Qué hay detrás
del plan del gobierno porteño de volver a quemar basura. Cada una de
las siete plantas que el macrismo pretende instalar tendrá un costo
millonario en dólares, que deberán generarse con nueva deuda
pública. Con apenas el 4 por ciento de ese presupuesto se podrían
instalar 40 centros de reducción de residuos.
por Gisela
Marziotta
El negocio detrás
del proyecto para volver a incinerar la basura en la ciudad de Buenos
Aires es millonario. Según los especialistas, cada planta que se
pretende instalar tendría un costo de alrededor de 500 millones de
dólares y el proyecto del gobierno porteño contempla un total de
siete. La ciudad de Buenos Aires va a tener que endeudarse para poder
llevar adelante la propuesta del oficialismo que se debate por estas
horas en la Legislatura. Los especialistas coinciden en que con el 4
por ciento que costarán las plantas para incinerar se podrían
instalar por lo menos 40 centros verdes para avanzar con la reducción
de residuos, sobre todo, teniendo en cuenta que quemar basura es una
práctica que se está abandonando en el resto del mundo porque
afecta al medio ambiente.
Alicia Montoya,
responsable del equipo técnico de la Cooperativa El Alamo, una de
las organizaciones ambientales que trabajan por el reciclado y la
recuperación de residuos y que generan puestos de trabajo que están
en riesgo a partir de este proyecto, aseguró que la
termovalorización esconde un “negocio” y es el término
“maquillado” de para volver a quemar de basura. El gobierno de la
ciudad pretende “habilitar un negocio con quien gane la licitación
internacional que están preparando” porque “dicen que van a
poner un incinerador, que ese incinerador va a absorber toda la
basura que llega hoy al relleno sanitario y que no van a tocar lo que
rellenan las cooperativas”, señaló.
“A esto le
agregan que van a generar energía y que va a tener un filtro
extraordinario que lo vamos a poder seguir con nuestro smartphone
para ver que hay cero contaminación. Todo eso es una mentira, porque
cuando se concesiona el servicio del incinerador está quien va a
operarlo, y se va a tener que pagar por cada tonelada que procese”,
argumentó.
Desde Greenpeace,
su director, Diego Salas, coincidió en que “maquillan la quema de
basura bajo el concepto de termovalorización” y aclaró que en
realidad “no es una manera de generar energía sustentable como
intentan venderlo”.
“Es quemar
basura. Bajo este concepto de termovalorización nos pretenden
esconder lo que realmente está pasando, la quema de basura que
atenta directamente contra un sistema de reciclaje que es una de las
bases de la Ley de Basura Cero. Los principales productos que más
energía generarían a través de su quema son los que hoy se
deberían estar reciclando”, enfatizó en diálogo con PáginaI12.
En ese sentido,
subrayó que todo lo que se hizo desde 2007, cuando comenzó a estar
vigente la ley de Basura Cero, hasta hoy, “fue gracias al esfuerzo
de los recuperadores urbanos”. “El gobierno prestó pocos
servicios de esto y no le puso la energía necesaria para cumplir con
los pasos que se establecía en la norma, que dice que a 2018
deberíamos haber reducido en un 75 por ciento la basura que
enterramos en el conurbano bonaerense y sólo redujimos un 30 por
ciento”, remarcó.
Para la
legisladora de Unidad Ciudadana Andrea Conde, los porteños son
“víctimas de la perversidad PRO, que durante todo este tiempo no
cumplió ni con la primera de las metas que establecía la Ley de
Basura Cero, que era disminuir el 30 por ciento de los desechos
depositados en rellenos sanitarios para el año 2010”.
“La deficiencia
en el desarrollo de la política se evidencia claramente. No se puede
fortalecer la separación de residuos en origen o mejorar las
condiciones del sector cartonero, si el Gobierno de la Ciudad destina
sólo un 10 por ciento del total del presupuesto de gestión de los
residuos al sistema de reciclado. Entonces, en vez de revisar su
política, proponen incinerar la basura, lo cual es una contradicción
absoluta con el espíritu de la ley. Con este proyecto lo que están
enterrando es avanzar en la política de reciclado y la ciudad
verde”, aseguró Conde.
“La quema de
basura pasó a llamarse incineración y ahora la quieren rebautizar
como termovalorización energética. El nombre edulcorado no oculta
los riesgos que este procedimiento implica debido a la liberación de
dioxinas y furanos, reconocidos contaminantes orgánicos persistentes
y cancerígenos”, concluyó la legisladora.
Nadia Mazzeo, del
Programa de Desarrollo de Tecnologías para Residuos Sólidos
Urbanos, Gerencia de Calidad, Metrología y Ambiente del INTI,
explicó a PáginaI12 que la termovalorización “es la valorización
térmica de los residuos. Es decir que, por combustión o por algún
proceso fisico-químico, como la hidrólisis, se transforma la
materia en energía (calor o electricidad)”.
Desde el
Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana
(Isepci), Silvia Ferreyra planteó que no es cierto lo que dice el
gobierno porteño acerca de que no puede seguir avanzando en la
aplicación de la ley así como está y por eso la propuesta de
volver a quemar basura.
“Eso no está
agotado, nosotros desde hace diez años que venimos anticipando que
si no se reduce la cantidad de residuos se llega a este momento con
todos los rellenos sanitarios colapsados, pero lo que se propone no
es una solución reparadora sino que además nos incide en una
alternativa mucho más contaminante y muchísimo más costosa”,
enfatizó.
Según Ferreyra,
una sola planta de estas siete que se quieren instalar sale alrededor
de 500 millones de dólares (es lo que cuestan en Europa). “Con un
4 por ciento de ese valor, se podrían instalar por lo menos 40
centros verdes en los distintos distritos para poder avanzar con el
reciclado”, indicó.
Si bien es cierto
que algunos países europeos utilizan incineradores, también es una
realidad que muchos de ellos y la Unión Europea los están dejando
de lado por opciones más eficientes como el reciclaje y el
compostaje. En enero de 2017 la Comisión Europea publicó su
posición sobre el rol de la incineración en la economía circular,
en la que instó a los países a priorizar las políticas de
reducción y reciclado de residuos y a desalentar el uso de la
incineración.
El documento
destaca que “la inversión en nuevas capacidades de tratamiento de
residuos debe encuadrarse en una perspectiva a largo plazo de
economía circular y debe ser coherente con la jerarquía de residuos
de la UE, que clasifica las opciones para gestionar los residuos
según su sostenibilidad y concede la máxima prioridad a la
prevención y el reciclado de los residuos”. También llama a los
países con nula capacidad de incineración a “dar prioridad al
desarrollo de sistemas de recogida selectiva e infraestructuras de
reciclado en consonancia con la legislación”, e indica a aquellos
países con altos porcentajes de incineración que “tasas tan altas
son incoherentes con objetivos de reciclado más ambiciosos”, por
lo que propone introducir o aumentar impuestos a la incineración,
eliminar los subsidios a esta tecnología, imponer una moratoria
sobre nuevas instalaciones y desmantelar las más obsoletas.
Un informe de
Iatasa, de la Cámara Argentina de la Construcción, sostiene que el
mayor desafío ambiental del Area Metropolitana de Buenos Aires
(AMBA) para los próximos años está directamente relacionado con la
gestión y disposición final de los Residuos Sólidos Urbanos que se
generan en él.
Además del
negocio detrás de la termovalorización y su impacto ambiental, más
de 6 mil personas perderían su trabajo si se aprueba el proyecto del
oficialismo. “Las cooperativas hoy intervienen sobre la generación
de residuos domiciliarios, comerciales e industriales asimilables a
domiciliarios, nosotros no recolectamos ni patogénicos ni residuos
peligrosos”, explicó Montoya.
“Tenemos un
contrato con la Ciudad que dice que cada cooperativa tiene una zona
de trabajo y tiene la exclusividad en la gestión de los residuos
reciclables. Colectamos ese material, lo llevamos a plantas de
tratamiento, se separa, no es basura, es material separado de origen:
plástico, cartón, vidrio, metal. Entonces se separa, se acondiciona
según el tipo de material e ingresa a la industria recicladora como
materia prima”, describió Montoya el trabajo que realizan desde
las distintas cooperativas y que está en riesgo.
En ese mismo
sentido, aseguró que “es un enorme salto hacia atrás en la
política ambiental y socio ambiental” la idea de volver a quemar
basura, y remarcó que “en cada puesto de trabajo que se genera en
una cooperativa, tenés por lo menos cinco puestos de trabajo
indirectos. Hoy en toda la Ciudad más o menos hay seis mil personas
que integran las cooperativas, así que estás hablando de 30 mil
puestos indirectos, que en general son pymes”.
“No es un
problema de cartoneros, es un problema de la ciudadanía. De calidad
de vida, de enfermedad a largo plazo”, concluyó Montoya.
“Es una ley de
referencia”
por Gisela
Marziotta
Silvia Ferreyra,
del Instituto de Investigación Social, Económica y Política
(Isepci), aseguró que la Ciudad “se va a tener que endeudar para
llevar adelante las plantas de incineración”, y sostuvo que la
propuesta va a contramano de lo que pasa en el mundo, donde se
desalienta este tipo de práctica.
- ¿Qué hay
detrás de la modificación de esta ley?
- Desde hace
mucho tiempo el Gobierno porteño viene haciendo intentos para poder
avanzar hacia otra estrategia para la disposición final de los
residuos y a fines del año pasado han tomado la decisión de
acelerar los tiempos. Lo más preocupante es que se modifique la Ley
de Basura Cero, que es una ley de referencia clara para un montón de
ciudades, de nuestro país y países vecinos, que se la modifique
para poder habilitar la incineración de los residuos, aun siendo por
captación de energía. Y por otro lado, que la iniciativa para poder
llevar adelante estas tecnologías las lleve la propia Ceamse, una
sociedad del Estado, que actualmente tiene la mayoría de los
residuos que se tratan en el país. Es el centro de disposición
final, el relleno sanitario más grande del país, que abarca todas
estas jurisdicciones. No solamente va a implantar este tipo de
plantas de incineración para la Ciudad sino que va a tomarlo como
política de gestión para la disposición final de todos los
residuos.
- ¿Qué está
sucediendo con estos incineradores en el resto del mundo?
- La Comunidad
Europea ha mandado recomendaciones a los distintos estados para que
empiecen a quitarle los subsidios a estas empresas, a estas
estrategias de generación porque a la larga desalientan la reducción
y el reciclado. A la larga vieron que podían ser contraproducentes a
las estrategias de economía circular que rigen para la disposición
final en esos países. Y acá, el Gobierno lo presenta como
tecnología de avanzada cuando allá que hace años lo vienen
utilizando y lo están desalentando porque va a contramano de la
estrategia de reducción y reciclado. Que encima nosotros acá
tenemos una realidad muy distinta, porque el régimen que nosotros
tenemos se valoriza por tonelada recibida, entonces lógicamente una
planta de incineración que cobra por tonelada de residuos, cómo va
a tener un estímulo para disminuir si cobra por tonelada. Eso no se
aclara en el proyecto.
- ¿Esto
significaría la desaparición de las cooperativas?
- Si se utiliza
muchos reciclables para optimizar la cantidad de energía que puedan
producir la incineración, esos reciclables van a estar en
contradicción con lo que necesiten los recicladores para sus propias
fuentes de trabajo. Y por otro lado es un despropósito porque
nosotros todavía no estamos ni cerca del techo de establecer
sistemas de recuperación y reciclado. Nosotros estamos reciclando
mucho menos del 10 por ciento del total de los residuos cuando en
Europa están reciclando cerca del 70 por ciento con los sistemas de
recuperación y reciclado. Si alentamos la incineración, es muy
difícil que esa tasa vaya a crecer. No entra en la cabeza pensar que
esa energía es renovable, cuando nosotros estamos quemando un montón
de materiales que podrían volver a insertarse en el mercado
ahorrando todo el ciclo de energía, ahorrando petróleo, ahorrando
electricidad, ahorrando materia prima, no tiene sentido que nosotros
digamos: optemos por este tipo de energía obtenida de residuos para
insertarlo en la red de energía de los hogares cuando por otro lado
eso nos está costando fabricar más plástico, fabricar más papel.
- ¿En qué
afectaría esta modificación al medio ambiente?
- Tenemos la Ley
de Basura Cero que plantea metas de reducción y de residuos a
rellenos sanitarios, a disposición final. Hoy no está agotada esta
ley. El Gobierno dice que no puede seguir reduciendo, entonces en
función de eso cambia los objetivos, porque pone objetivos más
realizables, que es lo que hace con el proyecto de modificación y
habilita como estrategia de disposición final la incineración para
poder reducir la cantidad de volúmenes que pueda tratar la Ceamse y
no enviarlos a rellenos sanitarios. Hace 10 años que anticipamos que
lógicamente si no se reduce la cantidad de residuos se llega a este
momento con todos los rellenos sanitarios colapsados, pero lo que se
propone no es una solución reparadora y que vaya a disminuirse la
cantidad de residuos ni que vaya a cumplir ni siquiera las nuevas
metas de reducción. Además, lleva a una alternativa mucho más
contaminante y muchísimo más costosa. La tecnología de
incineración es mucho más cara que la que se requiere para enterrar
la basura. No es menor esta alerta que tienen los cartoneros al
pensar que están en riesgo sus fuentes de trabajo y su propia
existencia.
El dilema de los
residuos
por Gisela
Marziotta
Qué hacer con
los residuos domésticos es un interrogante que se viene planteando
la humanidad desde que construyó viviendas, se hizo sedentaria y
empezó a generar desperdicios. Desde entonces y hasta la actualidad,
la basura es un problema para la sociedad y para el medio ambiente.
A lo largo de la
historia, las autoridades tuvieron varios intentos de ordenar la
disposición y el procesamiento de los residuos y debieron
enfrentarse a la indiferencia de los ciudadanos, las dificultades
para encontrar técnicas apropiadas de manejo de los residuos y la
necesidad de invertir una gran parte de los impuestos para encontrar
una solución.
Según un estudio
de alumnos de la Facultad de Agronomía de la UBA, la enorme
producción de residuos domésticos en las grandes ciudades conforma
una de las preocupaciones ambientales más importantes de la sociedad
actual. Esa preocupación no sólo se origina en la necesidad de
encontrar sitios apropiados, cada vez más escasos, donde
depositarlos, sino también de reducir el consumo de recursos
naturales usados para envases y otros propósitos.
En este contexto
se trabaja internacionalmente bajo el concepto de Basura Cero. “Este
concepto busca hacer frente a la problemática de los residuos de
manera integral, holística y sistémica. Es un concepto que enfatiza
y pone sus esfuerzos en estrategias preventivas por sobre las
estrategias de gestión y mitigación, lo que lo hace tan eficiente,
si es implementado de manera correcta. Por otra parte, el carácter
social que posee lo hace único y se diferencia de proyectos
únicamente enfocados en la gestión de residuos y el lucro que puede
obtenerse de ellos”, explicó a este diario Macarena Guajardo
Mavroski, directora ejecutiva de la Fundación Basura de Chile.
Mavroski destacó
que la Argentina tenga una ley específica y consideró que
modificarla sería “lamentable” porque generaría una serie de
impactos “irreversibles para el ecosistema y los objetivos socio
ambientales”.
“Permitir la
instalación de cualquier tipo de infraestructura de quema de basura
en cualquiera de sus tipologías (pirólisis, gasificación,
incineración, coprocesamiento, etc) significa seguir avalando e
inclusive subvencionando el ciclo de producción y consumo lineal que
nos tiene con un sobregiro ecológico sin precedentes”, afirmó.
Entradas
relacionadas:
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Fuentes:
Gisela Marziotta, En lugar de ciudad verde, un negocio en billetes verdes, 19/04/18, Página/12. Consultado 20/04/18.
Gisela Marziotta, “Es una ley de referencia”, 19/04/18, Página/12. Consultado 20/04/18.
Gisela Marziotta, El dilema de los residuos, 19/04/18, Página/12. Consultado 20/04/18.
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