactos que están generado los
diferentes tipos de desechos, incluyendo el plástico en nuestro
mar”, dijo Ursula Carrascal, coordinadora de proyectos del
Instituto para la Protección del Medio Ambiente Vida, en Perú, uno
de esos dos países.
Desde hace 20
años, esa organización encabeza en la nación andina una campaña
de limpieza de playas y costas, involucrando a todos los sectores de
la sociedad.
Según Carrascal,
el problema se agrava cuando el país sufre estragos adicionales
generados por los desastres naturales, como el fenómeno de la Niña
que en 2017 produjo inundaciones y el desplazamiento de toneladas de
basura acumuladas en las riberas de los ríos.
“La playa
Márquez ubicada en Callao literalmente fuera cubierta por basura en
tres kilómetros. Actualmente muchas playas desaparecieron, las
embarcaciones pesqueras y los pescadores artesanales son afectados en
la pesca por averías en sus redes o motores debido al plástico”,
recordó a IPS desde Lima.
El país, según
el Ministerio de Ambiente, genera 6,8 millones de toneladas de
desechos sólidos. Solo en Lima y la colindante ciudad portuaria de
Callao se estima que son tres millones de toneladas al año, 53 por
ciento de desechos orgánicos y en segundo lugar de plástico, con
11 por ciento del total, un porcentaje en sintonía con el promedio
mundial.
De hecho, la
mitad de las 6.000 toneladas de basura acuática recogida por Vida
desde 1998, con apoyo de 200.000 voluntarios, son plásticos.
“Existe una
fuerte preocupación por el riesgo en el campo de la seguridad
alimentaria debido al consumo de plástico por parte de peces”,
subrayó Carrascal.
El gubernamental
Instituto del Mar del Perú estudia desde hace años el impacto del
microplástico (menor de dos centímetros) en las playas peruanas y
en el tracto digestivo de los peces. Un informe realizado en 2017
encontró 473 fragmentos de plástico cada metro cuadrado de una
playa de Callao.
La británica
Fundación Ellen Mac Arthur, dedicada a impulsar la economía
circular -basada en la reducción tanto de nuevos materiales como
de desechos vírgenes, para crear una espiral de reciclaje-, alerta
que para 2050 en los océanos habrá más plástico que peces y
recuerda que toda la fauna marina ingiere esa basura.
Uno de los
resultados, calcularon científicos de Universidad Ghent, de Bélgica,
es que al comer pescados y frutos de mar se ingiere anualmente hasta
11.000 trozos diminutos de plástico, un derivado químico
proveniente en su casi totalidad del petróleo.
En Brasil, con
más de 9.000 kilómetros de costa, esta vez hacía el Atlántico, es
AquaRío, un acuario marino de Río de Janeiro que promueve la
educación ambiental y la investigación científica para la
conservación de la biodiversidad, la institución con que se lanzó
la campaña de Mares Limpios.
“El plástico
descartado de forma incorrecta en playas, ríos y vertidos sanitarios
termina en el mar y provoca la muerte de millares de animales marinos
cada año. Sorbetes, puntas de cigarrillos, tapitas, bolsas
plásticas, descartados de forma incorrecta, representan para la
fauna marina el mayor porcentaje de materiales ambientalmente
peligrosos”, alertó a IPS su director, Marcelo Szpilman.
“Restos de
redes, líneas de pesca, cuerdas y bolsas plásticas abandonados en
el mar permanecen en ese ambiente por muchos años por su baja
biodegrabilidad terminan victimizando un sinnúmero de animales que
se enroscan y mueren por asfixia o inanición”, agregó el biólogo
marino.
Para concientizar
a los niños sobre esta matanza silenciosa marina, el acuario utiliza
durante sus vistas la imagen lúdica de sirenas que mueren por la
ingestión de plásticos.
Una metáfora que
se extiende en la realidad oceánica a peces, aves, focas, tortugas,
delfines que confunden esos residuos que quedan flotando en el mar
con pulpos, calamares, aguas vivas y otras especies con las que se
alimentan.
“Ya se han
encontrado delfines con el estómago lleno de basura de las ciudades.
Las colillas de cigarrillos, el ítem más recolectado en todas las
campañas de limpieza de playa, ha ocasionado la muerte de animales
que los tragan confundiéndolos con ovas de pescado”, explicó
Szpilman.
Además, destacó,
“una bolsa de plástico a la deriva en el mar es fácilmente
confundida con un aguaviva, alimento de varias especies de tortugas
marinas que pueden morir por asfixia”.
A juicio de los
especialistas, en Brasil y otros países latinoamericanos el problema
se combate con iniciativas aisladas, como la prohibición de bolsas
plásticas en los supermercados, cuando se requiere un cambio de
modelo en la producción y el consumo del plástico.
Pero algunas
cosas comienzan a hacerse.
En Perú, por
ejemplo, Vida ha coordinado acciones con la industria del manejo de
residuos para promover el modelo de economía circular a través de
cadenas de reciclaje con los desechos recolectados en las limpiezas
de costas en todo el país.
Un trabajo
realizado no solo con la gran industria sino con pequeñas y medianas
empresas y la Federación Nacional de Recicladores de Perú.
“Se requieren
mayores esfuerzos e invertir en tecnología del reciclaje para
resolver el problema del plástico. En Perú, mucho de los desechos
plásticos recolectados, aunque pueden ser 100 por ciento reciclados,
no se reciclan porque no hay plantas de reciclaje, por
desconocimiento o ausencia de tecnología adecuada”, explicó
Carrascal.
A su juicio, “se
están dando grande avances en la segregación de los desechos en las
fuentes primarias, pero este ciclo se acaba cuando termina el desecho
nuevamente en un botadero”.
Ese modelo de
gestión peruano sobre basura en el ecosistema marino se ha
utilizado como referencia en otros países del llamado Pacífico
Sudeste, que incluye a Chile, Ecuador, Colombia y Panamá.
Edición:
Estrella Gutiérrez
Fuentes:
Fabiana Frayssinet, Tsunamis de plástico amenazan mares latinoamericanos, 01/06/18, Inter Press Service. Consultado 01/06/18.
La obra de arte que ilustra esta entrada fue creada por el artista Vic Muniz.
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