miércoles, 18 de abril de 2018

“El agronegocio está enfermando a la población y destruyendo el ambiente”

Lo dijo el abogado y docente de la UBA Marcos Filardi, quien visitó la ciudad de Río Cuarto para una capacitación que centró en la soberanía alimentaria. “Todos sufrimos la contaminación originada en el campo”, señaló.

Para el ambientalista Marcos Filardi el modelo dominante de producción agropecuaria está “enfermando a la población y destruyendo el ambiente”. En su paso por la ciudad, el especialista advirtió sobre el profundo impacto que tiene el sistema productivo sobre la salud de la población y sobre los ecosistemas, por el uso indiscriminado de agrotóxicos, transgénicos y el esquema de distribución de alimentos como mercancías.

Filardi es abogado especializado en Derechos Humanos y miembro de la cátedra libre de Soberanía Alimentaria de la Escuela de Nutrición de la UBA. El martes y miércoles de la semana pasada brindó una capacitación centrada en el derecho a la alimentación y el modelo de agronegocios, organizada por la cátedra abierta de Soberanía Alimentaria de la Universidad.

El agronegocio es el modelo dominante en todo el país, y Río Cuarto es un exponente de eso, basado en la exportación, el supermercadismo como forma de distribución de alimentos, y en la circulación de los alimentos como mercancías. Descansa en el uso de organismos genéticamente modificados. Argentina es el tercer exportador mundial de transgénicos, que hoy ocupan el 75 por ciento de la superficie cultivada del país. A eso hay que sumarle lo que se denomina el paquete tecnológico asociado, que implica por ejemplo el uso indiscriminado de 400 millones de litros de agrotóxicos por año”, expone Filardi.


Derecho a la alimentación

¿Qué impacto tiene sobre el ambiente y la salud humana?

A nuestro criterio, constituye una violación a los derechos humanos. Destruye el derecho a una alimentación adecuada, porque afecta la disponibilidad, la accesibilidad, la adecuación y la sustentabilidad de nuestra alimentación. Esto hace que, en el país que se jacta de exportar alimentos para 400 millones de personas, tenemos situaciones de desnutrición aguda en diferentes puntos del territorio, y un 60 por ciento de malnutrición. Por otro lado, somete a nuestros pueblos rurales fumigados -entre 12 y 14 millones de personas- a condiciones de vida que están acarreando su muerte, a través del aumento de los cánceres, malformaciones, trastornos del sistema endócrino, trastornos del sistema neurológico, de la fertilidad -con abortos espontáneos, enfermedades de la piel y respiratorias. Pero el impacto, al final, les llega a los 45 millones de habitantes del país porque los alimentos que comemos están contaminados y también lo están el aire y el agua. Como si esto fuera poco, este sistema convirtió a la Argentina en uno de los países con mayores índices de desforestación de América Latina y del Mundo. Y esto afecta también la regulación del ciclo del agua. No es casual que la mitad de la superficie estuvo bajo el agua durante el año pasado. Si se desmonta un bosque para sembrar soja, un cultivo de raíces pequeñas y que necesita barbecho químico, generamos la condiciones ideales para la inundación. Y también se contamina el agua, esencial para la vida humana.

Ante semejante cuadro de situación, ¿por qué no aparece el Estado?


A pesar de todas las consecuencias negativas de este modelo, este sistema de producción persiste porque está sostenido por grandes intereses. Esos intereses son los de las grandes empresas cerealeras, altamente concentradas, las industrias de insumos agropecuarios como las semilleras y las fabricantes de agrotóxicos, los hipermercados y supermercados, la industria alimentaria, la farmacéutica, las petroleras y dinamizado por el sistema financiero. Hablamos de los intereses más grandes del capitalismo global, entrelazados entre sí para mantener este modelo. Y esos intereses a su vez tienen ramificaciones políticas en todos los niveles: financian las campañas y los gobiernos, financian la pauta publicitaria de los grandes medios, y por eso estos temas no se debaten en esos medios.

¿Hay alternativas al modelo dominante?

Se puede producir sin fertilizantes sintéticos, sin insumos químicos, sin transgénicos ni agrotóxicos. Es la agroecología en todas sus formas. Eso es necesario, es posible y tiene diferentes expresiones en nuestro país. También hay otra manera posible de distribuir los alimentos, por fuera del esquema del súper e hipermercadismo; acercar al productor con el consumidor y achicar las cadenas de comercialización. La apuesta central de la soberanía alimentaria pone en el centro del sistema productivo a la agricultura familiar, campesina e indígena. Por eso, hay que entender que el acceso a la tierra, al agua y a las semillas son derechos fundamentales, indispensables para el ejercicio de la soberanía alimentaria.

La energía del hambre”

¿Cómo entiende el uso de alimentos como el maíz para producir energía?

Siempre escuchamos que cada vez hay más bocas para alimentar y por eso es necesario avanzar en este esquema de agricultura industrial, concentrada y de agronegocios porque, de lo contrario, no podríamos alimentar al mundo. Pero lo cierto es que este sistema no está pensado para alimentar al mundo. Tan es así que el 25 por ciento de toda la cosecha de granos que se hace en Argentina se destina a la producción de agrocombustibles. Nosotros decimos que esta es la energía del hambre, porque son granos o tierras que estarían perfectamente disponibles para la producción alimentaria, y en lugar de eso se utilizan para llenar los tanques de nafta de los europeos. Es muy importante tener en claro cuál es el destino de nuestros cereales. Se necesitan 200 kilos de maíz para llenar un tanque de agrocombustible. Con esa cantidad de granos se puede alimentar a una persona durante un año. A cultivos o tierras disponibles para la producción de alimentos los utilizamos para producir energía, que por otro lado tampoco es limpia, que tampoco es verde.

Fuente:
“El agronegocio está enfermando a la población y destruyendo el ambiente”, 16/04/18, El Puntal de Río Cuarto. Consultado 18/04/18.

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