por Daniel Gutman
BUENOS AIRES, 14
jul 2017 (IPS) - Más allá de sus diferencias, la sociedad civil y
las autoridades ambientales de Argentina trabajan juntas en un
proyecto ambicioso: la creación de áreas protegidas marinas que
abarquen 10 por ciento de su zona económica exclusiva, con más de
5.000 kilómetros de costa sobre el sur del océano Atlántico.
“Nos proponemos
enviar este mismo año al Congreso Nacional los proyectos de ley de
creación de cinco áreas marinas protegidas que fueron seleccionadas
como resultado de la mesa de trabajo en la que discutimos desde el
año pasado con organizaciones (no gubernamentales)”, dijo a IPS el
biólogo Diego Moreno, secretario de Política Ambiental del
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable.
“Se trata de
proteger zonas del mar especialmente importantes en cuanto a
biodiversidad, del impacto negativo de la sobrepesca, de la actividad
petrolera y del tránsito de barcos. Actualmente los límites de las
áreas están siendo sometidas a un proceso de consultas con áreas
de gobierno como cancillería, energía, defensa y pesca”, agregó.
El Sistema Nacional de Áreas Marinas Protegidas existe formalmente en este país
sudamericano desde 2014, cuando el Congreso legislativo dictó la ley
27.037, destinada la preservación de espacios “representativos de
hábitats y ecosistemas”.
Esa ley, que
hasta ahora no ha pasado del papel, prevé cinco categorías, con
distintos grados de protección. La más severa es la Reserva
Nacional Marina Estricta, en las que se limita al máximo la
actividad humana: solo se permite la investigación científica. En
las otras categorías se toleran actividades extractivas, aunque de
acuerdo a planes de manejo.
Hoy en Argentina
existe una única área íntegramente sobre el océano Atlántico. Se
llama Banco Namuncurá y es una meseta submarina de unos 28.000
kilómetros cuadrados que está al sur de las Islas Malvinas,
actualmente bajo dominio británico, y al este de tierra firme.
Fue creada en
2013 y está bajo la autoridad del Ministerio de Relaciones
Exteriores y no de la Administración de Parques Nacionales (APN),
que será la responsable del manejo de las nuevas áreas protegidas.
En la APN no respondieron las preguntas de IPS al respecto.
El Banco
Namuncurá representa menos de dos por ciento de la superficie de la
zona económica exclusiva que el país tiene sobre el Atlántico, que
se extiende hasta las 200 millas marinas (370 kilómetros) y totaliza
aproximadamente 1,6 millones de kilómetros cuadrados.
“Argentina ha
quedado tremendamente atrasada en este tema, incluso si se la compara
con otros países de la región, como Chile, y tenemos que recuperar
el tiempo perdido. Históricamente se ha apuntado a proteger las
zonas donde los turistas llegan para ver la fauna marina, pero es
hora de proteger el hábitat donde esa fauna se alimenta”, dijo a
IPS el biólogo Pablo García Borboroglu.
Este especialista
en conservación marina y fundador de Global Penguin Society (GPS),
vive y trabaja en Puerto Madryn, la ciudad patagónica que está a
pocos kilómetros de la península de Valdés, donde en el segundo
semestre de cada año llega para reproducirse aproximadamente 30 por
ciento de la población mundial de la ballena franca austral
(Eubalaena australis).
Su presencia
atrae a miles de turistas de todo el mundo a este lugar, que ha sido
declarado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
La GPS es una de
las 11 organizaciones no gubernamentales que conformaron la llamada
red Llegó la Hora del Mar, que está en campaña para impulsar el
establecimiento de áreas protegidas marinas en este país
sudamericano, con el apoyo público de decenas de artistas de gran
popularidad local.
Las
organizaciones señalaron en un documento que entre las especies que
se busca proteger se incluye al pingüino de Magallanes (Spheniscus
magellanicus), que tiene una importante colonia de reproducción en
la zona de Punta Tombo, dentro de la península de Valdés, en la
suroriental provincia de Chubut.
Esta colonia
sufrió una reducción de 40 por ciento en el número de individuos
reproductores en los últimos 35 años, debido a que los adultos
tienen que nadar una distancia cada vez mayor para obtener el
alimento de sus crías.
“Los pingüinos
son excelentes indicadores ambientales. Debido a que se mueven entre
la costa y el mar y no vuelan, reflejan lo que sucede en el océano,
tanto en términos de calidad del agua como de calidad de alimentos”,
dijo García Borboroglu.
Entre otras
especies que habitan la plataforma continental argentina en el
Atlántico, llamada en el país mar Argentino, existen dos especies
de tortugas, la verde (Chelonia mydas) y la cabezona (Caretta
caretta), clasificadas por las autoridades ambientales como
amenazadas, mientras una tercera está en peligro en extinción, la
láud (Dermochelys coriácea).
En cuanto a los
mamíferos marinos, se destaca la franciscana o delfín de plata
(Pontoporia blainvillei), el más pequeño en el mundo de esta
especie de cetáceos.
Sobre los
invertebrados hay información escasa y fragmentada, aunque se estima
que solo los moluscos están representados con más de 900 especies.
El conocimiento
sobre el mar Argentino tiene todavía un largo camino por recorrer y
esa deuda intenta ser saldada a través de un programa científico
oficial lanzado en 2014 con un horizonte de 10 años.
Moreno, el
secretario de Política Ambiental, presentó a principios de junio el
proyecto de la creación de áreas protegidas marinas, durante la
Conferencia sobre los Océanos, que convocó la Organización de las
Naciones Unidas en Nueva York.
Ese encuentro de
alto nivel se llevó a cabo para discutir las formas de alcanzar el
14 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el vinculado a
la conservación de los océanos, los mares y los recursos marinos,
que la comunidad internacional aprobó en 2015 para cumplir como
parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Para Argentina,
además, esta iniciativa representa la oportunidad de cumplir con
compromisos internacionales, ya que el país ratificó en 1994 el
Convenio sobre Diversidad Biológica, en el marco del cual se aprobó
en 2010 el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020.
Ese plan fija
entre sus objetivos, conocidos como las Metas de Aichi por la ciudad
japonesa donde se adoptaron, que 10 por ciento de las zonas marinas y
costeras se destinen a la conservación por medio de sistemas de
áreas marinas protegidas “administrados de manera eficaz y
equitativa, ecológicamente representativos y bien conectados”.
También
establece que para 2020 se destinen a la conservación 17 por ciento
de las zonas terrestres.
Argentina está
muy lejos de esa proporción, ya que actualmente tiene alrededor de
seis por ciento de su territorio a resguardo de actividades
productivas, si se incluyen no solamente las áreas protegidas
nacionales sino también las provinciales y las reservas privadas.
En marzo, en su
discurso de apertura de sesiones ordinarias del Congreso legislativo,
el presidente Mauricio Macri anunció el objetivo de duplicar las
áreas protegidas del país, aunque por ahora no hay resultados
concretos.
Editado por
Estrella Gutiérrez
Fuente:
Daniel Gutman, Argentina busca saldar una deuda con su biodiversidad marina, 14/07/17, Inter Press Service. Consultado 18/07/17.
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