Consciente de
cómo el calentamiento global está dañando el planeta, la
investigadora de corales, Kim Cobb, planea recortar su huella de
carbono en su vida privada y profesional.
por Bob Berwyn
Para Kim Cobb,
2017 fue un año decisivo en la lucha contra el cambio climático.
Como investigadora del Instituto de Tecnología de Georgia (Georgia
Tech University, en inglés), en los Estados Unidos, decidió dar los
primeros pasos para reducir su huella de carbono. No sólo en el
trabajo, sino también en su vida privada.
"Pensé que
ya estaba haciendo lo suficiente por ser climatóloga durante 14
años”, cuenta Cobb a DW. No obstante, con la elección de Donald
Trump, como Presidente de Estados Unidos, sus sentimientos cambiaron
drásticamente. "Recibí la noticia en mi lugar de investigación
en el Pacífico. Estábamos examinando un arrecife de coral, que
acababa de ser víctima del calentamiento global. El resultado de las
elecciones fue una conmoción para nosotros y creo que causó una
profunda impresión en quienes trabajamos en el estudio del clima y
en políticas climáticas. Para mí personalmente fue el comienzo de
una profunda depresión de dos meses”, explica.
Trump ha
rechazado repetidamente el cambio climático como un engaño. Para
Cobb, su elección hizo que todo su esfuerzo y trabajo parecieran
"insuficientes”. "Cuando regresé de la expedición,
tuve la sensación de que la mayor parte de Estados Unidos simplemente seguía
adelante, pero tuve problemas para levantarme de la cama durante dos
meses. Procuraba aferrarme a cualquier cosa para seguir adelante”,
aclara.
El punto de
inflexión llegó el día de año nuevo de 2017, coincidiendo con el
cumpleaños de sus hijas gemelas. El reencuentro con la familia, los
colegas y la comunidad fue la motivación que necesitaba para dar un
paso más en cuanto al calentamiento global a nivel personal y
profesional.
"Tenía
claro que la política nacional, al menos a corto plazo, no se iba a
ocupar de la inacción de su propia huella de carbono”, comenta.
Desde principios
de 2017, en lugar de usar el automóvil, Cobb y sus hijas caminan una
milla (1,6 kilómetros) para ir a la escuela, y ella va en bicicleta
al trabajo 3 millas (8,83 kilómetros). Igualmente, convenció a su
esposo para reducir el uso del auto, al menos a la mitad del tiempo.
"También empecé a usar productos de higiene reutilizables,
como la copa menstrual, ya que la menstruación es un gran negocio
para el carbono. Hemos reemplazado todas nuestras luces por lámparas
LED, no sólo en nuestra casa, sino también en la casa de mi hermana
y de mis padres. Además, hemos cambiado a energías renovables al
cien por cien, que sólo cuestan un céntimo más por kilovatio
hora”, explica.
Asimsimo, Cobb
intenta compensar las emisiones de carbono de todos sus viajes
aéreos, que ascienden a varios miles de dólares haciendo una
donación a "Trees Atlanta”, una organización sin ánimo de
lucro que conserva y expande el bosque urbano de la ciudad
estadounidense. Desde enero de 2018, su familia se alimenta
principalmente de forma vegetariana, ahorrando así varias toneladas
de emisiones de CO2.
Según Cobb hay
maneras efectivas e indirectas de dirigir a la sociedad hacia una
disminución colectiva de los gases de efecto invernadero, que es
necesaria para evitar el catastrófico calentamiento global. "Como
climatóloga, con cierta visión de futuro, te preguntas si estás
haciendo todo lo posible para inspirar a tus amigos, familiares y
público en general a reducir su huella”, reflexiona.
"Tenemos que
hablar sobre las soluciones al cambio climático, en lugar de seguir
quejándonos sobre el problema. La gente necesita ver una salida y
sentir que sus acciones importan”, explica Cobb. "Necesitan
inspiración, liderazgo y un sentido de acción colectiva. Y los
científicos pueden jugar un papel clave en la construcción de ese
impulso”, concluye.
Fuente:
Bob Berwyn, Kim Cobb: activista para el clima con una visión baja en carbono, 06/03/18, Deutsche Welle.
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