lunes, 26 de febrero de 2018

Yatán, la hermana desconocida de la Quebrada del Condorito

Es uno de los sitios más impactantes de las Sierras. Pero no hay caminos de acceso y sólo se llega por senderos, a pie o a caballo. Bosques de tabaquillos, el vuelo de los cóndores y la vista de media provincia desde sus alturas.

Un prolongado vuelo en círculo de cinco cóndores, que permitían disfrutar ese planeo perfecto a escasos metros de ellos, se convirtió en el epílogo casi guionado de la travesía a la Quebrada del Yatán. Se trata de uno de los espacios naturales más impactantes de Córdoba por su belleza agreste. Pero también, de los menos conocidos y explotados, por lo complejo que resulta llegar.

Recorrer los escarpados 13 kilómetros sin caminos que lo separan de La Cumbrecita, a pie o a caballo, vale la pena. Los dolores musculares se mitigan con la belleza que dispara cada escena. En vehículo, olvídese: a ese rincón no se llega de ese modo.

Elevada a unos 1.830 metros, la quebrada se extiende a lo largo de dos laderas casi verticales. Una, que recibe más humedad, está sembrada de tabaquillos, ese vistoso árbol autóctono que es una reliquia de la zona serrana alta.

La Quebrada del Yatán parece una hermana, casi melliza, de su vecina Quebrada del Condorito, más conocida por ser el único parque nacional en Córdoba. Está unos kilómetros más al sur pero se emparentan en paisaje, en fauna y en flora. Se encuentran ambas dentro de la reserva natural Pampa de Achala, una planicie de altura que actúa como reservorio de agua de todo el territorio cordobés.

Entre medio de los macizos corre el río Yatán, formado de la unión de los ríos Paso de Garay y Atalaya. En un extremo de la quebrada parecen diseñadas para la postal tres cascadas encadenadas, que añaden una pincelada más, por si hiciera falta.

El Yatán termina uniéndose con el río Corralejos para formar Los Espinillos, y desembocar en Los Molinos. Ese lago se puede observar en toda su dimensión desde la altura sobre la que se camina para llegar a la quebrada.

Pare y mire
El periplo hasta llegar es tan imponente como el desenlace. En el trayecto se sube unos 700 metros, partiendo desde los 1.400 de La Cumbrecita. Comienza en un tramo ascendente y pedregoso, hasta entrar en el extremo sur de la Pampa de Achala. Se intercalan algunos tramos llanos con pajonales y otros de laderas abruptas y forestaciones con caminitos plagados de zarzamoras. Se cruzan arroyos y ríos. Los matices son nutridos y diversos. Las vistas panorámicas obligan a detenerse varias veces.

Roberto Molina (36), guía y lugareño, brinda los detalles que no se leen en los libros de geografía ni aparecen en internet. “Es uno de los lugares menos conocidos de Córdoba y de los menos explotados, por la distancia y porque no hay paraje ni refugio en su camino, lo que lo hace más salvaje”, apunta.

Medio centenar de familias habitaban los puestos de las inmediaciones, que en su mayoría están desde hace años abandonados. Sólo quedan algunos, dispersos. En los corrales hechos de pircas, piedra sobre piedra, sólo habita el recuerdo de las majadas que criaban las familias serranas.

Eran otras épocas. Donde había pavas calentando al fuego, hoy sólo se ven taperas derruidas y siempre un bosquecito alrededor, poblado con al menos un sauce mimbre, “árbol que permite sombra en verano y leña en invierno”, comenta Juan Manuel Busaniche, coordinador de Turismo Alternativo en La Cumbrecita.

Hora y media antes de llegar a la quebrada, Ramón Giménez (62) aparece con su camisa desprendida y un caballo a tiro. Es yerno de Justiniano Rosales, el ya fallecido dueño del puesto cercano a Paso de Garay. También está deshabitado, como tantos otros. Ramón expone una historia repetida en las sierras altas: “Los más viejos fueron falleciendo y los más jóvenes se empezaron a ir, somos pocos los que quedamos. Se va perdiendo la tradición porque a los jóvenes no les interesa mucho quedarse”, opina.

Ramón ya no habita ese sitio, pero da unas vueltas para cuidar el puesto, de varias construcciones cerradas con candados.

Refugio del cóndor
Águilas moras, jotes, loicas y yales plomizos integran el nutrido catálogo de aves que enriquece la zona y que uno cruza a lo largo del camino. Pero el plato fuerte es el avistaje de cóndores: en lo más alto de la quebrada es un espectáculo casi asegurado e increíblemente a mano.

Con sus alas abiertas, algunos ejemplares llegan a los tres metros. En peligro de extinción en algunas regiones, parecen estar muy a gusto anidando en los acantilados de la Quebrada del Yatán.

La “otra”
Las comparaciones son inevitables: Yatán es una quebrada muy similar a la del Condorito, único parque nacional de Córdoba.

Condorito tiene un ingreso accesible, desde la ruta de Altas Cumbres, y hasta una parada de colectivos frente a su acceso. Posee intervenciones en su interior y algunos servicios para visitantes, además de guardaparques.

Yatán es mucho más agreste, menos accesible, poco conocida y apenas protegida. Para llegar hay que disponer de –al menos– dos días y del esfuerzo físico que implica caminar o montar a caballo cerca de 30 kilómetros entre ida y vuelta, en un trayecto sin puestos ni refugios habitados de forma permanente. Pero vale la pena.

Un tesoro, a tiempo de ser preservado

¿Podrá pensarse a Yatán como una extensión del Parque Nacional Quebrada del Condorito que lo incluya? ¿O en una reserva provincial que resulte efectiva y controlada, y no sólo una letra en papeles, como otras?

Quizá por inaccesible, en parte por desconocido, uno de los más impactantes paisajes que Córdoba le puede mostrar al mundo recibe poca gente.

Esa circunstancia, quizá también, explica la razón por la que la Quebrada del Yatán se preserva aún con un privilegiado bajo impacto, comparado con otros sitios serranos.

No pasará mucho tiempo hasta que sea un destino más convocante. Para ese momento, Córdoba podría anticiparse y hacer lo que no hizo con otros reductos de alto capital paisajístico y natural: asegurar su preservación, mediante una planificación que garantice mantener su esencia y su biodiversidad, tanto en fauna como en flora.

¿Podrá pensarse en una extensión del Parque Nacional Quebrada del Condorito que lo incluya? ¿O en una reserva provincial que resulte efectiva y controlada, y no sólo una letra en papeles, como otras?

En este caso, Córdoba está a tiempo. La escasa accesibilidad que Yatán aún tiene protege a ese increíble enclave natural. Aunque a veces le juegue en contra: en noviembre del año pasado, por ejemplo, un incendio forestal se declaró sobre esa quebrada. Los bomberos tardarían en llegar, y sin cargar equipos. Se optó por un par de pasadas de aviones hidrantes y por dejar que el fuego, algo acotado, se autoextinguiera.

Hasta ese lugar no se llega así nomás. Pero para cuando se llegue, debiera estar ya protegido como el tesoro que es.

Paso de Garay, una aldea abandonada en plenas sierras

Hasta 70 alumnos supo tener alguna vez la escuelita de Paso de Garay, hoy una especie de aldea abandonada en plenas sierras altas, rodeada por un arroyo de aguas cristalinas, entre La Cumbrecita y Yatán.

Pese a la falta de uso, la iglesia, la escuela y el dispensario se mantienen en buen estado. El lugar tenía hasta cementerio.

Las placas frente a la capilla reconocen la labor del sacerdote José Buteler, impulsor del espacio que se convirtió en centro social de la zona. “Hasta en los confines de su curato plantó la cruz en las Sierras Grandes para que de sus brazos extendidos brotase la flor de la santidad en las almas serranas”, expresa una que recuerda al religioso, fallecido en 1948.

Sobre un cerro, una campana cuelga de un arco adornado con cuarzo con el nombre del lugar pintado a mano. El sitio es pintoresco por donde se lo mire.

Las aulas se nutrían de los niños de esas familias serranas numerosas, que se dedicaban a la cría de ovejas, cabras y vacas. También aquí el éxodo por la falta de trabajo y en búsqueda de una vida más confortable hizo que la mayoría de los puestos hoy estén abandonados.

Cuesta creer que hayan sido memorables las fiestas patronales en Paso de Garay, en honor a la Virgen de la Merced: dicen que duraban nueve días seguidos. La cultura resiste: se siguen recreando cada noviembre, como la procesión que suma 80 años, aunque menos concurrida y prolongada.

Julia Giménez (76) cuenta que tomó la comunión, la confirmación y se casó en esa capilla. Medio siglo atrás, este rincón tenía gran actividad. Y más serranos.

Dónde y cómo
La Quebrada del Yatán se ubica al sur del departamento Santa María, casi al limite con Calamuchita. El sendero más frecuentado para acceder (a pie o a caballo) comienza en La Cumbrecita y desanda unos 13 kilómetros hacia el norte. El otro, con distancia similar, tiene su punto de partida desde el paraje Golpe de Agua, que requiere el paso por varias campos privados. Se recomienda hacer la travesía acompañado de guía o baqueano.

Fuentes:
Yatán, la hermana desconocida de la Quebrada del Condorito, 25/02/18, La Voz del Interior.
Un tesoro, a tiempo de ser preservado, 25/02/18, La Voz del Interior.
Paso de Garay, una aldea abandonada en plenas sierras, 25/02/18, La Voz del Interior.

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