miércoles, 8 de noviembre de 2017

Solución para las inundaciones: dejar que sucedan

La experiencia de Copenhague, el manejo del agua en superficie mediante calles y parques que retienen la lluvia sobrante.

por Miguel Jurado

A Morten Kabell le dieron un trabajo difícil, evitar que Copenhague se inunde. Y no sería tan difícil si el bendito Cambio Climático no hubiera convertido a las lluvias torrenciales que ocurrían una vez en el siglo en una desgracia que se repite cada diez años, o menos.

Pero Kabell ya tiene la solución y la está llevando a cabo. Es un plan revolucionario: dejar que la ciudad se inunde.

¡Ojo! lo que le pasa a la capital de Dinamarca no es un hecho aislado. Un informe del Banco Mundial muestra que las lluvias se están incrementando en la Ciudad de Buenos Aires a un ritmo de 4,1 mm por año desde 1960. Y lo peor es que se predicen precipitaciones inusualmente intensas de ahora en adelante.

Kabell tiene el dato de que las lluvias se incrementarán entre un 30 y un 40 % en las próximas décadas.

Pero no es por eso que estuvo la semana pasada en Buenos Aires. Es que el danés, como Alcalde de Asuntos Técnicos y Ambientales en Copenhague, fue invitado por la XVI Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires a dar una conferencia en el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo. Claro que Morten no podía hablar de otra cosa que no fueran las inundaciones y la capacidad de las ciudades para resistirlas con prestancia.

Esa preocupación nació la noche del 2 de julio de 2011, cuando en el centro de Copenhague llovieron casi 140 milímetros en una hora y media. Al punto que las alcantarillas se desbordaron y miles de sótanos se inundaron con una mezcla de lluvia y aguas cloacales. Por esa tormenta, las compañías de seguros pagaron alrededor de mil millones de dólares a las 90 mil familias que estaban aseguradas. Las autoridades empezaron a pensar que no podían sufrir otra catástrofe como esa, y fue ahí cuando le dieron el trabajito a Morten.

Los modelos climáticos predicen tormentas como esa cada mil años, sin embargo, en los últimos tiempos se han producido varios eventos similares. En 2010, cayeron sobre Copenhague 99 milímetros de agua en horas. Estadísticamente, es algo que sucede cada 50 años. El 31 de agosto de 2014, la capital fue azotada de nuevo con 119 milímetros en el transcurso de unas horas. Esto sucede cada 480 años.

Para prevenir futuras inundaciones, Kabell encontró dos caminos posibles. El más sencillo, porque era el más conocido, crear un sistema de desagües y túneles pluviales que canalizara toda el agua recibida en las tormentas. Poner en práctica esta solución convertiría a la ciudad en una enorme obra en construcción y demandaría entre 20 y 25 años, además de que costaría algo así como unos 3.500 millones de dólares.

El otro plan era más difícil de vender, porque no estaba probado, pero tenía a favor que era mucho más barato y permitía mejorar al mismo tiempo los barrios y la vida de la gente.

Esta opción, a la que llamaron Desarrollo Verde y Azul, consta de 300 proyectos que se distribuyen en toda la ciudad y costarán la mitad que el súper plan de las mega alcantarillas. El secreto: el agua de lluvia no se lleva al subsuelo y se conduce por costosos túneles, se la deja en la superficie. “La idea era buscar sinergias entre las distintas soluciones urbanas que mejoran la vida en la ciudad y las que enfrentan el problema climático”, recuerda Kabell.

Así fue como el Alcalde planteó transformar la infraestructuras de transporte como las calles y las avenidas en una red que conduzca el agua de las inundaciones y la retenga.

Por ejemplo, se diseñaron bulevares con la zona central deprimida, al revés que las clásicas calles que tienen el centro más alto y las cunetas más bajas. “De esta manera se aleja el agua de la zona en las que están las viviendas, es un método que se usa mucho en las ciudades tropicales”, cuenta Kabell y aclara divertido: “Robamos un poco de cada ciudad”.

Además, a las calles se les agregó una cuneta profunda en un costado para canalizar el agua de lluvia y hacer más lento su escurrimiento. Pero, sobre todo, el plan de Kabell incluye llenar la ciudad de áreas verdes en forma de corredores que se puedan inundar durante la tormenta y esperar el mejor momento para evacuar el agua. Estos espacios no solo retienen el agua, también aumenta biodiversidad y la cantidad de vegetación urbana, lo que todo el mundo sabe es bueno para la salud, el paisaje y el medioambiente.

Pero el verde ayuda con el agua también. “Sabemos que los árboles, arbustos y áreas verdes son muy buenos para retener el agua y drenarla más tarde, cuando ha pasado el peligro. Además, un árbol puede absorber 137 litros de agua por día”, explica el especialista.

La política de amigarse con el agua se lleva adelante por barrios. En Skt. Kjelds, un área que tiene 15 mil habitantes, se desarrolló una red de calles que conducen el agua y la retienen en superficie. Además, se desarrolló un pequeño parque con juegos y lugares para mesitas en lo que era un inmenso estacionamiento de autos. El diseño incluye sectores con parques deprimidos que se transforman en lagunas durante la inundación, quitando el agua de las zonas en que es destructiva. Esté barrio climático pasó la prueba de fuego en agosto de 2015, cuando llovieron más de 100 milímetros en horas.

Y también hay planes a mayor escala, como el parque Enghaveparken, ubicado en el centro de Copenhague, en Vesterbro, que sufrirá un rediseño para retener una gran cantidad de agua durante las inundaciones, transformándose por una horas de parque a lago.

Nuestros cálculos muestran que el parque podrá almacenar 26 mil metros cúbicos de agua. Gran parte se drenará al mar cuando pase la tormenta, pero una porción importante se almacenará en tanques subterráneos para ser usada en la limpieza de la ciudad por los camiones hidrates”, explica Morten.

Manejar el exceso de agua en la superficie no es tan novedoso como parece, era un recurso bastante común a principios del siglo XX. Así lo demuestra los porteños lagos del Parque 3 de Febrero, unos reservorios que funcionan como reguladores del aumento de las mareas del Río de La Plata y de las lluvias torrenciales.

Seguro que Morten conoce bien los lagos reguladores y sus funcionalidades, ya confesó que para salvar a su Copenhague, tomo prestadas muchas soluciones de otras ciudades.

Si le llevamos el apunte al Cambio Climático, es hora de que seamos nosotros los que empecemos a copiar lo que hacen en otros lados.

Fuente:
Miguel Jurado, Solución para las inundaciones: dejar que sucedan, 01/11/17, Clarín. Consultado 08/11/17.

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