Cinco de los siete reactores operativos que hay en España se aproximan a su fecha límite inicial de funcionamiento.
por Alejandro
Carra
La emisión por
parte del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) de un informe favorable
a la ampliación de operación de la central nuclear de Garoña hasta
2031, con lo que alcanzaría los 60 años de vida, ha vuelto a poner
en el foco informativo el debate de la longevidad de estas
instalaciones más allá de los 40 años para los que fueron
diseñadas inicialmente. Los siete reactores nucleares que operan en
España fueron en 2014 y 2015 la principal fuente de producción de
energía eléctrica. Pero, además de la central burgalesa, cinco de
ellos se encuentran ya entre los 33 y los 30 años, por lo que pronto
habrá que tomar en España decisiones de calado.
Desde el propio
CSN, Javier Dies Llovera, consejero de este organismo regulador,
afirma que alargar la vida de las nucleares es algo que ya se está
haciendo a nivel internacional. "Estados Unidos ha concedido permiso
para operar hasta los 60 años a 84 centrales. Y no es el único.
Países como Suiza, Suecia, Bélgica, Holanda, Francia, Hungría...
también están en esa línea. Son más de un centenar las vivirán
más allá de los 40. Es más, Estados Unidos ultima una modificación para
permitir la operación hasta los 80 años de vida".
¿Por qué se
marcó entonces un plazo de 40 años? Fuentes de la Sociedad Nuclear
Española explican a ABC que "cuando se diseña cualquier máquina,
desde una nevera a una central nuclear, se calcula un tiempo en el
que se asegura el buen funcionamiento de todos los componentes. En el
caso de las centrales se estimó en 40 años. Pero si la operación
se realiza con un mantenimiento correcto, evitando el estrés
térmico, sustituyendo las partes que van quedando obsoletas, pueden
operar hasta los 80 años", afirman.
Oposición
política
El catedrático
de ingeniería nuclear de la Universidad Politécnica de Madrid,
Eugenio Mínguez, señala que "en Estados Unidos comenzaron a inspeccionar
las centrales que tenían 40 años y vieron que los componentes de
seguridad podían aguantar otros 20 años. Y en España se han
mantenido muy bien las centrales nucleares gracias a la supervisión
continua y a las revisiones que se hacen cada 10 años", defiende.
Desde Greenpeace,
la responsable de la campaña antinuclear, Raquel Montón, lleva
inicialmente la discusión al terreno político. "En el Parlamento,
todos los grupos políticos, excepto el PP, ya han manifestado su
oposición al alargamiento del ciclo vital de las nucleares. Ahí es
donde debe producirse el debate, no en una reunión con los titulares
de las centrales, las comunidades e incluso con nosotros, como ha
anunciado el Ministerio".
Pero al margen
del argumento político, Montón, hace hincapié en que la ampliación
de vida de una central debe someterse a un estudio de impacto
ambiental transfronterizo según marcan los convenios
internacionales. Y en el caso de Almaraz "no parece que Portugal
esté muy a favor". La central de Hinkley Point, en el Reino Unido,
tuvo que hacerlo y España "tiene el convenio incorporado a nuestra
legislación", señala.
Gestión de
residuos
Además, Montón
cita estudios del MIT y del Instituto Max Planck que indican que "la
probabilidad de accidente es creciente conforme se superan los 40
años". Y recuerda que en Francia tuvieron que revisarse
recientemente 18 reactores por problemas de fracturas en la vasija.
En un informe del propio CSN se explica que, efectivamente, a finales
de abril de 2016 se identificaron irregularidades en el control de
calidad de "unas 400 piezas de un total de 10.000 fabricadas desde
1965", unos componentes que se encuentran en las centrales de Ascó
y Almaraz y que tras ser analizados "son aceptables para seguir
funcionando sin restricciones", señala la nota del CSN.
Otro de los
puntos críticos de las centrales nucleares es el tema de la gestión
de los residuos. "Si se amplía la vida de la centrales, generaremos
más residuos y eso supondrá mucho más dinero, con lo que
difícilmente se podrá bajar el precio de la electricidad gracias a
las nucleares", afirma montón. Pero Mínguez, sin embargo, defiende
que cuando se amplía la vida de una central, "casi toda la
instalación está ya amortizada, por lo que, al margen de las
reformas que haya que acometer, el gasto que afrontan es el del
combustible y mantenimiento". Y estima que la energía nuclear
podría dejar el KW entre los 30 y los 40 euros, lejos de los 100
euros/KW que hemos pagado cuando por falta de lluvia y viento no se
han podido usar las renovables y ha habido que emplear las centrales
de gas y carbón».
Fuente:
Alejandro Carra, Energía nuclear, en la crisis de los 40, 12/02/17, ABC.es. Consultado 13/02/17.
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