José
Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la
Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido,
trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde
1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear
de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y
exposición en el Centro Andaluz de Fotografía ”Operación Flecha
Rota. Accidente nuclear en Palomares”. Posteriormente dirigió el
largometraje documental homónimo (2007). Es autor de un libro
imprescindible sobre el tema: Accidente nuclear en Palomares.
Consecuencias (1966-2016)
por Salvador
López Arnal
Se lo
habrán preguntado cientos de veces pero no me queda otra: ¿qué
pasó en Palomares hace cincuenta años?
JH.-
A inicios de los 60 se utilizaba la zona, por su fácil
reconocimiento en vuelo visual, para recargar combustible los aviones
que regresaban de patrullar las fronteras con la URSS. Ese lunes, 17
de enero de 1966, d os bombarderos norteamericanos con armamento
nuclear, que regresaban del Mar Adriático, repostaron encima de la
barriada de Palomares con sendas aeronaves nodrizas. En las maniobras
de aproximación uno de los B-52 colisionó con su avión cisterna.
Este último explotó mientras el bombardero de desintegró al caer.
Fallecieron 7 aviadores y sobreviven 4, todos del B-52. En la caída
se desprendieron las 4 bombas termonucleares MK-28FI de 1,1
megatones. Tres cayeron en tierra y una en el mar. Dos de las de
tierra liberaron entre 9-12 kg. de plutonio al medio ambiente, en un
día ventoso, que diseminó la contaminación. Este es el inicio de
una historia interminable que, en principio, va a prolongarse medio
siglo.
¿De
dónde su interés por el tema? ¿Nació en alguno de los pueblos
afectados?
JH.-
Nací en Almería capital. Tenía 11 años cuando el accidente y
recuerdo mucho de lo que escuché y observé de los mayores. Al igual
que otras pequeñas capitales periféricas, Almería no existía en
los medios. De pronto aparecía en las portadas de los diarios, en
nuestro único canal de televisión. Mi hermano mayor me hizo
escuchar un programa sobre Palomares en “Radio España
Independiente. Estación Pirenaica”, en un aparato de galena
conectada a una tubería de plomo, con unos vetustos auriculares y
entre un fuerte zumbido. Recuerdo sus palabras, cual eco de los
mayores: ¡mira lo que dicen los comunistas; seguro que exageran!.
Dos años más tarde mi abuelo, aficionado a la Historia, me pasó el
primer libro que leí sobre el tema: "Las Bombas de Palomares",
de Tad Szulc. El accidente pasó a formar parte de mi imaginario
personal.
¿Cómo
reaccionó el régimen franquista ante lo sucedido? ¿Llegó a
intervenir de algún modo el general golpista?
JH.-
La primera reacción fue de aparente tranquilidad, pero ni en ese
momento, ni posteriormente, hubo un solo reproche a los
norteamericanos. Eran conscientes que el régimen se mantenía a
flote gracias a ellos. Cuando entrevieron las posibles consecuencias,
especialmente de cara a los 16 millones de turistas estimados,
entonces llegaron los nervios.
Respecto
a Franco, sabemos que delegó como interlocutores en el capitán
general Agustín Muñoz Grandes, Vicepresidente del Gobierno y en el
general de brigada Arturo Montel Touzet para la zona de Palomares. La
actitud de estas personas fue 1º) la de no adoptar medida alguna que
pudiese llamar la atención de la prensa internacional, incluida una
posible evacuación de la pedanía, dadas las magníficas
perspectivas turísticas y 2º) la de evitar contrariar seriamente a
los norteamericanos. La situación y riesgos de los vecinos,
totalmente excluida. Paradójicamente, la única medida que adoptó
de manera tajante, soberana, como excepción de la regla y sin que
sirviera de precedente, es la prohibición de repostar aviones con
armamento nuclear en territorio español a partir del 5º día tras
el accidente.
¿Hubo
alguna disidencia entre los mandamases del régimen?
JH.-
Desconocemos si las hubo, aunque dudo que fueran relevantes. El tema
lo llevó directamente el Dictador y el vicepresidente Agustín Muñoz
Grandes. Poco margen había para el disenso. Sí conocemos por
distintas fuentes que hubo controversia en algunos ministerios con el
desigual reparto de las indemnizaciones a los afectados, cuya
vindicación fue liderada por la Duquesa de Medina Sidonia.
¿Cuál
fue la actitud de la Administración americana?
JH.-
La actitud norteamericana tuvo distintas fases, aunque siempre
condicionadas por los dispares roles de país hegemónico-satélite.
En un primer momento ambicionaban ocultar al Gobierno anfitrión y a
la opinión pública la implicación de armamento nuclear. Como hubo
contaminación de las tierras y las personas, no fue posible.
Entonces la estrategia fue de prometer la restitución de los campos
limpios y cualquier daño ocasionado. Al evaluar la magnitud de la
contaminación, comienza el juego sucio, la deslealtad y el poco
respeto que realmente sentían por el país y su líder. Como se
había perdido en el mar una bomba termonuclear en plena Guerra Fría,
Estados Unidos desplegó sin miserias todos los recursos materiales y
tecnológicos para su recuperación. Al mismo tiempo, a poca
distancia de allí, se realizaba un simulacro de descontaminación,
con prácticas vergonzantes de deslealtad al país que le había
ayudado en todo. Incluyeron enterramientos secretos, incumplimiento
sistemático de los criterios radiológicos de descontaminación
firmados, ocultación de zonas contaminadas y así hasta un decálogo
de actuaciones que ocasionaron la no retirada de unos cuantos kilos
de óxido de plutonio sin recoger , tal como le recordaba el entonces
director de la Junta de Energía Nuclear al ministro del Opus Dei,
López Bravo, en una carta del 13/08/1968.
¿Qué
nos puede decir del famoso baño de Fraga y del embajador
estadounidense?
JH.-
Más allá del sainete, fue realmente efectiva para contrarrestar la
propaganda negativa que estaban realizando algunos medios medios
sensacionalistas, con especial reiteración de los tabloides
ingleses, como «Daily Telegraph», «The Sun» o «The Mirror»,
hasta el punto que la paranoia generada llegó a la Cámara de los
Comunes británica. Con la perspectiva del tiempo y los relevos
generacionales, la imagen del baño ha pasado a ser el fetiche del
suceso; un icono hueco, que descontextualiza, anega de olvido lo
acontecido y lo aísla de contenido y significancia, al ser lo único
que ha pervivido en la raquítica memoria colectiva.
Me
sitúo en tres épocas distintas: años sesenta, poco después del
accidente. ¿Cuáles fueron las primeras acciones realizadas?
JH.-
Las acciones inmediatas se pueden clasificar en 3 grupos: búsqueda
terrestre de las bombas; descontaminación y búsqueda marina de la
bomba perdida. Un hecho condicionante fue la búsqueda negligente del
armamento nuclear en tierra durante los primeros 7 días, sin atender
los requerimientos de protección radiológica básica para la
población y su tropa, ni evitar la dispersión a más de 400 h. del
plutonio, uranio y americio. La búsqueda marina de la bomba, con su
espectacularidad: 34 buques, 4 minisubmarinos tripulados, 3 no
tripulados y 3.425 civiles y militares implicados, supuso una cortina
de humo para incumplir las obligaciones legales y humanitarias
contraídas con sus actos.
Años
ochenta, tras el triunfo del PSOE en 1982. ¿Se volvió al tema? ¿Los
gobiernos de aquella época estuvieron más atentos a lo que había
sucedido y estaba sucediendo?
JH.-
No hubo cambio alguno. En 1985 el pueblo se moviliza con la alcaldesa
pedánea del PSOE como lideresa. Se trataba de evitar que
prescribieran a los 20 años posibles daños diferidos, como los de
la salud. El partido de la regidora, lejos de apoyarla, la presiona
para que ceje en su actitud, incluso mandándole al encargado de
disciplina interna, Txiqui Benegas. Estaba en juego el referéndum de
la OTAN y todos tenían que ponerse firmes. Además, el accidente de
Palomares fue utilizado por los partidos de izquierda para hacer
propaganda en contra.Para la mayoría de los gobiernos, desde la
Transición hasta hace poco, el tema Palomares era algo engorroso y
difícil de resolver, lejano en el tiempo y la geografía, pues está
a 500 km. de sus domicilios familiares.
El
PSOE, que regenta el Gobierno autónomo de Andalucía desde 1978, ha
mantenido una actitud de silencio, obstrucción y olvido de la
situación radiológica que padecía la barriada, hasta inicios del
nuevo siglo, que colaboró con el nuevo plan de investigación en las
expropiaciones, además de apoyar la divulgación histórica.
Ahora
mismo, 2017, ¿cuál es el estado de la situación?
JH.-
Pues estamos convencidos que la historia se repite. A pesar de l a
falta de transparencia y la información sesgada, nos hemos percatado
que los criterios radiológicos del Plan de Rehabilitación de
Palomares (2010) se habían devaluado de manera inaceptable, por eso
tanta opacidad al respecto; incluso a espaldas de los propios
afectados. De los 50.000 m3 en 20 h. de terreno, que iban a ser
tratadas para concentrar los contaminantes hasta 6.000 m3, se ha
pasado tras las negociaciones bilaterales, a únicamente 28.000, con
una merma del 44 %.
Para
que la opinión pública pueda enterarse qué es lo que han negociado
los de exteriores con los EEUU, se han tenido que realizar una serie
de preguntas parlamentarias a inicios de diciembre. Algunos opinamos
que para realizar otra chapuza es mejor no hacer nada, pues no
alejaría el estigma de la zona, que es lo que realmente les atenaza
el presente y futuro. Sostenemos que no podemos estar pendientes de
otro país para solucionar un problema radiológico. Hemos de instar
al Gobierno español para que inicie, solo o acompañado, las labores
de descontaminación de manera inmediata, además de un plan de
residuos alternativo, que ya habrá múltiples formas de cobrárselo
al causante.
¿Ha
tenido repercusiones el accidente atómico en la salud de la
población de la zona? ¿Y en la agricultura y la economía general
de aquellos pueblos?
JH.-
Oficialmente no; oficiosamente no dejan que nadie averigüe la
verdad, aunque sea trasgrediendo la legalidad, porque temen los
resultados así como las desastrosas consecuencias a corto plazo para
la vulnerable economía local, basada en la agricultura y el turismo,
además de una multitud de demandas judiciales.
Respecto
a la economía local, a lo largo del medio siglo, el dolo material se
ha ido produciendo de manera intermitente. Es innegable que la
sospecha y el conocimiento público de la actual situación
radiológica ha afectado en la demanda y el precio en origen de los
productos hortofrutícolas, así como el alquiler y compra de
inmuebles para uso turístico.
¿Por
qué, a pesar de lo dicho y escrito, sigue siendo Palomares un tema
tan desconocido por muchos de nosotros? Te pregunto a continuación
sobre ello.
JH.
Cuando quieras.
Revista
El Viejo Topo, marzo de 2017.
Fuente:
Salvador López Arnal, “La imagen del baño [de Fraga y el embajador de USA] ha pasado a ser el fetiche del suceso que descontextualiza y anega de olvido lo acontecido", 30/03/17, Rebelión. Consultado 11/04/17.
No hay comentarios:
Publicar un comentario