La minería es
una de las industrias más contaminantes del mundo; es también la
primera fuente de energía a nivel internacional. Algunos Estados se
han unido para planear una futura salida de esta energía "sucia".
por Margot
Desautez
Una mina en la
mira de la COP 23
La cumbre
climática COP 23 tuvo lugar a unos kilómetros de la mina de carbón
más grande de Europa, en Hambach. Allí se está negociando otro
tipo de acuerdos, en este caso entre la Policía alemana y los
activistas medioambientalistas que ocupan el bosque de esa región
alemana desde hace cinco años.
Las máquinas
extractoras de la energética germana Rheinisch-Westfälisches
Elektrizitätswerk (RWE) excavan lignito, un carbón de baja calidad
con poco poder calorífico, las 24 horas del día en la mina de
Hambach. Tras haber extraído el manto de arcilla y drenado la zona,
la compañía explota las venas de la tierra a 300 metros de
profundidad. Está planeado extender la gigantesca zanja de 34
kilómetros cuadrados a 85 kilómetros cuadrados en los próximos
años.
Las
organizaciones medioambientalistas BUND (Friends of the Earth
Germany) y FoEI (Friends of the Earth International) se organizan
comprando u ocupando las tierras para impedir el proyecto de
extensión de la mina. Durante la COP 23 de Bonn, RWE suspendió su
trabajo de deforestación del bosque de Hambach, uno de los más
antiguos de Alemania, por miedo a un posible escándalo. Sin embargo,
a unos kilómetros de la mina, el abandonado pueblo de Bergheim da
testimonio del proyecto de la compañía. En Bergheim, RWE está
indemnizando a los habitantes para que evacúen la zona. Las
organizaciones medioambientalistas vinculan directamente esta
conminación con el aumento del número de suicidios en el pueblo y
explican que la minería sí mata. La empresa RWE es el principal
contaminante de Europa: emite 0,5 por ciento de las emisiones
globales de dióxido de carbono.
Una industria
"sucia"
La minería es
una de las industrias más contaminantes del mundo y es también la
primera fuente de energía a nivel intrenacional (40 por ciento).
Según el estudio Enerdata, el carbón emite 3,5 toneladas de CO2
para producir una tonelada de energía: esto es 1,5 veces más que el
gas; 1,3 veces más que el petróleo. Además, la extracción del
carbón contamina los acuíferos.
Alemania, país
que acogió la COP 23, es el cuarto mayor consumidor de carbón en el
mundo, después de China, India y Estados Unidos. Tras su retiro del
Acuerdo de París, Estados Unidos afirmó su deseo de reactivar esta
industria del siglo XIX. En la COP 23, Judith Graber, Secretaria del
Estado adjunta para los Asuntos científicos y ambientales de Estados Unidos, afirmó en una conferencia sobre la utilidad de las energías
fósiles (carbón, petróleo, gas): "Queremos apoyar las fuentes
de energía lo más limpias y eficientes posibles, sea cual sea su
origen". Sin embargo, dejó una incógnita sobre lo que llama
energía fósil "limpia".
La Alianza para
la salida del carbón
Este jueves, en
Bonn Canadá y Reino Unido impulsaron la "Alianza para la salida
del carbón", que reúne a Angola, Bélgica, Finlandia, Francia,
Italia, las islas Marshall, México, Portugal y Salvador, pero
también a algunos estados norteamericanos, como Washington, Alberta
y Vancouver, que se oponen a la decisión de Trump. Esta Alianza
prevé eliminar gradualmente las centrales de carbón con plazos
límites adaptados a cada Estado. "El mundo avanza, el carbón
no regresará", dijo Catherine McKenna, ministra de Medio
Ambiente de Canadá. Sin embargo, los cuatro mayores consumidores de
carbón, China, India, Estados Unidos y Alemania, no se unieron al
llamado.
Fuente:
Margot Desautez, COP 23: carbón, la industria que contamina el mundo, 17/11/17, Deutsche Welle.
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