viernes, 6 de enero de 2017

Córdoba y la pesadilla histórica del agua

Inundación de 1915, la imagen corresponde a las cercanías del actual cruce de las calles Belgrano y Bulevard San Juan. Colección de Antonio Novello

La historia de Córdoba está marcada por la falta y la furia del agua. Fue el primer lugar de Sudamérica donde se construyó un dique. Los viejos problemas no se han solucionado y se repiten.

por Sergio Carreras

La historia del agua en Córdoba -su falta o su furia- es tan vieja como la historia de la provincia.

Hemos llegado al siglo XXI, a pocos meses de que la ciudad Capital cumpla 444 años de vida, y todavía hay poblaciones del norte que siguen penando por la sequía y hasta sectores miserables de la misma ciudad que aún sueñan con la llegada de las cañerías con agua potable.

También hemos llegado el siglo XXI mientras continúa siendo un grave problema la imprevisión frente a las habituales crecidas y aluviones que sufren las localidades de los valles serranos, y los anegamientos de la llanura agropecuaria del sur provincial.

San Carlos Minas fue la mayor de esas tragedias, ocurrida en la noche de Reyes de 1992, cuando un arroyo casi invisible creció en pocas horas hasta transformarse en un puñetazo de piedra y barro que arrebató 36 vidas.

Las inundaciones en las Sierras Chicas en 2015 fueron el último capítulo en el que el agua se abalanzó sobre poblados, arrebató un puñado de vidas y destruyó infraestructura pública y bienes privados.

Desde fines del siglo XIX la provincia de Córdoba se distinguió internacionalmente por su esfuerzo por regular y controlar el suministro de agua.

Cuando en 1891 dejó inaugurado el dique San Roque, fue la primera ciudad sudamericana en realizar una obra semejante. La represa además era, en ese momento, la más grande del mundo.

Córdoba siguió avanzando hasta construir más de 50 diques de diferentes magnitudes que no solamente la ayudaron a asegurarse la provisión de agua para consumo de las personas y la agricultura, sino que además le otorgaron un perfil de provincia hacedora y turística que mantiene hasta hoy.

El aluvión ocurrió el 6 de enero de 1992. Foto: Padre Raúl Martínez

Pese a esa larga e importante experiencia en el manejo del agua, Córdoba nunca terminó de aprender bien la lección.

No fueron constantes los esfuerzos por mantener sistemas de alerta temprana en los valles, para prevenir y anunciar las crecientes. Tampoco fue constante el control para evitar la urbanización de las riberas de ríos y arroyos.

En la actualidad, seguimos viendo un proceso acelerado y sin control de apropiación privada de las costas de los lagos, aun por debajo de la cota permitida. ¿Alguien recuerda, por ejemplo, lo simple que era antes bajar hasta el dique Los Molinos y lo complicado que es hoy encontrar una calle pública que lo permita?

¿Recuerdan el hotel de siete plantas construido y dejado sin terminar por un jefe comunal en el pueblo San Jerónimo, sobre la ribera del río Jaime y sobre la banquina de una ruta nacional?

¿Y las consecuencias del monocultivo de soja, la disminución del monte nativo y la falta de rotación de cultivos en las zonas productivas que impermeabilizan los suelos y hacen que el agua se desplace como sobre un tobogán?

A la provincia argentina que más historia y experiencia tiene en el manejo del agua, no le han bastado cuatro siglos y medio para terminar de aprender a convivir con sus arroyos y las consecuencias de sus actividades productivas.

Daños por la crecida del arroyo Saldán en Unquillo el 15 de febrero de 2015. Foto: J. Stepanoff/ La Voz

Fuente:
Sergio Carreras, Córdoba y la pesadilla histórica del agua, 06/01/17, La Voz del Interior. Consultado 06/01/17.

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