por José Adán
Silva
PUNTA
GORDA/ BRITO, Nicaragua, 24 abr 2017 (IPS) - A menos de tres años de
la prevista finalización de la construcción del faraónico proyecto
del canal interoceánico de Nicaragua, en la ruta trazada entre el
Caribe y el Pacífico nicaragüense no existe infraestructura alguna
que evidencie el desarrollo de la gigantesca vía acuática.
IPS viajó a los
dos extremos de la ruta bidireccional del proyecto: Bluefields, en la
costa sur del oriental mar Caribe, a 383 kilómetros de Managua, y
Brito, en el occidental océano Pacífico, en el sureño departamento
de Rivas, a unos 112 kilómetros de la capital.
En la Región
Autónoma de la Costa del Caribe Sur, IPS se movilizó vía acuática
desde Bluefields, la capital, al pueblo de Punta Gorda, al sur de
esta ciudad costera.
Las riberas
fluviales del área acogen 365 pequeños y dispersos asentamientos
indígenas, en una región distribuida en dos sectores: Triángulo
del Sur, de cara al mar, y El Polo de Desarrollo Daniel Guido, en
tierra firme, en las riberas del caudaloso río Punta Gorda, punta
caribeña del proyectado canal en el océano Atlántico.
Según los planes
el grupo Hong Kong Nicaragua Canal Development (HKND), a cargo del
proyecto del Gran Canal Interoceánico de Nicaragua, en esta zona
selvática y poca habitada en los linderos del reino indígena de los
rama, milenario pueblo local, se debe construir un puerto de aguas
profundas y las primeras esclusas en el Caribe para los barcos que
crucen a o desde el océano Atlántico.
El proyecto
integral del Gran Canal, según HKND, incluiría seis subproyectos:
el canal, esclusas incluidas, dos puertos, una zona de libre
comercio, centros turísticos, un aeropuerto internacional y varias
carreteras.
Otras obras
anexas son la construcción de una central eléctrica, una fábrica
de cemento y otras instalaciones industriales relacionadas para
garantizar la provisión de materiales y asegurar la finalización
con éxito del canal en cinco años, a partir de 2014, cuando
oficialmente arrancó el proyecto.
En Punta Gorda no
hay obras de infraestructura, no existen oficinas de HKND y no hay
entre su población quien quiera opinar abiertamente sobre el tema.
“El silencio es
por prudencia, la gente cree que usted puede ser agente del
gobierno”, explicó a IPS y bajo anonimato un líder indígena
local del Gobierno Territorial Rama y Kriol (GTR-K), organización
autóctona de comunidades propietarias de los territorios que se
verán afectados por el canal.
En los días
previos a la visita de IPS a la región, tropas del Ejército y
policías desarrollaban operaciones contra el tráfico de drogas y
reinaba cierta aprensión en el lugar.
Los miembros del
GTR-K están divididos entre apoyar u oponerse al proyecto, pero las
negociaciones con los representantes gubernamentales han sido tensas
y conflictivas, al punto que las quejas indígenas en demanda de
respeto a sus tierras ancestrales han llegado hasta la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, en Washington.
“Hace unos dos
años venían extranjeros a recorrer en helicópteros y lanchas desde
la desembocadura hasta bien profundo el río Punta Gorda. Iban
escoltados por el Ejército y no hablaban con nadie, pero no han
vuelto a aparecer”, dijo el dirigente indígena de este territorio
al cual se llega solamente en lanchas o helicópteros.
El silencio sobre
el tema no es solo asunto de los pobladores. A nivel de gobierno,
tampoco se habla ahora de un proyecto del que antes se hacía
exaltación festiva.
En contrapartida,
Rosario Murillo, vicepresidenta y coordinadora de Comunicación del gobierno de su esposo, Daniel Ortega, mandatario del país desde
2007, anunció este mes que con apoyo de Taiwán se construiría en
esta misma zona un puerto de aguas profundas, ajeno al plan del canal
y con una inversión no difundida.
María Luisa
Acosta, coordinadora del Centro de Asistencia Legal a Pueblos Indígenas, explicó a IPS que la aprobación en junio del 2013 de la
Ley Especial para el Desarrollo de Infraestructura y Transporte Nicaragüense Atingente a El Canal, Zonas de Libre Comercio e Infraestructuras Asociadas, conocida como la Ley 840, se hizo sin
consultar a los pueblos indígenas y afrodescendientes.
Un año después,
el 7 de julio de 2014, HKND y el gobierno de Nicaragua anunciaron la
ruta definitiva del Gran Canal, que partía en dos al territorio
nacional y comenzaba en el istmo de Rivas, atravesaba el lago de
Cocibolca, también conocido como el Gran Lago de Nicaragua, hasta
llegar a Punta Gorda.
La ruta
perjudicaba a su paso a territorios de las comunidades indígenas
Salinas de Nahualapa, Nancimí, Veracruz del Zapotal, Urbaite de las
Pilas y San Jorge Nicaraocalí, en la parte del Pacífico, mientras
en el Caribe afectaba a las comunidades Kriol de Monkey Point y Punta
Gorda, así como los Rama de Wiring Kay, Punta de Águila y Bangkukuk
Tai, donde se asientan los últimos hablantes de la lengua rama.
Luego, según
dirigentes de diferentes pueblos, representantes del gobierno
empezaron a presionar a los indígenas para que dieran el aval de
consentimiento sobre sus territorios para beneficio del canal, dando
inicio a un conflicto que se mantiene vivo.
El trazado del
cabal tiene 278 kilómetros de longitud, 520 metros de ancho y hasta
30 metros de profundidad.
La vía
atravesaría 105 kilómetros del lago Cocibolca y debería estar
listo, según lo anunciado en 2013 y ratificado en 2014, a fines de
2019, a un costo superior a 50.000 millones de dólares, más de
cuatro veces el producto interno bruto (PIB) de este país de 6,2
millones de habitantes, de los que 40 por ciento viven en condición
de pobreza.
En Brito,
localidad costera del Pacífico en el municipio de Tola, está
proyectado construirse el puerto, las esclusas del sector occidental
y otro complejo turístico.
La comunidad debe
su nombre al río Brito, afluente natural del lago Cocibolca que
serpentea el istmo hasta desembocar en la costa pacífica. Aquí
comenzaron oficialmente por inauguradas las obras en diciembre del
2014.
El presidente de
la firma HKND, el chino Wang Jing, junto a funcionarios del gobierno
nicaragüense aparecieron ante los medios junto a máquinas de
construcción para inaugurar las obras de una carretera de 13
kilómetros que serviría para introducir la maquinaria pesada
destinada a edificar las primeras infraestructuras.
Fue la última
vez que se vio en público a Wang.
No existe la
carretera anunciada, solo un polvoriento camino de tierra compactado
que en invierno es difícil de transitar por las corrientes de lodo
que se forman.
No se ven
maquinarias pesadas, ni tráfico vehicular ni presencia de obreros y
personal de ingeniería.
Aquí al igual
que en Punta Gorda la gente evita hablar del tema por desconfianza y
si lo hace es bajo condición de anonimato y en voz baja.
“En Rivas
sacamos a pedradas a los chinos cuando quisieron entrar a medir las
casas y después la policía anduvo persiguiéndonos. Se disfrazaron
de civiles, de médicos, de vendedores y hasta de curas para ver si
participamos en las marchas”, afirmó un residente de Brito, en
referencia a las 87 movilizaciones de protesta que se han realizado
contra el canal en el país.
En Managua, el
portavoz de la estatal Comisión del Gran Canal Interoceánico de
Nicaragua, Telémaco Talavera, dijo escuetamente a un pequeño grupo
de periodistas, IPS entre ellos, que los estudios sobre el canal
siguen adelante y “el proyecto continúa según lo planificado”.
Sin embargo, la
vicepresidenta Murillo anunció en enero de este año que en el istmo
de Rivas se construirá con fines turísticos y de ampliación de las
vías de comunicación, una carretera costanera de 138 kilómetros
que tendría un costo de 120 millones de dólares, sin mencionar al
canal.
Un mes después,
maquinaria del Estado fue movilizada a la zona de Rivas para empezar
a abrir las trochas donde antes se trazó la ruta del canal
interoceánico.
Editado por
Estrella Gutiérrez
Fuente:
José Adán Silva, Sin huellas del canal interoceánico de Nicaragua, 24/04/17, Inter Press Service.
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