viernes, 3 de noviembre de 2017

Un plan de verdad

El compromiso con la vida y nuestra propia supervivencia comienza en un profundo y activo compromiso con nuestros bosques.

Hace un mes, desde esta página advertimos que era necesario articular con urgencia campañas públicas contra el fuego de nuestros bosques y serranías.

Ya se habían quemado unas 13.500 hectáreas, muchas más que las 11 mil que ardieron en 2016, y aún faltaban 100 días para finalizar el año.

Pues bien, los incendios han continuado, de modo que la superficie dañada ya supera las 16 mil hectáreas. Y desde el Plan Provincial de Manejo del Fuego sostienen que en el oeste y noroeste provincial, por la pronunciada sequía, el riesgo de nuevos focos se mantendrá hasta diciembre.

¿Cuánto más puede sobrevivir el de por sí ya mermado bosque nativo si pierde esta cantidad de terreno año tras año? Según datos del Foro Ambiental Córdoba, a fines de 2016, apenas quedaba el 2,27 por ciento de la cobertura original. Si tanto nos preocupan el desmonte, la tala y el sobrepastoreo, ¿por qué no nos preocupan de igual manera los incendios?

Como señalamos en aquella oportunidad, el incendio de las sierras no sólo perjudica a la vegetación y a la fauna sino también a los ríos y a los seres humanos.

El abrupto corte del suministro de agua que padeció durante más de un día casi toda la ciudad de Córdoba es un ejemplo de que las consecuencias del fuego se sienten a considerable distancia y tiempo después.

La pérdida de clases en numerosas escuelas y la falta de atención en varios edificios públicos deben computarse entonces como parte de los problemas que nos causan los incendios.

Por ello, en aquel editorial, concluíamos diciendo que restaurar el equilibrio ecológico en las áreas dañadas requería un plan de acción preciso, en el que deberían trabajar las autoridades, las comunidades serranas y los especialistas para que no imperase la improvisación.

Ante el agravamiento del problema, cabe afirmar que se hizo poco en ese sentido. No sólo creció la superficie quemada. Las cenizas quedaron a merced de las lluvias, que las arrastraron al lecho de los ríos, y entonces anegaron las tomas de agua para consumo.

Como si eso no bastara para pintar un preocupante panorama, el Gobierno provincial dejó de cobrar el impuesto al fuego y anunció que los fondos necesarios saldrían del presupuesto general. Pero la Federación de Bomberos Voluntarios ha alertado que aún no hay precisiones al respecto.

En consecuencia, no se puede minimizar más el problema. El compromiso con la vida y nuestra propia supervivencia comienza en un profundo y activo compromiso con nuestros bosques.

Una acción semejante no requiere declaraciones, sino un plan tan concreto como realizable.

Fuente:
Un plan de verdad, 01/10/17, La Voz del Interior. Consultado 03/10/17.

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