sábado, 23 de diciembre de 2017

El agricultor del desierto: de un trabajo de oficina a una plantación frutícola

Choga Lal Saini dejó su trabajo de oficina para cultivar frutas en el desierto. 16 años después, ha creado un oasis y se ha convertido en una fuente de conocimiento agrícola, que comparte con otros agricultores.

Dunas de arena y algún arbusto seco disperso hasta donde alcanza la vista. El gran desierto de Thar, que forma la frontera natural entre la India y Pakistán, es un lugar inhóspito. Pero es aquí donde Choga Lal Saini decidió crear su propio oasis, una plantación de frutas.

Después de 10 años como funcionario en la administración local, en 2001 decidió que era el momento para un cambio radical. "Quería servir a la madre tierra”, cuenta Choga, que ahora tiene 69 años. "Mi sueño era crear un oasis de árboles frutales en el desierto”.

Su familia había sido dueña de una tierra desde generaciones, que estaba a su disposición. Pero se encontraba en el desierto, en un clima cálido y húmedo, sin apenas vegetación, exceptuando algunos arbustos desérticos solitarios. La tierra no era apta para la agricultura, y mucho menos para el cultivo de árboles frutales. Sin embargo, Choga no se dio por vencido.

Inicios muy lentos
La falta de experiencia agrícola de Choga, no hizo más que dificultar los inicios. Sin embargo, en vez de rendirse, Choga experimentó mucho.

"La arena y la escasez de agua no permitían que creciera nada, pero cultivé variedades de árboles jóvenes aptos para el desierto”, explica. También afirma que estas plantas tienen el beneficio adicional de tener mejor sabor. Al principio, la mitad de los arbolitos se marchitaban porque no podían soportar las condiciones extremas. "Cometí el error de limpiar las hojas secas y el mantillo del suelo”, lamenta. Eso habría protegido la tierra del calor extremo. "Cuando dejé de hacerlo, las plantas sobrevivieron”, añade.

En el caso de las granadas y de los mangos, Choga cubrió cada pieza de fruta con ropa vieja para protegerla de los pájaros. También luchó contra las termitas, a las que combatió rociando aceite de keroseno sobre sus plantas. "También usé caoba molida como herbicida”, recuerda. "Nunca he utilizado estiércol de vaca, sino excrementos de cabra que, a diferencia del estiércol de vaca, no se disuelven en agua y alimentan las plantas durante más tiempo. Siempre mantengo mis árboles libres de maleza y parásitos para que crezcan apropiadamente”, aclara.

Las malas hierbas las arrancó a mano en lugar de usar pesticidas. Choga generalmente intenta aplicar métodos orgánicos para su agricultura. Pero la escasez de agua es su mayor problema.

Agua en el desierto
"Al principio, todo esto era desierto. No podía crecer nada”, recuerda Choga. "Casi no había agua y lo poco que había se filtraba por el suelo”. Durante los primeros años, la región experimentó varias sequías severas, durante las cuales ni los pozos más profundos proporcionaban suficiente agua para conseguir el sueño de Choga.

La situación cambió en 2006, cuando severas lluvias torrenciales provocaron inundaciones devastadoras, pero también llenaron notablemente el acuífero. Esto fue una bendición para los agricultores de la región, incluido Choga.

No obstante, el agua sigue siendo un bien escaso, por lo que el agricultor ha tenido que tomar medidas adicionales. Por un lado, construyó cinco presas de tierra para retener el agua de la lluvia las pocas veces que caen precipitaciones. Además, empezó a utilizar alta tecnología.

Conocimiento israelí para el desierto de la India
"Durante cierto tiempo, tuve que regar cada planta individualmente”, recuerda. Eso cambió después de un viaje de diez días a Israel, donde conoció el riego por goteo en el centro de capacitación de la Corporación Internacional de Desarrollo Agrícola.

El riego por goteo es un sistema que transporta el agua directamente a las raíces de las plantas, ya sea por la superficie o bajo tierra. Además, el agua gotea lenta y uniformemente, en lugar de salir en grandes cantidades en poco tiempo de una tubería, por lo que permite a las plantas absorber tanta agua como necesiten, evitando la evaporación o filtración del preciado recurso.

"No desperdicio ni una gota de agua”, señala Choga con orgullo.

Un oasis en el desierto
Y sus esfuerzos dan fruto, literalmente. Hoy en día, más de 2000 árboles frutales crecen en sus 28 hectáreas de tierra. Cultiva granadas, mangos, azufaifos (o jujubes), grosellas indias y muchas plantas medicinales. Los azufaifos y las grosellas espinosas, también conocidas como uvas espina, le ayudaron finalmente a obtener un beneficio, después de más de 10 años.

Choga está particularmente orgulloso de sus grosellas espinosas. Está convencido de que pueden curar varias enfermedades. "Mis grosellas son las mejores. Tienen propiedades curativas porque las cultivé en el desierto. Solía tener muy mala visión y tenía que llevar gafas. Además, mis articulaciones de rodilla solían doler tanto que apenas podía caminar. Pero después de comer las grosellas, mi vista ha mejorado y mis articulaciones también. Ahora puedo caminar fácilmente y ver objetos lejanos con claridad”, afirma.

Al margen de los supuestos beneficios medicinales, el éxito de Choga como agricultor lo ha hecho famoso en la zona y las granjas locales vienen a verlo para pedirle consejo.

"Cuando me enteré de que los árboles frutales de Choga Lal crecían en el desierto, no perdí el tiempo y fui a verlo en persona”, dice el granjero Minka Ram, que vive a unas 15 millas de distancia. Ha estado viniendo a la granja de Choga durante los últimos cinco años para aprender a cultivar con éxito. "Él nos guía en el manejo del agua, el control de enfermedades, la variedad de arbolitos y la selección de abono”, cuenta.

Cambio en el clima
Hoy en día, los agricultores cultivan granadas en 3.300 hectáreas de tierra, palmas datileras en 72 hectáreas y grosellas espinosas en 500 hectáreas en el distrito de Barmer. Muchos de sus colegas han adoptado el modelo agrícola de Choga y esto, a su vez, tiene un impacto notable en el medio ambiente, según Pradeep Pagaria, científico y director del Centro de Desarrollo Agrícola de Barmer.

"Choga y los campesinos de la zona han cambiado el paisaje del desierto. La probabilidad de lluvias en el área ha aumentado considerablemente y la humedad del suelo se ha incrementado en un 20 por ciento”. Según Pagaria este cambio no se debe únicamente a los agricultores, pero sí que han contribuido a él.

Y, es más: cuanto más verde es el desierto, más especies atrae. Ya se pueden ver pavos reales vagando por el oasis, así como venados y muchas especies de aves, un paisaje inusual en un desierto. Pero ciertamente el oasis de Choga ya no es un lugar inhóspito.

Fuente:
Jasvinder Sehgal, El agricultor del desierto: de un trabajo de oficina a una plantación frutícola, 20/12/17, Deutsche Welle. Consultado 23/12/17.

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