Como
ustedes saben, las catástrofes naturales no existen. Los desastres
ambientales son consecuencia de un orden social que los hace
posibles. En numerosas oportunidades, su prevención fue bloqueada
por sectores interesados, cuyo lucro privado fue infinitamente menor
al daño social que sus conductas causaron.
Por
eso el tema ambiental es un tema político, y lo es muy especialmente
cuando asume una dimensión trágica. Echarle la culpa a Dios, al
Diablo, a la fatalidad o a la naturaleza ha sido siempre una conducta
de encubrimiento por parte de esos sectores.
La
historia ambiental es una herramienta de prevención. Nos ayuda a
comprender por que ocurrieron determinados sucesos y de que manera
podemos ayudar a evitar su repetición. No es casual la ausencia de
historia ambiental en los contenidos de educación ambiental de
índole conformista, que ponen el acento en las responsabilidades
individuales y esconden los procesos sociales.
Hoy
quiero compartir con ustedes algunos textos de mi último libro,
titulado “La guerra contra el Planeta”, que ha sido publicado por
la editorial Capital Intelectual (asociada a Le Monde Diplomatique).
El
libro analiza una serie de catástrofes ambientales ocurridas en
distintos contextos históricos. El objeto de estos ejemplos es abrir
la discusión sobre criterios de análisis de riesgo ambiental y de
prevención en procesos y sucesos ambientales.
En
esta entrega ustedes reciben:
Una síntesis de los casos estudiados en mi libro “La guerra contra el Planeta”.
La tapa del libro y el contacto con el editor para quienes tengan interés en adquirirlo o tener mas información sobre la obra.
La imagen que acompaña esta entrega es una publicidad con que la empresa Union Carbide anunciaba en 1981 la instalación de su nueva fábrica de pesticidas en la India. El texto hablaba del aporte de la empresa al desarrollo de ese país. El aviso tenía un dibujo que mostraba, en primer plano, un campesino con turbante que araba la tierra con la ayuda de un buey. El hombre y el animal avanzaban trabajosamente, con las cabezas bajas. Del otro lado de un río, se alzaba una fábrica lustrosa, símbolo de la modernidad. Y lo que después se reveló como una premonición, al modo de las profecías al revés de algunos cuentos orientales: de la fábrica salía una mano gigantesca que sostenía un enorme tubo de ensayo, cuyo contenido volcaba sobre el campesino hindú. Esta mano formaba parte de la estrategia comunicacional de la empresa y alude a la mano de Dios pintada por Miguel Ángel en el techo de la Capilla Sixtina. Sólo que Miguel Ángel pintó a Dios a escala humana, mientras que Carbide se pintó a sí misma en la que suponemos es la escala de Dios.
Un
gran abrazo a todos.
Antonio
Elio Brailovsky
Los
estudios de caso elegidos son los siguientes:
La
Peste Negra en la Europa Medieval
Entre
los años 1348 y 1350, una epidemia conocida como la Peste Negra mató
a la cuarta parte de la población europea, en lo que podríamos
calificar como uno de los peores desastres ambientales de la historia
de la humanidad. El aumento del comercio, unido a intercambios
masivos como los resultantes de las Cruzadas, y condiciones urbanas
de miseria y hacinamiento, aumentaron la vulnerabilidad social. El
desencadenante fueron las ratas infestadas que bajaron de un barco
que llegó a Italia desde el Mar Negro. Qué sucede cuando las
medidas sanitarias están condicionadas por los prejuicios.
Ecocidio
y dominación colonial: la destrucción de los cultivos andinos en
terrazas
La
consolidación del poder colonial en América Latina llevó a la
destrucción de las bases de sustentación de muchas comunidades
indígenas autosuficientes. Desde la demolición de las primeras
terrazas incaicas, testimoniada por el Inca Gracilaso de la Vega,
hasta el abandono de las de Iruya, Salta, por presión de los
pistoleros de los ingenios azucareros, a principios del siglo XX. Y
también la erosión de las famosas terrazas del cañón del Colca,
desatendidas por presión del negocio turístico. El ecocidio como
una forma de obligar a los campesinos a ingresar al mercado de
trabajo.
El
hundimiento de la Ciudad de México
Por
razones militares, para evitar que los aztecas inundaran a los
españoles, Hernán Cortés inició el desecamiento de la laguna
Texcoco, en la actual Ciudad de México. Después de varios siglos de
irracionalidad, el proceso se dio por terminado bajo la gestión de
Porfirio Díaz, a principios del siglo XX. Hoy México saca el agua
de un subsuelo poroso, que es el que soporta la urbanización que
crece en forma explosiva. Y a medida que la quita, la ciudad va
descendiendo, lo que se ve acelerado por el cambio climático. Una de
las mayores ciudades del mundo en una trampa de la que no puede
salir.
Hambre
y desertificación en la Isla de Pascua
Después
de haber hecho la inmensa travesía del Pacífico desde la Polinesia,
los pascuenses destruyeron sus bosques y quedaron atrapados en una
isla que no podía alimentarlos y de la que no pudieron escapar por
falta de madera para construir canoas. El cambio de las condiciones
climáticas, la violencia entre clanes rivales, acentuada por el
hambre, sólo empeoró las cosas. Tragedia de una sociedad que no
pudo cuidar los recursos naturales que la sustentaban.
El
creciente impacto ambiental de la actividad militar
A
veces olvidamos que la peor forma de contaminación y de deterioro
del medio ambiente es la guerra. A menudo se silencian sus efectos,
en nombre de una política mal entendida. Por eso mismo, nos
interesa destacar de qué modo y hasta dónde la actividad militar
puede ser contaminante, tanto en la guerra declarada como en la
preparación para la guerra. El primer efecto ambiental es el de usar
-es decir, inutilizar- enormes superficies de terreno que podrían
emplearse para otros fines. Pero además, el armamento utilizado
en el siglo XX generó profundos impactos ambientales, como puede
verse en los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki y en el uso
de plaguicidas como arma de uso masivo en la guerra de Vietnam.
Nueva
Orleáns, arrasada por el huracán Katrina
En
2005, un huracán arrasó la ciudad norteamericana de Nueva Orleans.
Fue un desastre anunciado, ya que los especialistas habían advertido
que las defensas de la ciudad no resistirían un huracán. En la
gestión de la emergencia se cometieron todos los errores posibles
que multiplicaron a cantidad de víctimas. Se dejó la evacuación
librada a la iniciativa individual, sin ningún apoyo estatal. No se
atendió a los sectores vulnerables. La reconstrucción quedó en
manos de la especulación inmobiliaria. Cuando un evento
meteorológico afecta más a los pobres y a los negros, la
explicación no surge de la meteorología sino de las ciencias
sociales.
Amazonia,
del infierno verde al desierto rojo
Desde
la utopía racista del Marqués de Pombal hasta los delirios de Henry
Ford, la mayor parte de los proyectos de explotación de la Amazonia
no tuvieron en cuenta sus procesos ecológicos e inventaron una
fertilidad sin límites que no existía. Los indígenas habían
creado ecosistemas artificiales de muy alta productividad, mientras
que la sociedad contemporánea la arrasa para plantar cultivos
efímeros o la inunda para producir energía.
Bhopal,
una fábrica que estalla
En
1984 se produjo una fuga de isocianato de metilo en una fábrica
estadounidense de la Union Carbide en la India. Se trata de un
compuesto de cianuro que provocó la muerte o la invalidez de miles
de personas, en el mayor accidente químico de la historia. Bhopal es
un caso emblemático, ya que mostró el tremendo costo económico y
humano de ahorrar en los sistemas de prevención y seguridad.
Hombres
empetrolados, impacto ambiental del extractivismo
La
extracción de los recursos no renovables suele hacerse en sitios
remotos, cuyas poblaciones afectadas suelen estar en condiciones de
desamparo. Los derrames de petróleo, los accidentes diversos en la
generación y transporte de hidrocarburos y los peligros de la
fractura hidráulica, un método de extracción que ni siquiera
declara los procedimientos que utiliza. El daño provocado por Shell
en el Río de la Plata, en el mayor derrame de hidrocarburos sobre
agua dulce de la historia es un ejemplo del modo en que trabajan esas
empresas.
La
gran minería con cianuro
Las
técnicas de extracción de minerales de baja ley, con empleo de
grandes cantidades de explosivos y de soluciones cianuradas,
representan un riesgo muy elevado para las comunidades afectadas. En
los casos en que los residuos peligrosos se acumulan en un dique de
colas, se trata de un pasivo ambiental que permanece peligroso en
forma permanente. Al mismo tiempo, el cambio climático significa la
reducción de las precipitaciones (y por ende, de la disponibilidad
de agua) en las zonas áridas y semiáridas. Destinar enormes
volúmenes de agua para la gran minería implicará restarlos de las
poblaciones y los cultivos.
La
sojización y la economía de los transgénicos
Se ha
construido un modelo productivo que monopoliza la producción de
semillas, la maquinaria agrícola, los plaguicidas y los mercados de
comercialización. Este monocultivo maximiza la vulnerabilidad
económica, ya que gran parte de la economía nacional depende de un
producto agrícola cuyo precio no contribuye a formar. Existen
importantes cambios territoriales, por la pérdida de diversidad
biológica, la expulsión de población, el uso masivo de plaguicidas
y los riesgos consiguientes para la salud pública y la contaminación
de las fuentes de agua potable.
El
accidente en la central nuclear de Fukushima, Japón
En
2011 un terremoto y maremoto afectaron esta central atómica, ubicada
en una zona costera. Se produjeron explosiones en los edificios que
albergan los reactores nucleares, fallas en los sistemas de
refrigeración, triple fusión del núcleo y liberación de radiación
al exterior. A varios años del evento, el resultado de las técnicas
de descontaminación es incierto. Nadie sabe cuánto costarán y ni
siquiera si serán eficaces. El evento reactualiza la discusión
sobre los márgenes de seguridad a adoptar en los proyectos y sobre
la viabilidad en el largo plazo de la energía nuclear.
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Fuente:
Antonio Elio Brailovsky, La guerra contra el Planeta, 31/10/17, Defensoría Ecológica.
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