La
experiencia de Copenhague, el manejo del agua en superficie mediante
calles y parques que retienen la lluvia sobrante.
por Miguel
Jurado
A
Morten Kabell le dieron un trabajo difícil, evitar que Copenhague se
inunde. Y no sería tan difícil si el bendito Cambio Climático no
hubiera convertido a las lluvias torrenciales que ocurrían una vez
en el siglo en una desgracia que se repite cada diez años, o menos.
Pero
Kabell ya tiene la solución y la está llevando a cabo. Es un plan
revolucionario: dejar que la ciudad se inunde.
¡Ojo!
lo que le pasa a la capital de Dinamarca no es un hecho aislado. Un
informe del Banco Mundial muestra que las lluvias se están
incrementando en la Ciudad de Buenos Aires a un ritmo de 4,1 mm por
año desde 1960. Y lo peor es que se predicen precipitaciones
inusualmente intensas de ahora en adelante.
Kabell
tiene el dato de que las lluvias se incrementarán entre un 30 y un
40 % en las próximas décadas.
Pero
no es por eso que estuvo la semana pasada en Buenos Aires. Es que el
danés, como Alcalde de Asuntos Técnicos y Ambientales en
Copenhague, fue invitado por la XVI Bienal Internacional de
Arquitectura de Buenos Aires a dar una conferencia en el Consejo
Profesional de Arquitectura y Urbanismo. Claro que Morten no podía
hablar de otra cosa que no fueran las inundaciones y la capacidad de
las ciudades para resistirlas con prestancia.
Esa
preocupación nació la noche del 2 de julio de 2011, cuando en el
centro de Copenhague llovieron casi 140 milímetros en una hora y
media. Al punto que las alcantarillas se desbordaron y miles de
sótanos se inundaron con una mezcla de lluvia y aguas cloacales. Por
esa tormenta, las compañías de seguros pagaron alrededor de mil
millones de dólares a las 90 mil familias que estaban aseguradas.
Las autoridades empezaron a pensar que no podían sufrir otra
catástrofe como esa, y fue ahí cuando le dieron el trabajito a
Morten.
Los
modelos climáticos predicen tormentas como esa cada mil años, sin
embargo, en los últimos tiempos se han producido varios eventos
similares. En 2010, cayeron sobre Copenhague 99 milímetros de agua
en horas. Estadísticamente, es algo que sucede cada 50 años. El 31
de agosto de 2014, la capital fue azotada de nuevo con 119 milímetros
en el transcurso de unas horas. Esto sucede cada 480 años.
Para
prevenir futuras inundaciones, Kabell encontró dos caminos posibles.
El más sencillo, porque era el más conocido, crear un sistema de
desagües y túneles pluviales que canalizara toda el agua recibida
en las tormentas. Poner en práctica esta solución convertiría a la
ciudad en una enorme obra en construcción y demandaría entre 20 y
25 años, además de que costaría algo así como unos 3.500 millones
de dólares.
El
otro plan era más difícil de vender, porque no estaba probado, pero
tenía a favor que era mucho más barato y permitía mejorar al mismo
tiempo los barrios y la vida de la gente.
Esta
opción, a la que llamaron Desarrollo Verde y Azul, consta de 300
proyectos que se distribuyen en toda la ciudad y costarán la mitad
que el súper plan de las mega alcantarillas. El secreto: el agua de
lluvia no se lleva al subsuelo y se conduce por costosos túneles, se
la deja en la superficie. “La idea era buscar sinergias entre las
distintas soluciones urbanas que mejoran la vida en la ciudad y las
que enfrentan el problema climático”, recuerda Kabell.
Así
fue como el Alcalde planteó transformar la infraestructuras de
transporte como las calles y las avenidas en una red que conduzca el
agua de las inundaciones y la retenga.
Por
ejemplo, se diseñaron bulevares con la zona central deprimida, al
revés que las clásicas calles que tienen el centro más alto y las
cunetas más bajas. “De esta manera se aleja el agua de la zona en
las que están las viviendas, es un método que se usa mucho en las
ciudades tropicales”, cuenta Kabell y aclara divertido: “Robamos
un poco de cada ciudad”.
Además,
a las calles se les agregó una cuneta profunda en un costado para
canalizar el agua de lluvia y hacer más lento su escurrimiento.
Pero, sobre todo, el plan de Kabell incluye llenar la ciudad de áreas
verdes en forma de corredores que se puedan inundar durante la
tormenta y esperar el mejor momento para evacuar el agua. Estos
espacios no solo retienen el agua, también aumenta biodiversidad y
la cantidad de vegetación urbana, lo que todo el mundo sabe es bueno
para la salud, el paisaje y el medioambiente.
Pero
el verde ayuda con el agua también. “Sabemos que los árboles,
arbustos y áreas verdes son muy buenos para retener el agua y
drenarla más tarde, cuando ha pasado el peligro. Además, un árbol
puede absorber 137 litros de agua por día”, explica el
especialista.
La
política de amigarse con el agua se lleva adelante por barrios. En
Skt. Kjelds, un área que tiene 15 mil habitantes, se desarrolló una
red de calles que conducen el agua y la retienen en superficie.
Además, se desarrolló un pequeño parque con juegos y lugares para
mesitas en lo que era un inmenso estacionamiento de autos. El diseño
incluye sectores con parques deprimidos que se transforman en lagunas
durante la inundación, quitando el agua de las zonas en que es
destructiva. Esté barrio climático pasó la prueba de fuego en
agosto de 2015, cuando llovieron más de 100 milímetros en horas.
Y
también hay planes a mayor escala, como el parque Enghaveparken,
ubicado en el centro de Copenhague, en Vesterbro, que sufrirá un
rediseño para retener una gran cantidad de agua durante las
inundaciones, transformándose por una horas de parque a lago.
“Nuestros
cálculos muestran que el parque podrá almacenar 26 mil metros
cúbicos de agua. Gran parte se drenará al mar cuando pase la
tormenta, pero una porción importante se almacenará en tanques
subterráneos para ser usada en la limpieza de la ciudad por los
camiones hidrates”, explica Morten.
Manejar
el exceso de agua en la superficie no es tan novedoso como parece,
era un recurso bastante común a principios del siglo XX. Así lo
demuestra los porteños lagos del Parque 3 de Febrero, unos
reservorios que funcionan como reguladores del aumento de las mareas
del Río de La Plata y de las lluvias torrenciales.
Seguro
que Morten conoce bien los lagos reguladores y sus funcionalidades,
ya confesó que para salvar a su Copenhague, tomo prestadas muchas
soluciones de otras ciudades.
Si le
llevamos el apunte al Cambio Climático, es hora de que seamos
nosotros los que empecemos a copiar lo que hacen en otros lados.
Fuente:
Miguel Jurado, Solución para las inundaciones: dejar que sucedan, 01/11/17, Clarín. Consultado 08/11/17.
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