por Fabiana
Frayssinet
RODELAS, Brasil,
8 nov 2017 (IPS) - Los tuxás, un pueblo indígena brasileño, que
por siglos habitó en el norte del estado de Bahia, en las riberas
del río São Francisco, sobrevive ahora envuelto en la saudade
(nostalgia), desde que un embalse dejó a sus pobladores sin su
tierra y sus raíces quedaron bajo sus aguas.
Lo cuenta a IPS,
entre otros, Dorinha Tuxá, una de las cacicas de la comunidad
originaria, que tiene actualmente unos 2.000 miembros, después de
cantar a la orilla de lo que ahora es un embalse a su “sagrado
río”, y fumar su “marakú”, una pipa con tabaco e hierbas
rituales.
En islas que
quedaron anegadas, en medio del río, vivieron sus antepasados por
siglos hasta 1988, cuando fueron desplazados para construir el
embalse de la central hidroeléctrica de Itaparica.
Tras una batalla
legal de 19 años, las 442 familias tuxás realojadas recibieron
finalmente una indemnización de la empresa concesionaria, pero
todavía esperan por las 4.000 hectáreas que fueron acordadas cuando
se les desplazó y que deben entregarles organismos del Estado.
Por ella luchan
ahora, porque como repiten, “un indígena sin tierra no es nadie”,
después de un recibimiento con su “toré”, una danza colectiva y
abierta, en el margen de su río y ahora embalse, donde han ocupado
parte de las tierras que se comprometieron a entregarles cuando los
desplazaron.
Su historia
conmueve. “Fuimos los primeros indígenas en ser reconocidos del
noreste y estamos siendo los últimos en tener el derecho a nuestra
tierra”, se lamentan.
Fuente:
Fabiana Frayssinet, Los tuxás y lo que el agua de un embalse se llevó, 08/11/17, Inter Press Service. Consultado 09/11/17.
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