Un cambio en la
ley de glaciares será un duro golpe para este recurso, que ya sufre
las consecuencias del cambio climático.
por Lucas Viano
Mientras el
Gobierno nacional muestra al mundo su plan para frenar el
calentamiento global en la Cumbre del Cambio Climático de la ONU en
Bonn (COP23), trascendió la idea de que la gestión de Macri quiere
reformular la ley de glaciares.
Este mensaje
confuso les puso los pelos de punta a las organizaciones
ambientalistas que celebran (no sin críticas) las medidas que está
tomando el Gobierno nacional para luchar contra el cambio climático.
Fue una política
ausente durante las gestiones kirchneristas, pero Macri la menciona
en cada intervención pública. También será uno de sus principales
ejes de gestión como presidente del G20.
La pretendida
modificación a la ley de glaciares tomó a algunos por sorpresa.
Pero Macri siempre tuvo un mensaje prominería. Al final de cuentas,
los megaemprendimientos mineros de empresas transnacionales son los
proyectos más perjudicados por esta norma.
Según las ONG,
existen 44 proyectos mineros que estarían sobre cuerpos de hielo
protegidos por la ley.
La información
que publicó ayer el diario La Nación es que esperan tener una nueva
ley para enviar al Congreso en febrero. La iniciativa surgió luego
de una reunión con empresarios y gremios mineros.
Desde el sector
se menciona que hay unos 18.000 millones de dólares en inversiones
potenciales frenados por la ley.
La norma prohíbe
las actividades humanas que afecten los glaciares y el ambiente
periglaciar. Este último es lo que genera ruido en el sector minero.
El ambiente periglaciar son los suelos congelados que actúan como
regulador de los glaciares.
Si se avanza con
este proyecto, será un duro golpe para este recurso natural que ya
está siendo afectado por el cambio climático.
Argentina tiene
unos 14.500 glaciares y en promedio han perdido hasta un 20 por
ciento de su masa de hielo en las última décadas.
El futuro no es
alentador. Se espera que en la cordillera la cota de la isoterma de 0
grados (define a partir de dónde puede haber glaciares y hielos
permanentes) subirá 260 metros en el futuro cercano y 513 metros
hacia fines de este siglo, si sigue la tendencia actual de
calentamiento.
Para muchos, los
glaciares son sinónimo de paisaje y turismo en el Calafate, pero son
mucho más. Sin glaciares, varias poblaciones ubicadas en sectores
áridos y semiáridos de la cordillera y de la Patagonia se quedarán
sin agua. Los oasis frutales y vitivinícolas de Cuyo y el norte
patagónico dependen del agua de deshielo.
Su influencia
llega hasta Córdoba. El río Salí-Dulce, principal tributario de la
laguna Mar Chiquita, se alimenta de los glaciares de la Sierra de
Aconquija. Las cuencas subterráneas del oeste provincial también
reciben aguas de glaciares.
El plan nacional
para frenar el cambio climático puede ser brillante, pero de nada va
a servir si se decide fomentar el avance sobre recursos naturales
vulnerables al calentamiento del planeta, como los bosques y los
glaciares.
Fuente:
Lucas Viano, Un combo que puede condenar a los glaciares, 16/11/17, La Voz del Interior. Consultado 16/11/17.
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