sábado, 2 de diciembre de 2017

¿Puede desaparecer la arena?

La arena parece un recurso ilimitado, pero la estamos utilizando a un ritmo insostenible. ¿Durante cuánto tiempo puede funcionar?

En algunas zonas costeras de la ciudad marroquí de Tánger parece que falta algo. El mar está presente y las olas golpean la orilla, estrellándose y salpicando el litoral como lo han hecho desde tiempos inmemoriales, pero no es un lugar para disfrutar de largos paseos sobre la arena. Porque no la hay.

En lugar de una playa de arena blanca, hay formaciones rocosas que se asemejan a un paisaje lunar. Aunque pueda ser espectacular para contemplar, no es un fenómeno natural, sino que son playas antiguas que han quedado desnudas por el robo a gran escala de arena.

¿Pero por qué querría alguien robar arena? "Tenemos mucha arena, pero también mucha demanda”, dice a DW Hermann Kessler, de la Agencia Federal Alemana de Medio Ambiente (UBA, por sus siglas en alemán).

Se usa para todo. Desde la pasta de dientes y productos de limpieza hasta la vajilla, fregadero de cocina y taza del inodoro, desde ventanas y botellas de cerveza hasta chips de ordenador que controlan todo, teléfonos inteligentes y automóviles.

Pero el mayor consumidor es la industria de la construcción, que necesita arena para producir ladrillos, asfalto y hormigón. Se necesitan alrededor de 200 toneladas de arena para construir una casa unifamiliar, un kilómetro de carretera requiere 30.000 toneladas, mientras que una central nuclear, 12 millones de toneladas.

Según un informe reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el consumo mundial anual de arena y grava supera los 40.000 millones de toneladas.

"La arena es un recurso fósil. Se necesitan millones de años para que se forme, pero una mina se puede agotar en décadas”, dice Kiran Pereira, fundadora de "Sandstories.org”, una iniciativa para concienciar sobre este problema. "Necesitamos reconocer y valorar los servicios ecosistémicos que ofrece la arena, muchos de los cuales son irremplazables”, señala la investigadora.

Construcción, corrupción y delincuencia
La gravedad de la situación varía mucho dependiendo del lugar.

"En Alemania, no nos quedaremos sin arena”, dice Kessler, responsable de Conservación de Recursos, Ciclos de Materiales, Industria Mineral y Metalúrgica de la UBA. "Pero globalmente, la situación es muy diferente”, aclara.

El mayor importador mundial de arena es Singapur. En los últimos 40 años, la pequeña y superpoblada isla ha recuperado tierras a gran escala –proceso por el cual se rellenan las aguas poco profundas con arena, o piedras, para poder construir sobre el terreno recién creado. Este proceso requiere grandes cantidades de arena y el país estado insular ha expandido su territorio unos 130 kilómetros cuadrados.

Durante mucho tiempo, la mayor parte de la arena provenía de los países vecinos como Indonesia, Malasia, Vietnam y Camboya, pero ahora estos cuatro países han prohibido la exportación a Singapur, lo que ha aumentado el precio de la tonelada de 2,55 (3,00 dólares norteamericanos) a 161 euros (191,71 dólares norteamericanos). Y este aumento no ha estado exento de repercusiones.

"El negocio de la arena es muy corrupto”, afirma Kessler, añadiendo que a menudo es ilegal. Y muchos de los actores "no temen ni las amenazas ni el asesinato”.

Las bandas criminales roban arena en países que van desde Jamaica hasta Nigeria. La India incluso tiene una mafia de arena conocida por su crueldad. Algunas pandillas conducen excavadoras y camiones grandes a la playa y recogen todo lo que pueden en una sola noche. Mientras tanto, otras usan herramientas manuales sencillas para llenar bolsas, que cargan sobre mulas para su transporte hasta las obras de construcción más cercanas.

Impacto ambiental
Otro método de extracción consiste en utilizar barcazas de dragado por succión, que actúan como aspiradoras gigantescas succioando la arena del fondo marino en aguas poco profundas.

"Cualquier cosa que sea bombeada por una de estas barcazas está muerta”, dice Kim Detloff, jefe de conservación marina de la Unión Alemana para la Conservación de la Naturaleza (NABU). Y también pueden causar estragos en el lecho marino. "Hay estudios que muestran que los hábitats de arena no se recuperan después de haber pasado por este proceso”.

Esta práctica, así como la de cargar media playa en camiones en plena noche, pueden conducir a la erosión costera. Si se elimina demasiada arena de las pendientes poco profundas, puede provocar que el fondo marino situado a mayor altura y, como consecuencia la playa, se deslicen hacia el mar, dejando así la costa indefensa frente a la fuerza de las olas.

Por otro lado, la minería terrestre puede ser menos dañina si se hace de manera eficiente y respetuosa con el medio ambiente, pero no siempre es así.

"Si se corta la capa freática, cosa que ocurre normalmente, siempre existe el peligro de que los contaminantes puedan entrar en el agua subterránea”, explica Till Hopf, responsable de la conservación y el uso del suelo de NABU. Estos pueden ser productos químicos que se liberan durante la extracción de arena, o contaminantes biológicos como bacterias, que son normales en las aguas superficiales, pero que se filtran a medida que el agua de la superficie atraviesa las diferentes capas del suelo.

Solución compleja
Lamentablemente no existe una solución milagrosa que pueda resolver este problema, aunque hay varios esfuerzos en marcha para encontrar alternativas.

Dos empresarios alemanes están experimentando actualmente con arena del desierto. Sus granos, pulidos por el viento, suelen ser demasiado lisos para ser utilizados para hormigonar. Es por eso que los estados desérticos ricos del Golfo Pérsico, que en realidad tienen mucha arena, se encuentran entre los mayores importadores del mundo.

Aunque es muy pronto todavía, la solución podría ser la combinación de granos lisos del desierto con resina sintética. El resultado es un hormigón de polímero aún más duradero que la variante convencional.

Otra opción es el reciclaje de hormigón, pero para que esto funcione desde el punto de vista económico y ambiental, es necesario que haya suficiente hormigón viejo cerca de la nueva obra de construcción. Del mismo modo, un mayor uso de madera en las edificaciones y unos métodos de extracción más eficientes también podrían ayudar a reducir el consumo de arena.

Hasta ahora, los mineros principalmente se han concentrado en un tamaño de grano específico descartando el resto. Pero ese resto también podría ser utilizado en la construcción, lo que reduciría la extracción total.

Desafortunadamente, ninguno de estos enfoques ofrece una solución inmediata a un problema de gran magnitud, ya que la industria de la construcción se basa en la cimentación con hormigón. Arquitectos, ingenieros y constructores saben trabajar con este material y tienen las herramientas para ello, lo que a menudo los hace reacios a innovar.

En ese sentido, el hormigón -y por extensión la arena- se parece mucho al petróleo. Lo usamos para resolver muchos problemas diferentes para los cuales se necesitaría un esfuerzo adicional para encontrar alternativas.

"Necesitamos arena, no podemos prescindir de ella”, dice Kessler. "Pero eso no significa que no debamos intentar usarla de forma más ecológica”, concluye.

Fuente:
Harald Franzen, ¿Puede desaparecer la arena?, 29/11/17, Deutsche Welle. Consultado 02/11/17.

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