Acción de Greenpeace en la finca Cuchuy, Salta, el 10 de enero de 2018. Foto: Greenpeace Argentina |
Greenpeace respondió la intimación de Jaime Braun Peña y ratificó la denuncia por los desmontes. Luego de que el primo segundo del jefe de Gabinete enviara una carta documento a Greenpeace por publicar “innumerables falacias” sobre la deforestación en Cuchuy, la organización reiteró que el avance sobre los bosques es ilegal.
por Juan
Funes
Greenpeace le
contestó a Alejandro Jaime Braun Peña -primo segundo del Jefe de
Gabinete, Marcos Peña-, quien el lunes había mandado una carta
documento a la organización ambientalista en la que los acusaba de
haber publicado “innumerables falacias” contra su persona que
afectaban a su imagen y a la de su familia, por la campaña contra el
desmonte ilegal en la finca salteña Cuchuy. Esa región está
protegida por el Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (OTBN),
pero su categoría fue modificada por el gobierno provincial de Juan
Manuel Urtubey a pedido del empresario, para deforestar y plantar
soja. Greenpeace rechazó la carta documento “por falsa e
improcedente”. Voceros de la organización aseguraron a PáginaI12
que van a continuar con la campaña ya que “la protesta es un
derecho establecido por la Constitución” y debido a que “por más
que haya conseguido permiso para desmontar por parte del gobierno
provincial, sigue siendo un delito a nivel nacional”.
En la carta
documento, Braun Peña manifestó que la intimación a Greenpeace se
debe a las “innumerables falacias que han venido publicando
últimamente contra mi persona en distintos medios, y toda vez que
ello causa irreparables daños y perjuicios contra mi imagen y mi
persona. Dichos perjuicios se extienden a facetas no sólo
comerciales sino también familiares y personales”. Luego indicó
que exhortaba a la organización a que “en el plazo único y
perentorio de 48 horas de recibida la presente rectifiquen dichas
mendaces publicaciones, bajo apercibimiento de promover de inmediato
las acciones judiciales, ya sean civiles, comerciales y/o penales,
que correspondan”.
El empresario
argumentó que “en la finca Cuchuy se están llevando a cabo
determinadas obras que fueron previamente autorizadas y aprobadas en
el año 2014 por el gobierno de la Provincia de Salta, mediante los
correspondientes expedientes administrativos”. Además, insistió
en que había deforestado “en el marco y al resguardo de las
normativas municipales, provinciales y nacionales, por lo que los
reiterados ataques que Greenpeace realiza contra mi propiedad y mi
persona carecen de sentido”.
La organización
ecologista rechazó la carta documento por considerar los argumentos
esgrimidos por el empresario como “falsos e improcedentes”. Los
ambientalistas sostienen que el cambio de zonificación que habilitó
el gobierno de Urtubey es ilegítimo, debido a que el OTBN había
clasificado a la Finca Cuchuy en categorías en las que se prohíbe
desmontar. En diálogo con PáginaI12, el coordinador de la Campaña
de Bosques de Greenpeace, Hernán Giardini, explicó que “el
permiso que tiene la empresa para deforestar es ilegal; fue
autorizado por el gobierno provincial, pero sigue siendo un delito a
nivel nacional”. En Cuchuy se rezonificó un total de 8962
hectáreas prohibidas, de las cuales quedan sin deforestar unas 3000.
Entre diciembre y lo que va de enero, las topadoras arrasaron con
unas 400 hectáreas, según estima la organización.
“En lugar de
detener las topadoras que están destruyendo los bosques, Braun Peña
nos amenaza con acciones judiciales. No nos vamos a callar.
Seguiremos denunciando y exponiendo a todos los que atentan contra la
vida de las comunidades indígenas y de los bosques protegidos”,
aseguró Giardini. “Así como en su momento hubo una decisión
política por parte del gobierno de Salta de autorizar estos
desmontes en donde la ley nacional no lo permite, también debe haber
una decisión política ahora de cancelar estos permisos otorgados
ilegalmente”, agregó.
El activista
destacó también la responsabilidad de la Secretaría Ambiental de
la Nación, que “podría ordenar anular todos estos procedimientos
de Salta, por el impacto ambiental enorme que significan que terminen
deforestando estas 32 fincas (las autorizadas para ser deforestadas
por el gobierno salteño, que suman una superficie de 144.984
hectáreas de bosques protegidos), no sólo desde el punto de vista
de los bosques sino también de sus históricos habitantes como las
comunidades campesinas indígenas que van a sufrir en forma directa
el desmonte”. Actualmente dentro la finca Cuchuy viven las
comunidades indígenas Corralito, Cuchuy, San José y Chaguaral, que
son en total unas 17 familias.
Giardini recordó
que la denuncia a Braun Peña y a otros empresarios vinculados al
desmonte en Salta por parte de Greenpeace “no es nueva, empezó
hace mucho tiempo”. “Es importante destacar que en el año 2012
la Universidad Nacional de Salta denunció que los empresarios de la
zona estaban apretando a las comunidades indígenas para que firmaran
papeles, para conseguir el ‘aval’ de las comunidades para el
desmonte. Las mismas comunidades mandaron muchas cartas al gobierno
de Salta en las que pedían que paren la deforestación en las
fincas, inclusive en Cuchuy, desde que empezaron a desmontar”,
advirtió. El activista afirmó luego que “sólo alguien que se
cree impune como este empresario, y con tantos vínculos con el poder
político, puede creer que porque nos manda una carta documento
amenazándonos con un juicio nos va a callar. Nosotros vamos a seguir
con la campaña con más fuerza aún, hasta que paren las topadoras”.
Autorizar lo prohibido
Desmontes
permitidos por decretos a medida.
La estancia
Cuchuy, ubicada en el departamento salteño de San Martín, a 70
kilómetros de la ciudad de Tartagal, fue clasificada por el
Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (OTBN) en las Categorías
I–Rojo y II–Amarillo, lo cual implica que está prohibido
desmontar. El OTBN forma parte de la Ley de Bosques, promulgada el 19
de diciembre de 2007. Hernán Giardini, coordinador de la Campaña de
Bosques de Greenpeace, explicó que el gobierno de Juan Manuel
Urtubey “permitió mediante los decretos 2211/10 y 3136/11 realizar
en forma sistemática recategorizaciones prediales a la zonificación
del OTBN, a pedido de los titulares de distintas fincas”, y “de
esta forma el gobierno provincial autorizó desmontes de bosques
nativos en los que estaba prohibida la deforestación”. “Esto
ocurrió en 32 fincas, que suman un total de 144.984 hectáreas
protegidas”, detalló. En el caso de Cuchuy, se recategorizaron
8.962 hectáreas protegidas, de las cuales quedan unas 3.000
intactas.
“Desde el 2012
y durante dos años, Greenpeace y un conjunto de agrupaciones
ecologistas, sociales, campesinas e indígenas, y varias personas del
sector académico, presionamos para que se derogaran estos decretos,
ese mecanismo de violación de la Ley de Bosques. De la campaña
participaron más de 100 organizaciones sociales y expertos. En ese
contexto se logró que la Secretaría de Ambiente de la Nación, la
Defensoría del Pueblo de la Nación y la Auditoría General de la
Nación se manifestaran en contra de los decretos, con distintos
documentos que denunciaban la ilegalidad de este procedimiento en
Salta”, recordó Giardini. Producto de esas denuncias, a fines de
2014 el gobierno provincial derogó los decretos que permitían la
recategorización.
Según el
activista, con esta medida el gobierno salteño “reconoció que
antes no se estaba cumpliendo con la normativa nacional”. Pero para
Giardini el principal problema a partir de entonces fue que “más
allá de que se derogaron los decretos y no se siguió
recategorizando bosques, el gobierno de Urtubey no tomó la decisión
de retrotraer lo autorizado; no hubo una decisión política de
cancelar lo ilegalmente autorizado. Una parte importante de estas
fincas ya fue deforestada”. Cuando se derogaron los decretos el
desmonte en la finca Cuchuy se detuvo, pero entre noviembre y lo que
va de enero se reactivó el trabajo y se desmontaron unas 400
hectáreas de bosques protegidos, según calculó Greenpeace.
Por este motivo,
el activista afirmó que “los desmontes en Cuchuy siguen siendo
ilegales. Al igual que en las otras 31 fincas, su desmonte fue
‘legalizado’ bajo una resolución que a las claras es
inconstitucional; en términos de rango jurídico está por debajo
de lo que dice una ley nacional. Ningún decreto provincial puede ir
por encima de la Ley Nacional de Bosques”.
Fuentes:
Juan Funes, La guerra de los permisos para las topadoras, 18/01/18, Página/12.
Juan Funes, Autorizar lo prohibido, 18/01/18, Página/12.
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