ROMA, 21 jun 2018 (IPS) - La contaminación del agua por prácticas agrícolas insostenibles plantea una grave amenaza para la salud humana y los ecosistemas del planeta, un problema que a menudo subestiman tanto los responsables de las políticas como los agricultores, alerta un nuevo informe.
En muchos países,
la mayor fuente de contaminación del agua es la agricultura -no las
ciudades o la industria-, mientras que, a nivel mundial, el
contaminante químico más común en los acuíferos subterráneos son
los nitratos procedentes de la actividad agrícola, advierte el
informe “Más gente, más alimentos, ¿peor agua? Un examen mundial
de la contaminación del agua de la agricultura”, presentado por la
FAO y el Instituto Internacional para el Manejo del Agua (IVMI) en
una conferencia que se celebra en Tayikistán (19-22 de junio).
La agricultura
moderna es responsable del vertido de grandes cantidades de
agroquímicos, materia orgánica, sedimentos y sales en los cuerpos
de agua, dice el informe.
Esta
contaminación afecta a miles de millones de personas y genera costes
anuales que superan miles de millones de dólares.
“La agricultura
es el mayor productor de aguas residuales, por volumen, y el ganado
genera muchas más excreciones que los humanos. A medida que se ha
intensificado el uso de la tierra, los países han aumentado
enormemente el uso de pesticidas sintéticos, fertilizantes y otros
insumos”, señalan Eduardo Mansur, director de la División de
Tierras y Aguas de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para
la Alimentación y la Agricultura), y Claudia Sadoff, Directora
General del IWMI, en su introducción al informe.
“Si bien estos
insumos han ayudado a impulsar la producción alimentaria, también
han dado lugar a amenazas ambientales, así como a posibles problemas
de salud humana”, añaden.
Los contaminantes
agrícolas más preocupantes para la salud humana son los patógenos
del ganado, plaguicidas, nitratos en las aguas subterráneas,
oligoelementos metálicos y los contaminantes emergentes, incluidos
los antibióticos y los genes resistentes a los antibióticos
excretados por el ganado.
El nuevo informe
representa el examen más completo de la dispersa literatura
científica sobre el tema realizado hasta la fecha, y tiene como
objetivo colmar lagunas de información y diseñar soluciones a nivel
de políticas y de las explotaciones agrícolas en una única
referencia consolidada.
Cómo afecta la
agricultura a la calidad del agua
El auge de la
productividad agrícola mundial que siguió a la Segunda Guerra
Mundial se logró en gran parte a través del uso intensivo de
insumos, como plaguicidas y fertilizantes químicos.
Desde 1960, el
uso de fertilizantes minerales se ha multiplicado por diez, mientras
que desde 1970 las ventas mundiales de plaguicidas pasaron de cerca
de 1.000 millones de dólares anuales, a 35.000 millones de dólares
al año.
Mientras tanto,
la intensificación de la producción pecuaria -el número mundial de
cabezas de ganado se ha más que triplicado desde 1970- ha visto
surgir una nueva clase de contaminantes: antibióticos, vacunas y
promotores hormonales del crecimiento que viajan a través del agua
desde las granjas a los ecosistemas y al agua que bebemos.
Al mismo tiempo,
la contaminación del agua por materia orgánica procedente de la
ganadería está hoy mucho más extendida que la contaminación
orgánica derivada de las áreas urbanas.
Y otro sector en
auge, la acuicultura (que se ha multiplicado por veinte desde 1980)
está ahora liberando cantidades cada vez mayores de excrementos de
peces, piensos no consumidos, antibióticos, fungicidas y agentes
antiincrustantes en las aguas superficiales.
¿Qué puede
hacerse?
La contaminación
del agua por parte de la agricultura es un desafío complejo y su
gestión eficaz requiere diversas respuestas, según el estudio “Más
gente, más alimentos, ¿peor agua? Una revisión global de la
contaminación del agua desde la agricultura”.
La forma más
eficaz de mitigar la presión sobre los ecosistemas acuáticos y
rurales es limitar la emisión de contaminantes en el origen, o
interceptarlos antes de que lleguen a los ecosistemas vulnerables.
Una vez fuera de las explotaciones, los costes de reparación
aumentan progresivamente.
Una forma de
hacerlo es desarrollar políticas e incentivos que alienten a las
personas a adoptar dietas más sostenibles y limitar los aumentos en
la demanda de alimentos con gran huella ambiental, por ejemplo, a
través de impuestos y subsidios.
A nivel del
consumidor, puede resultar útil reducir el desperdicio de alimentos.
Un estudio incluido en el informe estima que la contaminación por
nitrógeno a partir del desperdicio de alimentos suma hasta 6,3
teragramos por año.
Los instrumentos
normativos “tradicionales” seguirán siendo también una
herramienta clave para reducir los productos contaminantes agrícolas.
Estos incluyen
estándares de calidad del agua; permisos de vertido de
contaminantes; mejores prácticas obligatorias; evaluaciones de
impacto ambiental para ciertas actividades agrícolas; zonas tampón
alrededor de las explotaciones; restricciones a las prácticas
agrícolas o la ubicación de las granjas; y límites en la
comercialización y venta de productos peligrosos.
Sin embargo, el
informe reconoce que principios bien conocidos para reducir la
contaminación, como “el que contamina, paga”, son difíciles de
aplicar a la contaminación agrícola no puntual, ya que identificar
de los verdaderos responsables no es fácil ni barato.
Eso significa que
las medidas que promueven la “aceptación” por parte de los
agricultores son fundamentales para abordar la contaminación en la
fuente, como exenciones tributarias para la adopción de prácticas
que minimicen la emisión de nutrientes y plaguicidas o pagos para el
“mantenimiento del paisaje”.
A nivel de las
granjas, existen diversas mejores prácticas que pueden reducir la
emisión de contaminantes a los ecosistemas circundantes, por
ejemplo: minimizar el uso de fertilizantes y pesticidas, establecer
zonas de amortiguación lo largo de los cursos de agua y los lindes
de las granjas, o mejorar las instalaciones de control del drenaje.
Otra herramienta
útil es el manejo integrado de plagas, que combina el uso
estratégico de variedades agrícolas resistentes a plagas con la
rotación de cultivos y la introducción de depredadores naturales de
las plagas más comunes.
En las
actividades ganaderas, se necesitan técnicas tradicionales como la
restauración de pastizales degradados y una mejor gestión de la
alimentación de los animales, de los aditivos para los piensos y las
medicinas, mientras que también se debería hacer más con las
nuevas técnicas y tecnologías de reciclaje de nutrientes, como
biodigestores de los residuos agrícolas.
Contaminación
del agua agrícola: datos destacados
El riego es el mayor productor mundial de aguas residuales por su volumen (en forma de drenaje agrícola).
A nivel mundial, las tierras agrícolas reciben anualmente cerca de 115 millones de toneladas de fertilizantes nitrogenados minerales. Alrededor del 20 por ciento de estos insumos de nitrógeno terminan acumulándose en los suelos y la biomasa, mientras que el 35 por ciento acaba en los océanos.
El medio ambiente es rociado cada año a nivel global con 4,6 millones de toneladas de plaguicidas químicos.
Los países en desarrollo representan el 25 por ciento del uso mundial de plaguicidas en la agricultura, pero suman el 99 por ciento de las muertes derivadas de su uso en el mundo.
Cálculos recientes indican que el impacto económico de los plaguicidas en las especies no objetivo (incluidos los seres humanos) es de aproximadamente 8 000 millones de dólares Estados Unidos anuales en los países en desarrollo.
El agotamiento del oxígeno (hipoxia) resultante de la sobrecarga de nutrientes provocada por el hombre afecta un área de 240 000 km2 a nivel global, incluyendo 70 000 km2 de aguas continentales y 170 000 km2 de zonas costeras.
Se estima que un 24 por ciento de la superficie irrigada en el mundo está afectada por la salinización.
Actualmente, están catalogados como presentes en el medio acuático europeo más de 700 contaminantes emergentes, sus metabolitos y productos de transformación.
Este artículo
fue publicado originalmente por la Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe. IPS lo distribuye por un acuerdo
especial de difusión con esta oficina regional de la FAO
Fuentes:
Contaminantes agrícolas: grave amenaza para el agua del planeta, 21/06/18, Inter Press Service.
La imagen que acompaña esta entrada es una antigua publicidad de Union Carbide, la empresa que se hizo tritemente conocida por el desastre de Bhopal, India, en 1984.
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