Una periodista de
La Nación en la ciudad patagónica relata cómo viven los
comodorenses los efectos del temporal.
por Ana Tronfi
Comodoro Rivadavia. Mientras el temporal descarga sin piedad toda su furia,
los comodorenses miramos con impotencia y desazón en lo que se
convirtió nuestra ciudad: calles devastadas, "arroyos" de
cauce improvisado y barro metidos adentro de las casas, falta de agua
potable, la escuela de nuestros hijos funcionando como un centro de
evacuación, amigos que piden ayuda desesperada a través de sus
cuentas de Facebook mientras esperan que algún bote los rescate
desde el techo de sus casas.
Parece que por
acá hubiera pasado un terremoto.
Estamos
acostumbrados al viento, no a esta lluvia imparable. Comodoro es
árida, arcillosa e improvisada. Creció a principios del siglo XX a
los tirones y al ritmo de los campamentos petroleros. El panorama no
es muy diferente hoy: de un lado tenemos el mar, potente y dueño hoy
de una sudestada que suma dramatismo al caos general, y del otro al
cerro Chenque, ícono y emblema de la identidad local.
La inconclusa
obra de aterrazamiento de este cerro alcanzó para atajar parte del
barro, pero no para frenar el aluvión. Lo mismo pasó con los
colapsados canales evacuadores, que desbordaron de agua en zonas como
Kilómetro 3 y avenida Roca.
Comodoro vivió
su época de "vacas gordas", con el precio del barril del
petróleo por las nubes. Pero eso no achicó la desigualdad social ni
apagó el reclamo por obras de infraestructura. Los pedidos incluyen
un camino de circunvalación y un acueducto que garantice el
abastecimiento de agua a su población sin cortes de suministro cada
verano. Con el temporal, la crisis nos deja en carne viva.
Las calles y
principales avenidas -como lo son los dos caminos alternativos que
dan conectividad a las zonas norte y sur, y a Comodoro y Rada Tilly,
ubicada 10 kilómetros al sur- están partidos al medio.
La greda hizo
ceder el pavimento y dejó grietas de hasta 8 metros de ancho y 6 de
profundidad. En la ruta 3, el cauce del arroyo La Mata -acostumbrado
a la sequía- recobró impulso y socavó la mitad a pocos metros del
cruce con ruta 26. Parece una venganza de la naturaleza.
En otra de esas
grietas y hacia la zona sur espera ser rescatado el cuerpo sin vida
de Luis Remolcoy, el hombre arrastrado por la corriente de un río de
agua que no existía antes de esta lluvia. El primer fallecido del desastre.
Si hay algo que
no falta acá son víctimas: en Comodoro hay amigos que dejaron sus
casas con lo puesto y ya no podrán volver. Porque tienen adentro dos
metros de agua o porque, sin mas vueltas, se las llevó el agua. Eso
le pasó, por ejemplo a las 20 viviendas del barrio Don Bosco.
Las calles están
desoladas: los chicos estarán sin clases hasta después de Semana
Santa, hoy cerraron los bancos y los locales comerciales.
En el medio, las
redes de voluntarios que asisten a los evacuados. Costará
recuperarse. En el medio del agua y el barro es difícil pensar en el
día después. Este temporal dejó rotas las calles, las casas, las
escuelas y los corazones de quienes vivimos nuestra rutina en esta
ciudad.
Fuente:
Ana Tronfi, El drama de Comodoro Rivadavia, en primera persona: "Parece que por acá hubiera pasado un terremoto", 07/04/17, La Nación. Consultado 07/04/17.
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