Una vuelta al
mundo por algunos de los lugares que han conseguido hacer una gestión
sostenible de sus bosques y aumentar su producción agrícola sin
reducir la superficie foresta.
Hay más de 20
países que han conseguido hacer una gestión sostenible ejemplar de
sus bosques y que, a ojos de la FAO, son casos de éxito. Son
aquellos que entre 1990 y 2015 consiguieron el difícil equilibrio de
aumentar la producción agrícola sin disminuir sus terrenos
forestales. Estos son algunos de ellos:
Costa Rica
Nuestro primer
viaje nos lleva a las verdes tierras de Costa Rica que, con un
territorio que representa menos del 1 % del planeta, alberga alrededor
del 4 % de toda la biodiversidad conocida en el mundo. Costa Rica
posee bosque seco, páramo, bosque húmedo, selva virgen y manglar,
repartidos en 169 áreas protegidas. Pero por debajo de la imagen
paradisíaca, la explotación del medioambiente y el aumento
desrnfrenado de la actividad turística hicieron que en la década de
los cincuenta y hasta los noventa los índices de deforestación se
situaran entre los más altos del mundo.
Saltaron las
alarmas y el Gobierno costarricense decretó una serie de medidas
conservacionistas que finalmente han revertido la situación con un
aumento del 54% de la superficie forestal, convirtiendo a Costa Rica
en el único país centroamericano que ha hecho crecer sus bosques en
este siglo. En diciembre de 2014, los planes de Costa Rica fueron
alabados durante la Conferencia sobre el Cambio Climático celebrada
en Lima (Perú), y el entonces secretario general de Naciones Unidas,
Ban Ki-Moon, los puso de ejemplo y los calificó de “muy
ambiciosos”.
¿Qué modelo ha
manejado Costa Rica para poder presentarse como un ejemplo de gestión
eficaz y sostenible en todos los foros internacionales? Entre otros
factores, se han promovido cambios estructurales en el sector
agrícola que han beneficiado la protección de los bosques y se han
introducido controles jurídicos para evitar el cambio del bosque
natural a otros usos de la tierra (el 50 % de la superficie forestal
se encuentra en área estatal, la otra mitad está en manos
privadas).
Además, desde
1997 Costa Rica dispone de una financiación estable destinada a los
bosques a través de un sistema de pago por servicios ambientales que
ha permitido la plantación de 5,4 millones de árboles, la
protección de las cuencas hidrográficas y la reforestación de
especies nativas. La mayor parte de estos ingresos provienen de un
impuesto al consumo de combustibles fósiles.
Chile
Seguimos en
América Latina, pero ahora aterrizamos en Chile, en la provincia de
Osorno, donde los mapuches, los indígenas que desde tiempos
ancestrales habitan estas tierras, mantienen una relación muy
estrecha con la naturaleza. Ellos se consideran parte de la tierra,
no dueños de ella, y por eso la cuidan y la respetan.
Con esta
filosofía, en las comunidades de San Juan de la Costa, Río Negro y
Purranque, nueve comunidades indígenas se han unido para proteger
sus recursos naturales y al mismo tiempo trabajarlos de manera
sostenible, a través del ecoturismo, la agricultura de subsistencia
y la producción de tejuelas (pequeñas tejas) aprovechando los
árboles muertos de los bosques de alerce, una especie protegida y
con altísimas cualidades madereras.
Como esta gestión
sostenible puesta en marcha por los mapuches, Chile mantiene a lo
largo de todo su territorio un modelo que ha conseguido aumentar el
rendimiento agrícola en sus bosques. El reto no es fácil: Chile es
un país especialmente sensible al cambio climático y con numerosos
incendios forestales a lo largo del año, incluida la provincia de
Osorno, donde los mapuches han expresado en varias ocasiones su
preocupación por el incremento de los fuegos en la zona debido a los
desechos altamente inflamables que dejan algunas de las empresas que
explotan la zona.
El modelo chileno
se basa en el establecimiento de una política forestal que ha
impulsado la silvicultura (es decir: el conjunto de actividades
relacionadas con el cultivo, el cuidado y la explotación de los
bosques), la industrialización y el aprovechamiento integral de los
recursos forestales.
Los bosques
nativos de Chile se han situado en el centro de esta serie de
acciones. La revalorización del bosque nativo ha sido el catalizador
del incremento de la productividad y la producción de bienes y
servicios, como aporte significativo al desarrollo económico y
social del país. Crucial es en este sentido la llamada Ley sobre
recuperación del bosque nativo y fomento forestal, promulgada para
regular la protección, la recuperación y el mejoramiento de los
bosques nativos, con el fin de asegurar la sostenibilidad forestal y
la política ambiental.
A través de este
corpus legal basado en la valorización de los recursos forestales
propios, Chile ha sido capaz de un desarrollo forestal que ha
conseguido disminuir las brechas sociales y tecnológicas, y ha
mejorado las condiciones y la calidad de vida de los trabajadores
forestales y sus familias, respetando la tradición y cultura de las
comunidades campesinas e indígenas.
Gambia
Cambiamos de
continente y de los bosques nativos de Chile llegamos a Gambia, el
país más pequeño del África continental, con una superficie
equivalente a la de la región de Murcia (10.000 kilómetros
cuadrados). Como en el caso de Costa Rica, la elevada deforestación
y la transformación de los bosques en sábanas de arbustos obligó a
la Administración a cambiar las políticas forestales para que el
efecto no fuese irreversible. Ello tenía una base lógica: la
mayoría de los gambianos vive cerca de los bosques y subsiste
gracias a sus recursos.
En este caso, el
Gobierno de Gambia apostó por trabajar de manera muy estrecha con
las comunidades locales, transfiriéndoles la propiedad de los
bosques y encargándoles su conservación de manera participativa. Es
decir, cada poblado establece un Comité del Bosque, formado por
hombres y mujeres de la comunidad, que se encarga de gestionar el
área forestal.
Esta gestión
participativa de los bosques se ha combinado con un aumento de la
superficie de tierra cultivable que ha hecho incrementar la
producción de arroz lo que, a su vez, ha permitido mejorar la
alimentación de la población. Además, para solucionar el grave
problema que supone la sequía, el país ha financiado también
proyectos de gestión de terrenos agrícolas y de recursos hídricos.
Ghana
Seguimos en
África, y de Gambia pasamos a Ghana, bañado por las aguas del
Océano Atlántico y con más de 200 reservas forestales llenas de
bosques considerados sagrados por la población. Ghana, con una meta
de crecimiento de la producción agrícola del 6 %, basó su modelo en
mejorar el acceso a los alimentos de la población gracias a unas
inversiones que han duplicado la productividad de los cultivos, en
lugar de basarse en la expansión de la tierra.
Georgia
Continuamos la
vuelta al mundo y volvemos a saltar de continente para hacer ahora
parada en Georgia, un país situado en el límite entre Europa y
Asia, y donde se encuentra una biodiversidad sorprendente que engloba
más de 400 especies de árboles y arbustos. Su belleza paisajística
fue admirada por escritores como Alejandro Dumas y León Tolstoi,
pero la deforestación terminó arrasando con ese paisaje de ensueño
y secó los suelos fértiles.
La población
mantiene un vínculo muy especial con los bosques, que cubren algo
más del 40% de la superficie total de Georgia, y es habitual que los
niños acudan a ellos a recibir clases de Biología a cielo abierto y
que los habitantes de las aldeas tengan en los productos del bosque
su principal fuente de ingreso (casi la mitad de la población vive
en zonas rurales).
Para la
recuperación del entorno ha sido crucial la migración lejos de las
zonas forestales, que ha reducido la presión sobre los bosques en
cuanto a tala y pastoreo. Su modelo de gestión sostenible de los
bosques se ha basado, sobre todo, en priorizar dentro del Gobierno la
protección del monte junto al desarrollo agrícola.
De este modo, el
Ejecutivo ha aumentado la inversión, ha elaborado un nuevo código
forestal y ha desarrollado una serie de políticas donde han
participado todas las partes implicadas. A mantener una gestión
respetuosa de los bosques ha ayudado también la estabilidad política
y la apuesta por una producción agrícola modernizada y sostenible.
Esta ha aumentado con investigación y desarrollo, inversiones en
infraestructura, aplicación de fertilizantes y apoyo a los pequeños
productores. Además, se han promovido las inversiones del sector
privado en las plantaciones y se han introducido políticas
destinadas a salvaguardar los intereses de las comunidades y las
pequeñas y medianas empresas forestales.
Túnez
Llegamos a Túnez
y su bosque mediterráneo, mucho más seco que el de España, con una
baja producción maderera y muy vulnerable al fuego. Como en casos
anteriores, este modelo ha apostado por poner en el centro de las
políticas al hombre y su relación con el bosque. No ha sido fácil:
tradicionalmente en Túnez los habitantes de los bosques han sido
vistos como obstáculos hacia un desarrollo más sostenible por culpa
de las prácticas dirigidas a favorecer su subsistencia.
Se podía haber
optado por un modelo de expulsión de estos vecinos, pero el modelo
ha apostado finalmente por la colaboración. Así, los habitantes del
entorno han pasado a ser partícipes del desarrollo forestal y a
tener una relación fluida con los agentes forestales, que antes eran
algo así como el órgano represor.
A todo ello hay
que sumar otros factores de éxito en la gestión de los montes, como
unos planes de desarrollo nacionales que reconocen los beneficios de
los bosques y que se han convertido en una prioridad política. De
esta manera, los bosques forman parte de la política agrícola con
el objetivo de conservar los recursos forestales, proteger los
terrenos agrícolas frente a la erosión, evitar el riesgo de
inundación y aumentar la producción. Esta, además, se ha
incrementado con sistemas de riego, fertilizantes, mecanización y
semillas mejoradas.
Vietnam
Avanzamos ahora
por territorio asiático y hacemos una última parada en el bosque de
Dong Bu, un espacio de 250 hectáreas situado en Vietnam, donde un
grupo de familias muy unidas al bosque recibe formación sobre
métodos de cultivo y protección del entorno. Después de dicho
entrenamiento, las familias tienen derecho a usar el bosque y la
tierra, pero tam bién están obligadas a firmar con las autoridades
un documento por el que se comprometen a cuidar de la zona.
El Gobierno de
Vietnam ha puesto a estos y otros hogares agrícolas en el centro de
su modelo de gestión sostenible. En 1990 el país era uno de los más
pobres del mundo, pero en las últimas décadas la seguridad
alimentaria se ha incrementado de forma significativa y ha pasado de
ser un importador neto de alimentos básicos a ser uno de los
principales exportadores de arroz a nivel mundial. Su reforma ha
situado a las familias que viven de la agricultura en el centro de
las actividades económicas y ha transformado las empresas forestales
estatales en empresas de tipo comercial.
Como hemos visto
en los casos de Túnez o de Ghana, ha existido voluntad política
para mantener e incrementar la cubierta forestal. La política sobre
agricultura se ha dirigido a aumentar la productividad, con
exenciones de impuestos sobre la tierra, préstamos en condiciones
favorables, promoción de las exportaciones, garantías de precios y
apoyo a la mecanización.
Este texto es un
extracto de uno de los artículos incluidos en el sexto libro de la
colección El estado del planeta, editada conjuntamente por la FAO y
EL PAÍS. Cada domingo se puede conseguir en los quioscos por 1,95€
y, además, por correo electrónico y aquí en El País.
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Fuente:
Países que gestionan bien los bosques, 26/05/18, El País. Consultado 26/05/18.
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