La antropóloga,
docente, investigadora y especialista en la cuestión de los pueblos
originarios en Argentina aporta su punto de vista sobre la campaña
antimapuche en curso.
por Juan Dal Maso
La ministra
Patricia Bullrich y otros funcionarios, junto con muchas empresas
periodísticas, han salido con un discurso contra una supuesta
“República mapuche”. ¿Ésta idea se corresponde con las
reivindicaciones de las comunidades que conforman el pueblo mapuche?
- No. Las
reivindicaciones de las organizaciones giran en torno a la
conformación de un Estado plurinacional y cultural, es decir, donde
no se viva en la ficción de una sociedad homogénea, sino que se
visibilicen las diferencias y se considere un cierto margen de
autodeterminación.
Esta
autodeterminación no es un capricho ni un reclamo disolvente, sino
que por el contrario se deriva del cumplimiento de las normas
internacionales a las cuales adhirió la Argentina, como el Convenio
169 de la OIT, el Convenio sobre la Diversidad Biológica, la
Declaración de Naciones Unidas sobre los Pueblos Indígenas, etc.
Con esto quiero decir que son el Estado argentino y sus instituciones
nacionales y provinciales los responsables del cumplimiento de las
normas que ordenan, por ejemplo, realizar la llamada Consulta Previa
a las comunidades, a través de sus autoridades, cuando se quiere por
ejemplo explotar un recurso (petrolero, minero, hídrico, forestal,
turístico) dentro de los territorios indígenas.
A través de este
mecanismo, las comunidades pueden empezar a decidir cómo vivir en
sus territorios, aceptando o no la incursión de empresas estatales o
privadas en ellos. Es un principio de autoridad mínimo, que no
implica secesión, sino por el contrario garantizar una relación
basada en el respeto mutuo, y es lo que se ha acordado en tribunales
internacionales como un principio deseable.
La propia
Constitución Nacional, a partir de 1994 ordena en su artículo 75º
inciso 17: “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los
pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y
el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la
personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad
comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la
entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano;
ninguna de ellas será enajenable, transmisible, ni susceptible de
gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión
referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los
afectan (…)”.
Esto implica, por
un lado, el reconocimiento de su carácter de pueblos, lo que
involucra un reconocimiento de su historia, su entidad política, sus
tradiciones, sus derechos, en un nivel superior que el reconocimiento
de las comunidades o poblaciones. Son pueblos, como el pueblo
argentino.
Por otra parte,
hay una lista de reclamos de larga data que la Constitución, en este
artículo, reconoce y ordena resolver: educación, política,
territorio, economía, ecología… Al reconocerlos como pueblos
preexistentes, les reconoce el derecho a la “participación en la
gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses
que los afectan”.
Todos los pueblos
indígenas que hoy habitan el territorio argentino vienen reclamando
que los sucesivos gobiernos cumplan el precepto constitucional. Sin
embargo, el abuso de poder persiste en incumplir lo pautado y
convertir a las víctimas de la negligencia en victimarios.
En concordancia
con su carácter de pueblos preexistentes, algunas organizaciones han
desarrollado otras propuestas que implican cierto nivel de autonomía:
un ejemplo de ello es el desarrollo del Nor Feleal, el Derecho
tradicional mapuche, que está atravesando un proceso de
reconocimiento por parte de la provincia de Neuquén.
Este proceso se
da en paralelo con el de creación de espacios interculturales, en
salud, en educación, o en el uso del espacio público, en los que se
comparte actividades y contenidos en forma más equitativa. No
obstante, tanto las actividades y espacios interculturales como las
que tienden a mayor autonomía, tienen en común que son instancias
reparadoras, resultado de procesos de reconocimiento, y por lo
general surgen a instancias de los mapuche. En ese sentido, los
mapuche son los que reclaman a los gobiernos el cumplimiento de sus
propias leyes, y a la vez constituyen un sector progresivo dentro de
la sociedad argentina.
No hay nada en
los reclamos de las organizaciones mapuche ni de otros pueblos
indígenas que vaya en contra de los principios democráticos y de
los consensos sociales; por el contrario, los hemos visto apoyando
las mejores causas que atraviesan a la sociedad en general.
Otro argumento
muy utilizado contra los mapuches para deslegitimar sus reclamos ante
el Estado argentino es que son un pueblo originario pero de Chile.
Este argumento no es inocente y tiene también su propia historia,
¿nos podés contar sobre ella?
- Efectivamente,
dicho argumento fue “fabricado” a fines del siglo XIX en el
contexto del avance militar del estado nacional sobre la frontera
indígena, para justificar frente a la opinión pública una
operación militar y forzar su aprobación en el Congreso.
Cuando decimos
que un pueblo es originario nos referimos a que el mismo existía en
la región antes de la llegada de los españoles. La conquista por
parte de Europa de territorios en otros continentes y el
establecimiento sistemático de colonias es un proceso histórico que
atravesó el globo y cambió su estructura para siempre.
En todos los
Estados independientes que hoy, varios siglos después, son resultado
de procesos de conquista, colonización y descolonización, como es
el nuestro, y todos los demás países de América por ejemplo, la
estructura social presenta una clasificación primaria entre los
descendientes de los conquistadores y los descendientes de los
vencidos. Más allá de las diferencias que se van a producir a
partir de las políticas de diversidad diferentes que cada Estado
republicano implemente, la marca de la expansión colonial continúa
vigente. Por eso, en base a su carácter clave, la conquista europea
es el momento histórico que se utiliza para clasificar a quienes
estaban “antes” o “después”. Aquellos pueblos que estaban
“antes” de la Conquista y sus descendientes actuales son los
llamados “originarios”.
El carácter de
originario se refiere al pueblo como entidad social, política e
histórica, no a la especie. Esto hay que aclararlo porque en los
últimos días se han leído y escuchado interpretaciones
malintencionadas que intentan ridiculizar el concepto de pueblos
originarios remitiendo al proceso de poblamiento americano a través
de Behring o la Polinesia. No se trata de atribuir un origen
americano a la especie humana en el caso de ningún pueblo, sino de
reconocer el hecho tan evidente de la presencia de algunos pueblos en
el continente antes que otros.
Al reconocerse la
preexistencia de los pueblos originarios en América, se reconoce
también que ellos existen antes de la Conquista, antes de la
Independencia y por lo tanto antes del establecimiento de las
fronteras nacionales.
En el caso de los
mapuche, la frontera entre Argentina y Chile, que se definió en la
Cordillera recién en 1899, los dividió por la mitad. Entonces, las
personas mapuche hoy en día pueden ser argentinas o chilenas en
tanto ciudadanos, según su lugar de nacimiento; pero el pueblo
mapuche en sí no es ni chileno ni argentino, ya que es previo.
El fantasma de la
extranjería de los mapuche, que algunos agitan para justificar el
racismo y la violencia, no tiene en cuenta en todo caso, que del otro
lado de la cordillera son igualmente extranjeros por los mismos
motivos.
Y en cuanto a las
nacionalidades individuales, vale la pena advertir que el último
Censo de Población nos muestra que un 94 % de los mapuche que
habitan de este lado de la cordillera son ciudadanos argentinos y
viven en la misma provincia en la que han nacido.
Por último, una
parte elemental del reconocimiento a los pueblos es el reconocimiento
de su propio nombre. En el caso de los mapuche existe una discusión
bastante curiosa, acerca del nombre que se dan a sí mismos, ya que
algunos proponen que “en realidad” se llaman araucanos, por lo
cual la utilización del término “mapuche” denotaría la
falsedad de su identidad. Es bastante obvio que el término
“araucano”, acuñado por el soldado y poeta español Alonso de
Ercilla, no podía ser el que utilizaran los mapuche para llamarse a
sí mismos antes de la conquista. Por el contrario, corresponde
utilizar el nombre de “mapuche” que es el nombre del conjunto que
engloba a otras identidades locales como puelches, pehuenches,
guluches, moluches, picunches, chaziches, rankulches y muchas otras.
En base a tu
trabajo de investigación: ¿cómo definirías la relación del
Estado argentino con los pueblos originarios, en el pasado y en la
actualidad?
- Después de la
conquista violenta de sus territorios y del genocidio cometido contra
sus poblaciones, la relación del Estado argentino con los pueblos
originarios -la llamada “política indígena” o “política
indigenista”- ha pasado por distintas etapas, a medida que iba
madurando también la relación de los gobiernos con la ciudadanía
en general.
La recuperación
de la democracia en 1983 fue clave para el inicio de una etapa de
reconocimientos y para la implementación paulatina de políticas de
afirmación de derechos. Estas políticas fueron consecuencia
principalmente del desarrollo de las organizaciones de los propios
pueblos indígenas, que lograron establecer diálogos y acuerdos que
no hubieran surgido sólo por iniciativa estatal. Cada derecho
conquistado fue producto de una larga lucha previa.
En estos últimos
tiempos, sin embargo, y acompañando una tendencia regresiva general,
que avanza en desmedro de derechos conquistados por la ciudadanía en
muchos niveles, nos encontramos con el avance de discursos promotores
de la violencia racial, justificadores del genocidio de la Conquista,
negadores de la riqueza cultural de los pueblos originarios,
negadores de su propia existencia y ocultadores de los derechos que
por ley les corresponden.
Es muy importante
mantenerse alerta y no dejar pasar el negacionismo y los intentos de
retrotraer las políticas indígenas a las etapas anteriores de la
historia, para prevenir la realización de un nuevo genocidio.
Fuente:
Juan Dal Maso juandalmaso@gmail.com, Diana Lenton: “La campaña regresiva contra el pueblo mapuche promueve la violencia racial”, 19/08/17, La Izquierda Diario. Consultado 19/08/17.
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