por Darío
Aranda
El primer año
del nuevo gobierno mostró continuidad y profundización del modelo
extractivo. Beneficios para el agronegocios y la megaminería.
Desfinanciamiento, vulneración de derecho y criminalización para
campesinos, indígenas y asambleas socioambientales.
Pergamino.
Corazón de la pampa húmeda, las mejores tierras de Argentina. El
presidente Mauricio Macri viajó junto a su gabinete y anunció el
quite total a las retenciones (impuesto a las exportaciones)
agropecuarias y rebaja de cinco puntos para la soja. San Juan,
provincia cordillerana. El Presidente anunció el quite total a las
retenciones a la megaminería (que eran de entre 5 y 10 por ciento).
Las dos medidas fueron tomadas en el primero mes de gobierno.
Macri, que llegó
al gobierno con las promesas de "cambio", mostró
continuidad y profundización en las políticas extractivas.
Agronegocios
Al frente del
Ministerio de Agricultura nombró a Ricardo Buryaile, propietario de
estancias en Formosa, ex vicepresidente de CRA (Confederaciones
Rurales Argentinas), una de las entidades productoras de soja. Su
primera medida fue rebautizar el ministerio: pasó a llamarse de
Agroindustria. También nombró a Guillermo Bernaudo como jefe de
Gabinete (de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de
Experimentación Agrícola -Aacrea-), Néstor Roulet como secretario
de Valor Agregado (de CRA), Ricardo Negri como secretario de
Agricultura (Aacrea -asociación de empresarios del agro-), Beatriz
"Pilu" Giraudo en la flamante Coordinación de Políticas
Públicas para el Desarrollo Sustentable (presidenta de la poderosa
Asociación de Productores de Siembra Directa -Aapresid-).
Aacrea y Aapresid
son engranaje fundamental del agronegocios, empresarios mentores
ideológicos y de lobby transgénico. Nunca sus cúpulas habían
formado parte del Gobierno.
A cinco días
días de asumir la presidencia, Macri viajó a Pergamino y anunció
el quite de retenciones para los productos agropecuarios. Un medida
de 10.000 millones de pesos, según el gobierno. Sin embargo, desde
el diario económico El Cronista estimaron, en base a la devaluación,
un cifra distinta: 60.000 millones de pesos.
En un cambio con
el gobierno kirchnerista (que estuvo enfrentado con sectores del
campo, desde 2008), el macrismo estableció alianzas y amplió los
beneficios para el agronegocio, que en Argentina toma forma de
transgénicos (soja, maíz, algodón), uso masivo de agroquímicos y
concentración de tierras en pocas manos.
Una muestra en
ese sentido fue el envío de un proyecto para nueva ley de semillas.
El sector empresario exige desde hace una década una nueva
legislación, que limite el "uso propio" (práctica tan
ancestral como la agricultura, que implica cosechar, guardar parte de
esas semillas y volver a sembrar).
En 2012 el
gobierno de Cristina Fernández intentó, en acuerdo con Monsanto,
modificar la ley, pero tuvo resistencias incluso dentro del Frente
para la Victoria (FPV) y no pudo tratarla en el Congreso Nacional.
En abril pasado,
la máxima autoridad de Monsanto, Brett Begemann, viajó desde
Estados Unidos directo a Buenos Aires para reunirse con el ministro
Buryaile. Reclamó el cobro de regalías extendidas (no quieren sólo
cobrar al momento de la venta, sino también cada vez que se
reutilicen las semillas). Brett Begemann destacó que "fue una
buena reunión, porque tenemos una visión común sobre el valor de
las tecnologías, y tuvimos la oportunidad de compartir la necesidad
de contar con un sistema confiable para el reconocimiento de los
derechos de propiedad intelectual y el cobro de regalías por cada
uso de semillas con tecnologías patentadas”.
El 14 de octubre,
el Ministerio de Agroindustria anunció: "El proyecto de ley de
semillas ingresó al Congreso". Afirmó que se busca "garantizar
la investigación, tecnología y productividad". El Ministerio
remarcó que "desde el Estado Nacional se trabajó en alcanzar
los consensos necesarios con todos los actores del sector público y
privado, con el objetivo de regularizar el mercado de semillas".
No fueron
convocados ni se escuchó la opinión de organizaciones campesinas,
pueblos indígenas, académicos críticos al modelo ni de
consumidores.
En el Congreso
Nacional no se logró acuerdo para su tratamiento. Incluso
organizaciones del agronegocios (como CRA y Sociedad Rural Argentina)
rechazaron que las grandes semilleras quieran cobrar las regalías
extendidas.
Se conformó la
Multisectorial contra la Ley Monsanto de Semillas. Se trata de medio
centenar de organizaciones sociales, campesinas, ambientales y
académicas que cuestiona que el proyecto enviado por el Ministerio
de Agroindustria "es producto de las negociaciones entre el
gobierno de Macri, las corporaciones transnacionales y los grandes
productores".
En 2003, cuando
Néstor Kirchner llegó a la presidencia, la superficie con soja era
de 12 millones de hectáreas. En 2015 fue de 20 millones, un
crecimiento geométrico. La estimación oficial para 2017 marca un
aumento a 20,6 millones. El maíz pasó de tres millones de hectáreas
(2003) a 6,9 millones (2015). Para 2017 se aumentará a 7,3 millones.
El trigo pasó de 6,3 millones en 2003 a (sojización mediante) 4,4
en 2015. Las proyecciones para 2017 es aumentar a 5 millones. En
todos los casos hay uso masivo de agroquímicos y el aumento de la
superficie ("corrimiento de la frontera agropecuaria")
implica avance sobre campesinos, indígenas y desmontes masivos (en
Argentina se desforestan un promedio de 32 hectáreas por hora).
Campesinos
En la Secretaría
de Agricultura Familiar (SAF -área dedicada a la agricultura
campesina e indígena-) fue nombrado Oscar Alloatti. Despidió 250
trabajadores en diez meses y realizó (bajo la órbita del ministro
Buryaile) un ajuste económico que dejó el área sin financiamiento.
Renunció en octubre. Y el área aún sigue acéfala.
"Hemos
vivido un año durísimo y muy negativo por el embate continuo del
sector empresarial hacia nuestros territorios, con mucha violencia e
impunidad, notando mayor intensidad que años anteriores. Se nota el
gran envalentonamiento a raíz del gran apoyo que sintieron del
actual gobierno nacional, que ha respaldado al agronegonegocio y a la
megaminería en desmedro del sector campesino-indígena", afirmó
Roger Almaraz, del Movimiento Campesino de Santiago del Estero
(Mocase).
Ciencia
El Gobierno
confirmó en sus cargos al ministro de Ciencia, Lino Barañao, y al
director de Biotecnología, Martín Lema, hombre clave en la
aprobación de transgénicos en el país. Barañao es reconocido
promotor y aliados de las empresas de transgénicos y agroquímicos.
Llegó a afirmar que el "el glifosato es como agua con sal"
y, otra de sus máxima en defensa del herbicida, fue en diciembre
pasado: "De acuerdo con el prospecto de los plaguicidas, no hay
peligro".
Lema está al
frente de la Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia), espacio
fundamental para autorizar las nuevas semillas transgénicas (en base
a estudios de las propias empresas). En 2016 aprobaron seis
transgénicos de soja y maíz. Las empresas beneficiadas fueron
Syngenta, DowAgroSciences, Pioneer y Monsanto.
Minería
Por decreto
número 160/2015, el 21 de diciembre de 2015 el Presidente eliminó
las retenciones a las exportaciones mineras. El diputado nacional del
Pro Eduardo Cáceres, vicepresidente de la Comisión de Minería de
Cámara de Diputados, había adelantado la medida luego de una
reunión con el ministro de Energía, Juan José Aranguren (ex CEO de
Shell): “Esto le abre la puerta de par en par a las inversiones
mineras”. Y aclaró que entre los proyectos en carpeta sobresalen
Agua Rica (Catamarca) y Potasio Río Colorado (Mendoza).
Pero el mayor
exponente público de la minería no provino del Ministerio de
Energía (donde depende la actividad). "La minería es una
actividad productiva que el gobierno nacional apoya y desarrolla. Las
posiciones extremas terminan politizando y desprestigiando
actividades productivas que, cuando se hacen seriamente, traen
bienestar para la comunidad", señaló el ministro de Ambiente,
Sergio Bergman.
Durante todo el
primer semestre el Ministro de Ambiente visitó ciudades claves en el
rechazo a la megaminería: Chubut (Esquel, Trelew, Rawson,
Pirámides), Catamarca (Andalgalá), San Juan (Jáchal) y La Rioja
(Famatina y Chilecito).
En todas las
provincias Bergman repitió el mismo libreto. Propuso "debates
serios, diálogo" sobre minería y señaló que el problema era
la "falta de controles". Rosario Carranza, de la Asamblea
El Algarrobo de Andalgalá, explicitó cómo se define a Bergman en
las asambleas socioambientales: "Es un lobbista de las mineras".
En 2003, cuando
el kirchnerismo llegó al poder, había en Argentina 40 proyectos
mineros en estudio. En 2015, antes de dejar el gobierno, el ministro
de Infraestructura, Julio De Vido, celebró que existían 800
proyectos en estudio.
El nuevo Gobierno
mantiene la misma línea e impulsa la puesta en marcha de una decena
de proyectos mineros. De extracción de litio en Jujuy y Salta,
Pascua Lama (San Juan), San Jorge y Potasio Río Colorado (Mendoza),
Suyai y Navidad (Chubut), Agua Rica y Filo Colorado (Catamarca),
entre otros. En todos los casos, existen rechazos de las comunidades
locales.
"La política
extractiva se mantiene. La minería es política de Estado. Los
funcionarios siguen jugando para las mineras", resume Aldo
Flores, de la Asamblea El Algarrobo de Andalgalá. Hace veinte años
que allí está instalada Minera Alumbrera y no ha cumplido con
ninguna de las promesas (trabajo, desarrollo local, cuidado del
ambiente). La población no quiere más minería y rechaza un nuevo
proyecto (llamado Agua Rica), tres veces más grande que Alumbrera y
a sólo 17 kilómetros de la ciudad, donde nacen las fuentes de agua.
En 2010 cerraron
el paso a los camiones de Agua Rica. Una feroz represión cayó sobre
los habitantes de Andalgalá y sobrevino una pueblada. Luego un juez
local suspendió el proyecto minero y la causa escaló hasta la Corte
Suprema de Justicia de la Nación (con dos acampes de los
asambleístas en Buenos Aires, para que los jueces no duerman la
causa). En septiembre pasado, el Concejo Deliberante de Andalgalá
prohibió la megaminería en la localidad.
"Las mineras
ahora tienen perfil bajo acá, saben que no son queridas, pero
aparecen los políticos y dan la cara por ellos, son títeres adictos
a la corrupción que les proponen las mineras. Ahí anda la
gobernadora (Lucía Corpacci) diciendo que Agua Rica se hará sí o
sí", cuestiona Flores, pero antes de terminar la llamada avisa:
"Acá estamos decididos a defender el territorio. Nos van a
reprimir, lo sabemos, pero no van a pasar".
En Esquel, lugar
emblemático donde en 2003 el 80 por ciento de la población votó en
contra de la actividad, y aún se mantiene en lucha. Corina Milán es
parte de la Asamblea de Vecinos Autoconvocados Esquel y de la Unión
de Asambleas Ciudadanas de Chubut, no tiene dudas del accionar del
gobierno nacional en su primer año: "Muy negativa".
Cuestionó la quita a las retenciones y destacó el "cambio de
estrategia" al enviar al ministro de Ambiente, Bergman, "que
repite slogans coucheados por publicistas, tratando de plantear que
'la minería es una actividad productiva'". Recordó que en
Esquel llegó a reconocer que su objetivo era “sacarlos de la calle
(a las asambleas)".
También
cuestionó que el Gobierno incluyó en el presupuesto 2017 la
construcción de una planta de uranio en Chubut, sin tener en cuenta
que está vigente la ley 5001 que prohíbe esa actividad.
Pasteras
Una lucha
socioambiental que marcó la última década se dio en la ciudad de
Gualeguaychú (Entre Ríos) y motivó un conflicto binacional. En
febrero de 2005, el gobierno uruguayo autorizó la construcción de
una planta de celulosa de la empresa finlandesa Botnia (luego UPM) en
el margen del río compartido con Argentina. La población
entrerriana rechazó el emprendimiento, con numerosas pruebas de la
contaminación de ese tipo de plantas. En enero de 2006, miles de
entrerrianos desbordaron el puente General San Martín (que une los
dos países). La marea de gente sorprendió a los propios vecinos de
la tranquila Gualeguaychú. El “conflicto por las papeleras”
encontró su punto alto en la agenda nacional y la Asamblea Ciudadana
Ambiental de Gualeguaychú comenzó un corte en el puente.
El presidente
Néstor Kirchner visitó Gualeguaychú el 5 de mayo de 2006. En el
escenario del Corsódromo, ante unas 35.000 personas, el Presidente
prometió: “Es una cuestión ambiental que atañe a todo el país”.
Cuestionó a los países de primer mundo por trasladar sus industrias
contaminantes: “No pueden traernos como solución a la pobreza la
creación de puestos de trabajo a costa de nuestra degradación
ambiental”.
El Gobierno fue
tomando distancia del reclamo y pactó "controles"
conjuntos con Uruguay. La Asamblea de Gualeguaychú cuestionó al
Ejecutivo Nacional (primero a Néstor Kirchner, luego a Cristina
Fernández) por haber negociado con Uruguay y los acusaron de darle
la espalda a los entrerrianos.
En diciembre de
2011, la Asamblea de Gualeguaychú emitió el comunicado “1500 días
de Botnia”. El subtítulo fue “con las emisiones tóxicas, se va
confirmando lo anunciado”. Puntualizó doce ítems de
contaminación, derrames, dioxinas, vertidos al Río Uruguay,
emisiones de gas sulfhídrico, daños en flora y aumento de la
temperatura de los efluentes, entre otros.
La última
escalada gubernamental fue en 2013, cuando Uruguay autorizó a
UPM-Botnia a aumentar la producción a 1,2 millones de toneladas
anuales (cien mil toneladas más de pasta de celulosa al año).
Argentina retrucó el mismo día. El canciller Héctor Timerman hizo
público el informe de científicos que confirmaba la contaminación
de la pastera en el Río Uruguay. Altas temperaturas de efluentes,
exceso de fósforo en el agua (36 veces más de lo permitido),
pesticidas, cromo y fenoles (400 por ciento más de lo establecido
por ley). El estudio era responsabilidad de la Comisión
Administradora del Río Uruguay (CARU), integrada por uruguayos y
argentinos.
Con seis años de
funcionamiento, el Gobierno aseguró que la pastera contaminó con
fenoles, fósforo, níquel y cromo. Y precisó que volcó por día 61
millones de litros de efluentes que superan en un 60 por ciento la
temperatura permitida (32 grados sobre los 20 grados del río). Y
recordó lo insólito de la manera de controlar a Botnia: las
autoridades deben avisar a la empresa y, recién diez días después,
los científicos podían visitar la planta.
La asamblea de
Gualeguaychú apuntó contra ambos gobiernos y UPM-Botnia. Cuestionó
que se hayan ocultado durante cuatro años los estudios que confirman
la contaminación.
El 6 de enero de
2016, Macri se reunió con su par uruguayo, Tabaré Vázquez y le
propuso "dar vuelta la página" en el conflicto por las
pasteras. Acordaron un “monitoreo medioambiental de ríos y
espacios comunes”. Vázquez anunció “la creación de un
laboratorio de última generación de control medioambiental”.
En julio, el
presidente de Uruguay Tabaré Vázquez anunció la instalación de
una nueva planta de pasta de celulosa en la zona del río Uruguay. Y
en noviembre se dio a conocer un informe conjunto, entre Uruguay y
Argentina (de la Comisión Administradora del Río Uruguay -CARU-)
que confirma que Botnia-UPM contamina pero también señala que
"Gualeguaychú contamina más". Así lo divulgó el
discurso oficial (de ambos gobiernos) y así lo replicaron los
grandes medios de comunicación de Buenos Aires.
Horacio Melo, ex
delegado argentino en la Comisión Administradora del Río Uruguay
(entre 2005 y 2016), rechazó el informe por “inconsistente”.
Explicó que el trabajo difundido "hizo “desaparecer el 90 por
ciento de las exigencias” vigentes en materia de control ambiental
y denunció que ambos gobiernos "utilizaron normas uruguayas
dictadas exclusivamente para la empresa UPM-Botnia”.
Gustavo
Rivollier, de la Asamblea de Gualeguaychú, anunció que la población
está de pie para rechazar la nueva planta de celulosa y cuestionó
el informe sobre contaminación: "La pulseada la ganó UPM
(Botnia), qué a través de la delegación uruguaya impuso los
parámetros más laxos, obviando las reglamentaciones impuestas por
el Tratado del Río Uruguay, y asegurándose así un resultado fácil
de dibujar por la prensa adicta, que sin ningún pudor pregonó 'UPM
no contamina'”.
Denunció que la
delegación del gobierno argentina (en la CARU) prestó acuerdo para
archivar decenas de denuncias sobre emanaciones gaseosas
contaminantes por parte de UPM, que se tramitaron a través de la
Comisión. "Desde Uruguay se insiste con anuncios en continuar
el modelo extractivo con nuevas plantas celulósicas, y desde el
gobierno argentino lo miran hasta con cierta envidia. La depredación
nunca cesó, pero hoy muestra los dientes por la calle sin ninguna
vergüenza", afirmó Rivollier.
Criminalización
Corina Milán, de
la Asamblea de Esquel, destacó la preocupación por "el
escenario de criminalización de la protesta social que se está
planteando y que debe ser leído en sintonía con la avanzada
extractivista que se promueve".
En el mismo
sentido, un centenar de organizaciones de derechos humanos y de
pueblos indígenas emitió un comunicado conjunto en noviembre. "La
lucha indígena no es delito. Estigmatización y persecución al
pueblo mapuche", es el título del documento emitido por
Amnistía Internacional, el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), la
Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH) y organizaciones
pueblos originarios.
Es una respuesta
al Ministerio de Seguridad de la Nación, que en su informe de
gestión acusó a los pueblos indígenas de la Patagonia de delitos
federales y los responsabiliza de hechos delictivos (sin aportar
pruebas).
"Manifestamos
profunda preocupación por el tratamiento de los reclamos del pueblo
mapuche. El ministerio de Seguridad coloca a las reivindicaciones
territoriales mapuches como amenazas para la seguridad social",
denunció el comunicado de los organismos de derechos humanos.
También denunciaron la situación en la formación petrolera Vaca
Muerta (provincia de Neuquén), una de las mayores reservas de
hidrocarburos no convencional del mundo. "El Estado privilegia
los intereses de las petroleras y criminaliza al pueblo mapuche",
cuestionan Amnistía Internacional, APDH, la Confederación Mapuche
de Neuquén y el Parlamento Mapuche de Río Negro, entre otras
organizaciones.
El gobierno
nacional había acusado a los mapuches de "armar comunidades
indígenas y tomar tierras en zonas petroleras". El ministerio
de Seguridad hizo propio el discurso de las empresas petroleras, que
argumentan la "usurpación" que realizarían comunidades
indígenas sobre campos de hidrocarburos.
"El pueblo
mapuche es preexistente a la conformación de los Estados, de acuerdo
a lo reconocido por la Constitución Nacional (artículo 75, inciso
17). Son las petroleras, mineras y grandes estancias las que se han
instalado, muchas veces por la fuerza, en territorios comunitarios,
profundizando el despojo", denuncian las organizaciones de
derechos humanos y pueblos originarios.
Luchas
La comunidad
mapuche Campo Maripe lleva seis meses de bloqueo a YPF-Chevron en
Vaca Muerta. En un contexto de criminalización (e invisibilización)
exigen el cumplimiento de los derechos indígenas (consulta previa y
consentimiento libre, previo e informado). El gobierno impulsa la
llegada de nuevas empresas, donde viven más de veinte comunidades
mapuches. Anuncio de mayor conflictividad para 2017.
Entre el 8 y el
11 de diciembre se realizó en La Rioja el 27 Encuentro de la Unión
de Asambleas Ciudadanas (UAC), espacio que reúne a organizaciones de
todos el país que luchan contra el extractivismo (muchas vinculadas
a la megaminería, pero también contra el agronegocios, pasteras y
contaminación urbana). “En el mundo se consolidan gobiernos de
derecha que ya no ocultan la decisión de destruir y saquear nuestros
bienes comunes como países periféricos, pero al mismo tiempo
también avanza nuestra resistencia y nuestras propuestas para
construir ese mundo que queremos. Nosotros nos constituimos como una
alternativa a partir de otra manera de organizarnos”, explicó
Cecilia Matta, integrante de la Asamblea Riojana Capital.
Participaron más
de 300 asambleas y organizaciones sociales, remarcaron los logros de
este año, entre ellos el sostenimiento de la Ley 7722, que protege
el agua en Mendoza (y que las empresas extractivas intentaron dar de
baja), el freno a las compañías mineras en La Rioja y la
paralización del proyecto Agua Rica en Catamarca. El encuentro de la
UAC, considerado una "asamblea de asambleas", finalizó con
un documento que invita al optimismo: "Se potencia la
construcción de una forma diferente de hacer política, impulsando
la defensa del territorio y el derecho a decidir".
Quizá el mayor
hito de las luchas de 2016 de Argentina provenga de la localidad de
Malvinas Argentinas (en Córdoba). En 2012, la presidenta Cristina
Fernández de Kirchner había anunciado la llegada de Monsanto, con
su mayor planta de maíz transgénico del continente. Los vecinos
comenzaron a organizarse, nació la Asamblea de Vecinos Malvinas
Lucha por la Vida y rechazaron la instalación de Monsanto.
Fueron cuatro
años de resistencia, medio docena de represiones, judicialización,
amenazas y bloqueos al predio de treinta hectáreas de la empresa.
Desde 2014 estaba suspendida por un fallo judicial (solicitado por
los vecinos) y por el rechazo (por parte de la Secretaría de
Ambiente de Córdoba) del informe de impacto ambiental presentado por
la compañía. Pero Monsanto insistía en el proyecto, con apoyo del
Municipio, la Provincia y Nación.
En septiembre
circularon versiones sobre la partida de la compañía. En noviembre,
la intendenta, Silvina González, confirmó que la empresa AMG Obras
Civiles había adquirido el predio de Monsanto.
El 4 de diciembre
hubo festejos en Malvinas Argentinas. La invitación destacaba:
"Luchamos, resistimos, triunfamos. Llegó el momento de
celebrar". No es para menos. Los vecinos de la pequeña
localidad cordobesa lograron lo que parecía imposible: derrotar a la
mayor empresa del agronegocio del mundo.
Sobre el autor
Darío Aranda,
periodista argentino especializado en extractivismo. Trabaja en el
diario Página/12, la cooperativa de comunicación La Vaca y las
radios FM Kalewche (Esquel), la Cooperativa La Brújula (Rosario) y
Los Ludditas (FM La Tribu).
Colaboró con el
Observatorio de Derechos Humanos de Pueblos Indígenas (Odhpi).
Escribe en el diario La Jornada de México (suplemento “Del Campo”)
y es consultor de Amnistía Internacional.
Fuente:
Darío Aranda, Argentina extractiva: el cambio era la profundización, 16/12/16, Heinrich Böll Stiftung. Consultado 16/12/16.
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