Este año se
celebra el 200 aniversario del nacimiento del padre del ecologismo,
Henry David Thoreau, filósofo y científico, además de precursor de
los movimientos naturalistas y corrientes antisistema en una época
en la que ya comenzaban a vislumbrarse profundos cambios en el medio
ambiente y en la sociedad.
Con motivo de
este aniversario, se celebran en todo el mundo conferencias y actos
relacionados con su vida y obra, y “Walden”, lago emblemático en
el que el fílósofo estadounidense vivió durante dos años se ha
convertido en lugar de peregrinación para miles de sus seguidores
que buscan bucear en el pensamiento de este hombre tan peculiar como
sabio.
Thoreau,
(Concord, Massachusetts, Estados Unidos, 12 de julio de 1817 - 6 de mayo de
1862) nació y creció en una época en la que la ciencia estaba
íntimamente ligada con la filosofía, y dejó una extensa obra
literaria que ha marcado el estudio de la biología y la trayectoria
de muchos jóvenes para los que “Walden” (reeditada en mayo de
2017 por Ed. errata naturae), considerada su obra de mayor
trascendencia, ha proporcionado una forma de vivir y sentir la
naturaleza.
La extensa obra
literaria de Thoreau (‘Cartas a un buscador de sí mismo’,
‘Musketaquid’, ‘Un paseo invernal’, ‘Desobediencia’,
‘Todo lo bueno es libre y salvaje’, entre otras) ofrece la
posibilidad de adentrarse en su pensamiento y en su existencia ligada
por entero a la naturaleza, y a la obcecada y congruente militancia
contra el establishment y el desarrollo industrial que comenzaba ya a
emerger.
Da Rocha, el
primer autor que escribe en castellano la biografía de Thoreau
El profesor de
Filosofía de los Valores y Antropología Social de la Universidad
del País Vasco, Antonio Casado da Rocha, es un especialista en ética
y en el pensamiento de Thoreau, además de haber sido el primer autor
que ha escrito en castellano la biografía del filósofo naturalista
estadounidense.
Para Casado da
Rocha, “a Thoreau le podemos considerar como un filósofo del siglo
XIX, pero en un momento en que las ciencias naturales no estaban
separadas de lo que hoy llamamos Humanidades, y Thoreau en aquella
época escribe sobre la naturaleza, pero también realiza una
investigación sistemática sobre ella y la describe con gran
lirismo. Podemos decir que estamos ante un filósofo romántico en el
sentido que une la naturaleza con el espíritu”.
Casado da Rocha
considera que “Thoreau es un precursor de lo que llamaríamos hoy
ecología, no solo en el sentido de conservación sino que también
fue alguien muy interesado en las conexiones entre el mundo natural y
el mundo humano, así como las conexiones entre las diferentes
especies y su hábitat”.
“La época en
la que vivió Thoreau fue un tiempo cultural muy especial en la
historia de los Estados Unidos, en la que se unieron varias
circunstancias. Por un lado, Thoreau recibió una vasta educación
humanística. Estudió en Hardvard, donde se puso en contacto con
Ralph Waldo Emerson que fue uno de los grandes intelectuales
coetáneos y a su alrededor se creó un grupo muy interesante de
intelectuales y artistas”.
Más tarde,
Emerson fue a vivir al pueblo de Concord, donde junto con Thoreau
crean de nuevo un círculo intelectual interesado en elaborar una
crítica cultural razonada al establishment académico y mediático
del momento.
‘Walden’,
obra culmen para el ecologismo
Walden (1854) es
la obra culmen de Henry David Thoreau y en la que relata su estancia
durante dos años en una casita que él mismo se construyó, al lado
de una laguna del mismo nombre y muy cerca de su pueblo natal. Antes
y después de este texto, escribió otros libros y ensayos. Pero para
Casado da Rocha su gran obra es el ‘Diario’ “que escribió
durante 25 años desde que salió de la universidad hasta que murió
y en el que recogía prácticamente sus experiencias día a día”.
En estos diarios,
escritos a lo largo de su vida, el filósofo estadounidense plasma su
pensamiento ligado a la experiencia con la naturaleza, de la que
extrae su aprendizaje sobre el ser humano.
Este compendio de
anotaciones fue posteriormente utilizado por los científicos para
calcular los efectos del cambio climático, “gracias a sus
exactitudes a la hora de señalar las fechas cuando florecían
determinadas plantas o los cambios que sucedían en las estaciones en
aquel tiempo y que siguen siendo útiles en la actualidad”.
Casado da Rocha
sostiene que “el pensamiento de Thoreau y sus críticas no han
hecho más que intensificarse. Creo que en la actualidad, él sería
más radical si cabe y que fundamentalmente su llamada es un toque de
atención que nos impele a ralentizar nuestro modo de vida, para
poder vivir el momento presente”.
Thoreau, sostiene
el filósofo vasco, era consciente de la necesidad de simplificar
nuestras vidas para poder llegar a sociedades sostenibles, e
implantar las ideas necesarias para crear las claves culturales en
nuestra relación con la naturaleza, “pero eso lleva mucho tiempo y
todavía no se ha completado ese cambio cultural”.
Una llamada de
alerta que sigue siendo necesaria
Según Casado da
Rocha, “esa llamada de alerta que hizo hace doscientos años sigue
siendo necesaria en nuestro mundo porque ha ido en la dirección que
él anticipaba”.
Pero en la
cercanía, “es verdad que ya dentro de su pueblo era un personaje
peculiar, excéntrico, no llegó a casarse y todo el mundo sabía que
era tremendamente inteligente y mañoso”.
Antonio Casado da
Rocha resalta dos anécdotas en la vida de Thoreau.
El filósofo
estadounidense abrió una escuela en su pueblo natal junto con su
hermano John donde ambos impartían clases, pero se negaban a aplicar
castigos físicos que los padres de los alumnos le pedían que
infligiesen, por lo que ambos Thoreau se vieron obligados a cerrar la
escuela.
La segunda de las
anécdotas que cuenta Casado da Rocha del padre del ecologismo era su
costumbre más inveterada de salir a caminar cuatro horas al día
después de haber trabajado toda la mañana, y antes de dedicarse a
escribir por las noches.
A lo largo de su
camino y provisto del equipaje necesario de un botánico, Thoreau
recogía especies y tomaba notas. La peculiaridad de su indumentaria
era su sombrero, cuyo interior estaba confeccionado con un pequeño
cajón en el que guardaba las muestras que recogía del campo.
Se pueden contar
muchas que demuestran que Thoreau fue artífice y precursor, por
ejemplo, de la creación de los Parques Naturales que surgieron
después de su fallecimiento, en parte gracias a la gente que leyó
sus obras y a otros autores norteamericanos de su época. Sin el
pensamiento de Thoreau no existirían ni el Central Park de Nueva
York ni los Parques Naturales que protegen tantos lugares del
planeta.
“Nada se alza
más libre de culpa en este mundo que un pino”. Henry David
Thoreau. ‘Diarios’, 20 de diciembre de 1851.
Fuente:
200 años del nacimiento de Thoreau, precursor del ecologismo y sabio inconformista, 18/10/17, EFEverde.
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