El
cardenal amarillo, en riesgo crítico de desaparecer, es la pieza más
buscada. La PFA ya incautó más de mil aves en los últimos dos
años: un 40 % muere en traslados en condiciones aberrantes. El
insólito zoológico clandestino encontrado en La Plata.
por
Federico Fahsbender
El
cardenal amarillo tiene unas cuantas diferencias con su primo de
plumaje rojo y blanco. Para empezar, está en peligro crítico de
desaparecer. El Plan Extinción Cero, una lista roja confeccionada
este año por la Dirección de Fauna Silvestre del Ministerio de
Ambiente, lo ubica entre las siete especies más amenazadas de la
Argentina junto al yaguareté, el venado de las pampas, el macá
tobiano de la Patagonia y la ranita del Pehuenche, un pequeño
anfibio mendocino con la tragedia de tener un hábitat natural de
apenas nueve kilómetros cuadrados amenazado por una obra caminera.
Los
expertos en aves hablan de unos pocos cientos que quedan en estado
salvaje, con esfuerzos conservacionistas tanto aquí como Uruguay.
Oriundo de los espinales, montes y pastizales pampeanos, el cardenal
amarillo vio sus números brutalmente reducidos por el avance de la
frontera ganadera que taló los árboles donde construía sus nidos.
Sin embargo, su canto, particularmente dulce, es su mayor problema.
Los
dueños de ejemplares suben videos a Youtube mostrando cómo silban
sus cardenales cautivos; los coleccionistas, en un hobby frecuentado
por hombres de avanzada edad, montan pequeños duelos para ver qué
pajarito canta mejor. Algunos pocos criaderos se dedicaron a
producirlos a lo largo del tiempo. Fuentes en organismos como UFIMA,
el ala de la Procuración encabezada por el fiscal federal Ramiro
González hablan de etiquetas de más de cien dólares para un
cardenal amarillo de cautiverio.
Sin
embargo, los que nacieron libres son los más deseados. El
departamento de Delitos Ambientales es el área de la Policía
Federal dedicada a combatir el tráfico de fauna entre otras
violaciones a la ley. Voces policiales apuntan que un ejemplar puede
costar desde 2 mil hasta más de 10 mil pesos, dependiendo del color
de sus plumas y su voz, las típicas normas para tasar a cualquier
pájaro traficado.
En la
Argentina, capturar y vender un pájaro autóctono es un delito
federal penado por la Ley de Fauna, la número 22.421, con un máximo
de dos años de cárcel. El mes pasado, la UFIMA y la división
Delitos Ambientales se encontraron dos veces con el cardenal amarillo
a la venta en Capital y el conurbano bonaerense.
El 17
de mayo, la PFA ingresó en un local de mascotas en la calle
Hortiguera al 700 de Virrey del Pino: encontraron 159 aves de
especies protegidas. Había jilgueros, loros habladores, corbatas
blancas y negras, cuya captura y venta está prohibida a pesar de ser
pájaros relativamente comunes y de población estable; el cardenal
amarillo estaba camuflado entre sus parientes de pluma roja, más
numerosos y baratos. Un cardenal común cuesta, en promedio, de 350 a
700 pesos.
La
feria de pájaros de Pompeya es otro clásico porteño. La venta
tanto legal como ilegal se mezcla en la esquina de Sáenz y Perito
Moreno a diez cuadras del Riachuelo, entre jaulas y cajas de cartón
con aves, perros, gatos, canarios con papeles para validar su
procedencia y tortugas de tierra, una de los animales protegidos más
traficados de la Argentina, marcado como especie vulnerable por la
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y vendida
en Pompeya al módico precio de 250 pesos por cría bebé.
La
división Delitos Ambientales llegó a la Feria el 21 de mayo pasado,
esta vez con la intervención de UFEMA, el equivalente porteño de la
UFIMA, a cargo del fiscal Matías Michienzo. Labró cinco actas por
venta ilegal tras incautar 205 ejemplares, 188 de ellos pájaros como
corbatas, reina moras, reyes del bosque y teros. Había varias
tortugas, incluso un lagarto overo. El cardenal amarillo fue
encontrado en una jaula en la esquina de Perito Moreno y Ochoa.
Delitos Ambientales volvió al día siguiente para golpear otros
cuatro puestos y llevarse otros 90 animales, incluido un halcón y
otro lagarto overo de gran tamaño. Los allanamientos en busca de
venta ilegal de fauna no son una novedad para la Feria, por otra
parte: una redada en noviembre pasado ya había incautado más de 300
especímenes.
Que
las aves en general sean mayoría en estos operativos policiales no
es casualidad: representan el 90% de todas las especies incautadas
por Delitos Ambientales de la PFA, que encontró y liberó 1500
ejemplares entre 2016 y lo que va de 2017. Las aves también
representan la mitad del total de tráfico de fauna de la Argentina,
según un informe de la Dirección de Fauna Silvestre publicado el
año pasado. La UFIMA del fiscal González, por su parte, inició más
de 100 causas entre lo que va de este año y el año anterior en todo
el país.
El
traficante de aves tiene un perfil claro. Un investigador veterano
apunta a Infobae: "Son hombres grandes, de edad mediana o
avanzada. Hacen esto desde casi toda su vida. Capturan las aves en el
monte entrerriano o en el norte argentino y las traen a Capital
Federal y al conurbano para la venta. Cuando los detenés te dicen:
'No sé hacer otra cosa.'"
La
división Delitos Ambientales realiza controles en las autopistas de
Zárate y en la vía que une a Buenos Aires con Rosario en busca de
estos dealers de aves. Lo que se encuentra en estos controles no es
grato de ver: los animales viajan largos trayectos a oscuras y
apiñados de a decenas en jaulas, escondidos en baúles o en las
partes traseras, usualmente sin comida ni agua.
Muchos
mueren en el camino: los investigadores policiales estiman que un
promedio de 40 por ciento de los envíos pierde la vida antes de
llegar a la venta. "Encontramos envíos de cardenales rojos
donde el 90 por ciento ya estaba muerto", asegura un
investigador. La UFIMA habla de un promedio de mortandad mucho peor:
70 por ciento. Sin embargo, llegar a una condena judicial es una
rareza a pesar de todo este cuadro grotesco: los procedimientos
suelen terminar en probations de servicio comunitario.
Los
cardenales amarillos y las tortugas de tierra son especies
autóctonas: traficar con animales exóticos del extranjero es algo
totalmente diferente. Los detectives de Delitos Ambientales todavía
recuerdan cuando irrumpieron en una antigua casa de Flores en 2007
para encontrarse con el premio mayor de la historia reciente del
mercado negro de fauna en la Argentina: un guacamayo de Lear, el
mismo que protagonizó la película Rio de Disney, una de las
especies más amenazadas de Brasil, considerada en riesgo crítico de
extinción, con un espectacular plumaje azul noche y un precio
porteño de venta de 20 mil dólares.
El
guacamayo no estaba solo: junto a él se encontraron otros nueve
especímenes de guacamayos de diversas variedades bolivianas y
brasileñas, todos ellos animales en peligro de extinción. "Los
guacamayos son altamente buscados por los coleccionistas",
asegura un detective: "Son capturados en la selva por aborígenes
directamente en el nido. Un ave ya adulta es muy difícil de manejar,
se estrellaría contra la jaula en cautiverio". El guacamayo de
Lear luego fue trasladado al ex Zoológico porteño; finalmente se lo envió a un refugio en Brasil en febrero de este año.
La
casa de los pájaros en Flores tampoco fue la única en su estilo. A
mediados de abril pasado, la Dirección de Prevención Ecológica de
la Policía Bonaerense allanó dos domicilios en La Plata bajo las
órdenes de la fiscal Virginia Bravo. Lo que se encontró en esas
casas, ubicadas en las calles 52 y 221 respectivamente, fue la mayor
colección ilegal de aves de la Argentina, una colección capaz de
opacar a la de cualquier zoológico en el país: entre las jaulas
había más de trescientos especímenes de más de cien especies de
todo el planeta, con un precio final estimado en, como mínimo,
cuatro millones de pesos.
Muy
exótico
Tres
hombres platenses de mediana edad fueron señalados como los
responsables de la operación. Les encontraron guacamayos, por
ejemplo, especímenes rojos y también azules con tonos amarillos. Lo
que sigue en la lista es igual de fascinante: había cacatúas albas
de Indonesia, en grave peligro de extinción en estado silvestre,
patos tarros de India y Nueva Zelanda, un loro gris de África
Central -otra especie amenazada, altamente inteligente y estudiada
por neurólogos durante años-, un faisán imperial del Himalaya con
plumas iridiscentes, un faisán de Edwards -oriundo de Vietnam, cuyo
hábitat fue diezmado por los bombardeos de napalm en la guerra de
fines de los '60, una de las aves más amenazadas de Asia con menos
de 250 ejemplares en estado silvestre- varias especies de turacos,
coloridas aves africanas famosas por los penachos en sus cabezas,
gansos cenicientos de Australia, pintadas vulturinas de Etiopía.
Para completar, aterrado en el fondo de una jaula, un búho de nieve,
oriundo de las regiones árticas, con un increíble plumaje blanco.
Las
aves estaban en buenas condiciones de encierro y saludables, lejos
del destino cruel que les toca a sus pares argentinos que caen en las
redes de tráfico. El negocio ilegal en todo esto parecería
evidente. Sin embargo, a dos meses de los allanamientos, la fiscal
Bravo se encuentra en un limbo jurídico: todavía falta definir qué
delito constituye el caso.
Para
empezar, probar un presunto contrabando de fauna se vuelve muy
difícil. Se secuestró documentación en las casas allanadas; entre
los papeles no había registros contables ni movimientos de dinero.
Tampoco se pudo establecer de dónde salieron todas estas aves, cómo
es que llegaron al país. Bravo, entre sus hipótesis, cree que
podrían haber venido desde Portugal.
La
fiscal libró oficios al SENASA y al Ministerio de Ambiente a cargo
de Sergio Bergman para saber si alguna de estas especies encontradas
tiene prohibido su ingreso al país, o si efectivamente los hombres
que las tenían pagaron tasas y tenían permisos correspondientes.
Una defraudación al fisco podría ser otra posible carátula. Hubo
elementos inquietantes en la trama: varias aves desaparecieron de un
depósito judicial tras los allanamientos. Bravo duda de que se hayan
ido volando y sospecha de empleados infieles.
Mientras
tanto, las aves permanecen en cuarentena en la Fundación Temaikén.
Los hombres que las guardaban en jaulas están libres.
Fuente:
Federico Fahsbender ffahsbender@infobae.com, Mercado negro de fauna: cuánto cuesta un pájaro argentino en peligro de extinción, 11/06/17, Infobae. Consultado 14/06/17.
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