por Nick Miroff
Lago Palcacocha
(Perú) - Después de un día soleado, un pedazo de hielo del tamaño
de un camión empezó a caer de un glaciar del Monte Pucaranra. Se
hundió y levantó una ola de casi tres metros de altura.
Víctor Morales,
un hombre pequeño, con rasgos felinos y un gorro de esquí, es el
solitario vigilante del lago. Él subió a una colina y se puso a
escuchar la radio. La ola había dañado un sistema de drenaje de
emergencia destinado a reducir el volumen del lago. Pero, para su
alivio, la presa de agua estaba intacta.
"No fue una
gran avalancha", recuerda.
Lago Palcacocha
tiene más de 1,600 metros de largo y más de 76 metros de
profundidad. El efecto de una gran avalancha sería como dejar caer
una pelota de bolos en una bañera. Las predicciones apuntan que una
ola de 30 metros sería tan poderosa como para fulminar la presa. Más
de once mil millones de litros de agua helada irrumpirían por la
montaña hacia la ciudad de Huaraz y enterraría, a su paso, a los
200,000 habitantes de la zona bajo un tsunami andino de barro,
árboles y rocas.
El lago
Palcacocha es un ejemplo de las amenazas del cambio climático a las
que se enfrenta Perú y otros países en desarrollo. Este lugar es
especialmente vulnerable porque alberga el 70 por ciento de los
"glaciares tropicales" del mundo, es decir, pequeñas capas
de hielo de alta altitud que se encuentran en las latitudes medias de
la Tierra. Su desaparición ha convertido a Perú en un laboratorio
de adaptación humana respecto al cambio climático.
Hasta ahora, la
cosa no ha ido muy bien.
"Para países
como Perú, que están tratando de salir de la pobreza, existen
importantes obstáculos sociales, culturales y económicos para la
adaptación. Identificar riesgos es una cosa, pero hacer algo con
ellos es otra", comenta Nelson Santillán, investigador de la
Autoridad Nacional de Aguas de Perú.
Desde que Donald
Trump anunciara que Estados Unidos se desmarcaría de su compromiso
con el acuerdo climático de París, los científicos han señalado
nuevos signos de que el planeta está acercándose a un precipicio.
Los registros de temperaturas máximas van en aumento al tiempo que
van apareciendo nuevas grietas en los casquetes polares.
Los glaciares de
alta altitud de Perú son diminutos en comparación con otros, pero
millones de personas dependen de su agua para la alimentación y la
hidroelectricidad.
Algunos de los
glaciares peruanos han perdido más del 90 por ciento de su masa.
Mientras que gran parte del agua gotea inofensivamente por la ladera
de la montaña, en lugares como el lago Palcacocha hay grandes lagos
de hielo derretido. Muchos de estos nuevos lugares son retenidos por
morrenas glaciales, que son esencialmente montículos de sedimentos
comprimidos. Pueden ser estructuralmente débiles y, a medida que el
volumen de agua incrementa, algunos se derrumban.
"Tenemos
glaciares a lo largo de 18 cordilleras", comenta Marco Zapata,
director del Instituto Peruano de Investigación de Glaciares.
Todos se están
encogiendo.
Para las
autoridades peruanas, esto se está convirtiendo más en un problema
de ingeniería que en un lamento medioambiental. Sin una escorrentía
glacial segura, los sistemas de riego y agua del país necesitarán
ser reestructurados. Se necesitarán nuevas presas y embalses para
almacenar el agua de una forma mucho más eficaz. Habrá que volver a
calcular las inversiones en agricultura y otras industrias con uso
intensivo de agua.
"El glaciar
solía llegar hasta allí" comenta Tomás Rosario, de 45 años,
que cultiva en la sombra de Huascarán, el pico más alto del Perú.
Ahí señala una cresta sobre su aldea, donde se descubre una roca
desnuda. "Ahora la nieve se ha ido y nos estamos quedando sin
agua", lamenta.
Fuente:
Nick Miroff, El derretimiento de los glaciares deja a Perú con una capa muy fina de hielo, 28/08/17, Infobae.
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