Investigadores
universitarios de Río Cuarto suman conclusiones sobre el impacto de
las forestaciones con especies exóticas. Apuntan datos sobre la
calidad del agua en las Sierras y sugieren cuidar los bordes de
arroyos.
por Denise
Audrito
Investigadores y
docentes de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) aportaron
nuevos estudios que sostienen que las forestaciones con especies
exóticas “alteran la capacidad de los ríos de proveer servicios
ambientales” en las Sierras de Córdoba. Fundamentalmente,
ratificaron que especies como los pinos consumen más agua de los
suelos que los pastizales y los bosques nativos, pero que además
pueden reducir su calidad.
El planteo se
suma a investigaciones aportadas en los últimos años por equipos de
la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y de la Universidad
Nacional de San Luis (UNSL).
En el marco de
una serie de actividades programadas por el Centro Científico de la
UNRC, Romina Príncipe, Javier Márquez y Luciana Cibils Martina -del
Departamento de Ciencias Naturales de la Facultad de Ciencias
Exactas- exponen ahora esas conclusiones en colegios del sur
provincial, como parte de una estrategia de comunicación de la
ciencia.
“Si los arroyos
están sombreados por pinos, existe menos diversidad, menos algas,
menos alimento para los invertebrados, más cantidades de acículas y
troncos” sostuvieron. “Y puede verse afectada la calidad del
agua”, remarcaron sobre su trabajo.
“En la zona de
Villa Alpina (Calamuchita), por ejemplo, es notoria la diferencia
entre los arroyos. Estudiamos algas, invertebrados y el proceso de
degradación de materia orgánica como indicadores del estado de los
arroyos y vimos que las condiciones cambian mucho cuando hay pinos
cercanos a los cursos de agua”, detalló Príncipe.
Cibils Martina
indicó que en Córdoba “se ha forestado con especies buscando
aprovechar la madera, o con fines turísticos, sin observar que esto
conlleva que los cursos de agua reduzcan su caudal”.
Citó una
investigación de Esteban Jobbagy, Ana Acosta y Marcelo Nosetto, de
la UNSL, quienes demostraron que “los cambios en la cobertura
vegetal en la zona serrana pueden tener importantes efectos sobre el
ciclo hidrológico y afectar la magnitud y distribución temporal del
caudal de ríos”.
El estudio de la
UNSL, años atrás, abarcó la zona alta de Calamuchita, donde miles
de hectáreas fueron forestadas con pinos. “El rendimiento hídrico
de las zonas forestadas con exóticas es un 48 por ciento inferior a
las que tenían pastizales autóctonos”, fue el dato saliente de
aquella investigación.
Lecciones
“Si una cuenca
de las Sierras se foresta en una proporción muy grande, se produce
una merma en la cantidad de agua del río. Esto no quiere decir que
la forestación no se pueda hacer, pero las consecuencias pueden ser
complicadas si se foresta más de un 30 o 40 por ciento de la
cuenca”, precisó Jobbagy, consultado por La Voz.
Indicó que en la
zona serrana de pastizales, del total de lluvia llega un 20 o un 30
por ciento de agua al río. En cambio, cuando hay pinos en forma
masiva sólo llega un 15 por ciento.
“En el
Amazonas, los ríos reciben un aporte del 70 u 80 por ciento de la
lluvia caída, pero en las sierras cordobesas naturalmente el aporte
es bajo y es menor aún si se plantan árboles”, dijo Jobbagy.
Apuntó además
que, cuando se “cosechan” los árboles, vuelve a aumentar el
caudal de los ríos pero también la contaminación, por los
sedimentos liberados.
El investigador
señaló que, además de la merma en la cantidad de agua, los pinares
han disparado muchas invasiones de especies como la zarzamora, una
planta invasiva también exótica que crece debajo de ellos. Si se
removiera la forestación, ese sistema probablemente ya seguiría
consumiendo mucha agua.
Destacó además
que en los incendios serranos, cuando en lugar de pastizales hay
árboles (sobre todo exóticos), el fuego tiene más intensidad y
produce más daño en suelos y en aguas.
No al borde de
arroyos
Los
investigadores de la UNRC señalaron, en tanto, que para reducir el
impacto de la forestación en cursos de agua serranos, la primera
recomendación es no forestar hasta el borde de los arroyos ni en sus
nacientes.
“No es que no
haya que poner pinos en ningún lado, sino que puede definirse un
manejo para reducir impactos, como dejar un espacio libre alrededor
de los arroyos”, señaló Cibils Martina.
Las especialistas
marcaron la necesidad de contemplar las consecuencias sobre las áreas
que aportan agua a sitios clave para generar energía o consumo
urbano. Destacaron, además, que grupos de investigación de
Agronomía trabajan ahora para definir qué prácticas son adecuadas
y qué densidad de plantación es recomendable.
“Mientras los
pinos se ven como algo lindo para el paisaje, los dueños de los
campos, los gobiernos, los turistas, los empleados, todos aparecen
con intereses cruzados. Lo que para uno es beneficio, para otros trae
riesgo de incendios, por ejemplo”, acotaron. “No es fácil con
ningún problema ambiental llegar a un acuerdo, pero el camino es
tener en cuenta todos los intereses y ver las posibles prácticas de
manejo”, concluyeron.
Para el ojo
visitante, los pinares embellecen y suman verde a las Sierras. El
dilema está en el manejo adecuado. Las especies nativas son las que
mejor se adaptan a sus climas, suelos y fauna.
A la vez, sin
forestación alguna o sin pastizales que retengan los suelos, la
situación sería peor: el agua sólo correría hacia los ríos. Nada
de ella quedaría guardada y en verano las crecientes serían aún
mayores.
Fuente:
Denise Audrito, Advierten de que pinares sin control reducen caudal de ríos, 12/06/18, La Voz del Interior. Consultado 12/06/18.
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