"En dos
meses cerraré", dijo el jefe comunal de Pueblo Marini, Gerardo
Piombo; cayeron 600 milímetros en dos días, y de los 255 habitantes
que tiene sólo quedan 140.
por Gabriela Origlia
Córdoba. Un
pueblo podría desaparecer por la extinción de su fuente de
recursos: los tambos. Las inundaciones del año pasado y la que sufre
ahora implicaron el cierre de unos 26 establecimientos; quedan 10 o
12. De los 255 habitantes, resisten 140. Gerardo Piombo, jefe
comunal, dice desesperado a La Nación: "En dos meses cerraré,
no hay más de qué vivir".
Pueblo Marini
está en el departamento santafecino de Castellanos, 50 kilómetros
al norte de la ciudad cordobesa de San Francisco, en el corazón de
la cuenca lechera central. Desde la semana pasada llovieron unos 600
milímetros y sus 7200 hectáreas quedaron bajo 1,50 metros de agua.
"¿Qué
podemos hacer? Esperar que no llueva más. De los tambos en pie,
seguramente no quedará ninguno. Acá vivimos de eso; sin esa
producción no hay más entrada de recursos", relata Piombo.
Los tambos de la
zona producen alrededor de 2500 litros de leche diarios y emplean a
entre cinco y diez personas de manera directa, además del impacto
indirecto en el resto de las actividades. Cada uno tiene entre 150 y
180 vacas en ordeñe.
"Sin la
lechería no hay economía regional", explica Marcela Leiva,
técnica de la agencia Brinkmann del INTA.
Además de los
efectos económicos directos, hay un impacto en el territorio porque
la gente se va; hay expulsión del área rural hacia las ciudades en
busca de ingresos.
En el INTA
Brinkmann llevan una base de datos de mano de obra rural, además de
un registro de campos secos que se ofrecen para trasladar los
animales de la zona inundada. Cada vez tienen más pedidos de Pueblo
Marini y de Colonia Fidela (al lado). "Con agua hasta la
cintura, no pueden más", dice Leiva.
"De la ruta
22 hacia la 1 de Córdoba es un mar", señala Piombo. Casi todos
los habitantes pasaron unos días en el salón comunitario y en la
iglesia cuando el agua convirtió las calles en ríos. Ahora, con
entre 15 y 40 centímetros en sus casas, regresaron. Fue "inhumano,
con todo el pueblo pendiente del agua, sin luz". Piombo explica
que el pueblo tiene cinco canales que drenan el agua, pero están
recibiendo más de Ramona (50 kilómetros al oeste de Rafaela) y de
Porteña (departamento cordobés de San Justo). "Quedamos en el
medio, ahogados", se lamenta.
El principal
canal de la zona es el Vila al Cululú, con capacidad para desagotar
160.000 hectáreas. Hoy drena entre 180.000 y 200.000 y no da abasto.
Piombo cuenta que hay agua 2300 metros arriba del alto del camino.
"Impresiona", añade.
Del gobierno de
Santa Fe les llegó comida; el jefe comunal pidió una
retroexcavadora: "Me dijeron que tenían que evaluar. Creo que
más que evaluar hay que proceder, pero no culpo a nadie. Cada uno
tiene que asumir su responsabilidad", dice Piombo.
En la cuenca
lechera central, según estimaciones del INTA Brinkmann, el 25 % de
los tambos están anegados y hay unos 20.000 animales en riesgo, que
los productores intentan trasladar a las zonas secas, las más altas.
Los campos en
condiciones son los de Suardi, Morteros, La Para, La Paquita, Marull,
Altos de Chipión y San Guillermo. "Hay tambos en condiciones de
absorber parte de la mano de obra y de las vacas, pero el impacto
sobre la población será grande", apunta Leiva.
El traslado es
siempre el último recurso por el estrés que les genera a los
animales. Una situación parecida se vivió en el otoño pasado,
cuando muchas vacas terminaron en frigoríficos. Las expectativas no
son positivas porque la temporada de lluvias no comenzó. Leiva
aclara que la producción de leche no va a caer de manera
significativa, porque las vacas se reubicarán en la cuenca: "Habrá
igual producción, pero en unidades más concentradas".
Fuente:
Gabriela Origlia, Por las inundaciones, anuncian el cierre de un pequeño pueblo tambero deSanta Fe, 11/01/17, La Nación. Consultado 13/01/17.
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