miércoles, 29 de noviembre de 2017

Plástico en el agua potable ¿Qué riesgos tiene para la salud humana?

El plástico pasa al medio ambiente con mucha frecuencia en forma de basura.

por Rachel Adams

Las micropartículas de plástico se están abriendo paso hasta el agua potable. Ya sabíamos que había fragmentos minúsculos de este material que llegaban a los mares, donde podían ser ingeridos por la fauna marina yendo así a parar a los alimentos que consumimos los humanos. Pero ahora resulta -lo cual quizá sea más alarmante- que un estudio reciente ha dado a entender que también es habitual que las partículas o las fibras de plástico se encuentren en el agua potable.

¿Hasta qué punto deberíamos preocuparnos? El estudio lo llevaron a cabo varios investigadores universitarios, pero en vez de ser revisado por otros investigadores en una revista científica, lo encargó y lo publicó una empresa de medios de comunicación. Esto quiere decir que necesitamos más estudios antes de que podamos estar seguros de que las micropartículas de plástico en verdad están tan extendidas como indica el nuevo trabajo.

Desde luego, cabe la posibilidad de que muchas muestras de agua potable contengan plástico, dado que se trata de un material de lo más común que pasa al medio ambiente con mucha frecuencia en forma de basura así como de las fibras procedentes de las prendas de vestir confeccionadas con materiales artificiales. Seguramente los tratamientos potabilizadores no consiguen eliminar las partículas. Por ejemplo, las técnicas de sedimentación consisten en permitir que las motas de arcilla, limo o materia orgánica se depositen en el fondo de un tanque de purificación. Muchas micropartículas de plástico son menos densas que el agua, así que flotan y no se pueden eliminar.

Pero lo que tampoco sabemos es qué ocurre con esos microfragmentos una vez que están en el intestino. Podría ser que pasasen a través del cuerpo sin ser absorbidos, igual que la fibra no digerible de los alimentos. Sin embargo, cuanto más pequeños sean, más probable es que lleguen al torrente sanguíneo e incluso a las células.

El estudio en cuestión buscaba partículas de plástico mayores de 2,5 micras, que son unas 10 veces más pequeñas que las células que revisten el intestino. Las nanopartículas de 0,1 micras o menos es más probable que penetren en las células, pero no sabemos si están presentes en el agua potable porque los investigadores no las buscaron.

Las sustancias artificiales llevan introduciéndose en el cuerpo humano por lo menos 400.000 años, cuando los moradores paleolíticos de las cavernas inhalaban la partículas de hollín de las primeras hogueras que se encendieron en las cavidades. Pero hay muchos casos de corpúsculos con efectos nocivos para la salud. Por ejemplo, las motas de arcilla provocan podoconiosis (una forma de elefantiasis) a alrededor de 1,5 millones de africanos. En cuanto a la inhalación de partículas de asbesto, es la causa de una forma muy agresiva de cáncer de pulmón.

También tenemos pruebas fehacientes de que la exposición a las partículas en suspensión es perjudicial, y de que estos corpúsculos llegan a la sangre. Los investigadores han encontrado partículas procedentes de los motores de combustión en cerebros humanos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que cada año se producen más de seis millones de muertes relacionadas con la contaminación atmosférica. Es decir, hay toda una serie de posibles efectos nocivos para la salud que tienen que ver con la exposición a las partículas.

No hay pruebas concluyentes de que las micropartículas de plástico descubiertas en el estudio sobre el agua potable puedan llegar a la sangre ni de que sean perjudiciales para la salud humana, pero tienen varios efectos dañinos en potencia. Como ocurre con otros corpúsculos, como los que se encuentran en la contaminación atmosférica, pueden provocar inflamación, una respuesta inmunitaria a cualquier elemento que se reconozca como “ajeno” al cuerpo, la cual, a su vez, puede ser dañina.

Otro posible problema es que las micropartículas de plástico pueden convertirse en vehículos de entrada de otras toxinas al cuerpo. Por lo general, esta clase de fragmentos microscópicos repelen el agua y se combinan con toxinas insolubles. Por ejemplo, pueden combinarse con compuestos que contengan metales tóxicos, como el mercurio, y con contaminantes orgánicos como algunos pesticidas y la sustancia química conocida como dioxina, de la que sabemos que provoca cáncer y problemas reproductivos y de desarrollo. Si las micropartículas se introducen en el cuerpo, las toxinas pueden acumularse en los tejidos grasos.

Actualmente no disponemos de pruebas inequívocas de que los fragmentos microscópicos de plástico presentes en el agua potable tengan efectos perjudiciales para la salud, pero, dado que pueden tener otra clase de corpúsculos, es urgente que mejoremos nuestro conocimiento de lo que ocurre con las micropartículas de plástico en el cuerpo.

Rachel Adams es catedrática de Ciencias Biomédicas de la Universidad Metropolitana de Cardiff

Cláusula de divulgación: Rachel Adams no trabaja para ninguna empresa u organización que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte del cargo académico mencionado.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en la web The Conversation.

Traducción de News Clips.

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