por
Emilio Godoy
MÉXICO,
29 sep 2016 (IPS) - En los últimos años, el concepto de ciudades
inteligentes ha adquirido preponderancia respecto al diseño y
funcionamiento de las urbes, pero al mismo tiempo alimenta la
inquietud si ese esquema contribuirá al acceso a diferentes derechos
para sus habitantes.
“Detrás
del concepto, hay un trabajo de ‘marketing’ muy grande, más que
un trabajo real de conceptualización. Existe como una idea muy
global, como la creación de infraestructura urbana en la que se
mezclan medios digitales y físicos”, señaló a IPS el cofundador
de la organización no gubernamental mexicana Medialabmx, Leonardo
Aranda.
El
experto, cuya organización se desempeña desde 2013 en el desarrollo
y apropiación de la tecnología con fines sociales y culturales,
sostuvo que está por ver si las urbes inteligentes “se convierten
en una solución o si simplemente son una charada, en la cual las
grandes corporaciones buscan la inversión pública muy grande que
existe y encontraron un discurso muy vendible y que las ciudades
están comprando”.
Para
Aranda, las tecnologías pueden ayudar a resolver problemas urbanos,
pero al mismo tiempo pueden crear otros. “Es un problema general de
la tecnología, no soluciona problemas por sí sola, tiene que ver
con su diseño”, externó.
El
Grupo Temático sobre Ciudades Sostenibles e Inteligentes de la Unión Internacional de Telecomunicaciones las define como urbes innovadoras
que utilizan las tecnologías de la información y comunicación y
otros medios para mejorar la toma de decisiones, la eficiencia de las
operaciones, la prestación de los servicios urbanos y su
competitividad, para procurar la satisfacción de las necesidades
económicas, sociales y ambientales.
Las
ciudades inteligentes, también conocidas por el término inglés de
“Smart Cities”, estarán en el foco de la Tercera Conferencia de
Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible
(Hábitat III), que acogerá Quito entre el 17 y el 20 de octubre,
organizada por ONU Hábitat.
De
hecho, en el borrador de la “Declaración de Quito sobre ciudades sostenibles y asentamientos humanos para todos”, acordado el 10 de
septiembre, los Estados parte se comprometen a “adoptar un enfoque
de ciudad inteligente, que hace uso de oportunidades de la
digitalización, energía limpia y tecnologías, así como
tecnologías de transporte innovadoras, proporcionando opciones para
la población de tomar decisiones más respetuosas con el ambiente y
promover el crecimiento económico sostenible y permita mejorar la
prestación de servicios”.
En
América Latina, donde 80 por ciento de sus más de 600 millones de
habitantes viven en ciudades, las metrópolis medianas y grandes se
enfrentan a la congestión vehicular, la contaminación del aire, el
estrés hídrico, el crecimiento desordenado, los asentamientos
irregulares, el aumento de la temperatura y trámites engorrosos.
Inicialmente,
se creyó que el desarrollo de aplicaciones para teléfonos y otros
dispositivos inteligentes era la base del entorno digital citadino
para atender problemas como el tráfico, baches callejeros o la
calidad del aire. No hubo metrópoli que no las creara, pero esa
visión pronto quedó rezagada.
En un
intento por paliar esos flagelos, varias urbes han procedido a
aplicar soluciones inteligentes, cuyos resultados aún no se
visualizan claramente.
Brasil
alienta el proyecto de acceso a banda ancha, mediante una llamada Red de Ciudades Digitales, que abarca a 300 municipios. Río de Janeiro,
además, puso en marcha el Centro de Operaciones Río, de la mano de
la transnacional estadounidense IBM.
Colombia,
por su parte, ejecuta el Plan Vive Digital 2014-2018 y la ciudad de
Medellín representa el caso más emblemático de la región, porque
coloca a la tecnología como un instrumento y no un fin.
El
proyecto Ciudad Inteligente, liderado por la alcaldía de la segunda
ciudad colombiana, fomenta el buen uso de las tecnologías de la
información y la comunicación (TIC), anclado en innovación social,
sostenibilidad, gobierno abierto y participación ciudadana.
Por
esos progresos, esa urbe recibió en marzo pasado el prestigiado
Premio a la Ciudad Global Lee Kuan Yew, concedido por la Autoridad
para el Resideño Urbano y el Centro para las Ciudades Habitables de
Singapur y que distingue a metrópolis socialmente innovadoras.
Chile
ha definido cinco diseños para ciudades inteligentes. En abril, la
alcaldía de Santiago anunció que la plataforma DOM Digital para
trámites y servicios ya estaba en línea en tres demarcaciones
territoriales de las 52 del área metropolitana.
En
Uruguay, el mayor exportador de programas informáticos de América
Latina, el proyecto Montevideo 2030 busca convertirse en la
plataforma de TIC más desarrollada de la región.
A
criterio de Zulma Bolívar, presidenta del Instituto Metropolitano de Urbanismo Taller Caracas, la máxima autoridad en la ordenación
urbanística de la Alcaldía Metropolitana de Caracas, la suma de
gobernantes y ciudadanos inteligentes da ciudades inteligentes.
“El
nombre tiene marketing. Las ciudades tienen que cubrir primero lo
básico de los requerimientos para luego poder entonces aspirar a
algo tan sofisticado, como la conexión a Internet. Aceptamos y
tratamos de asimilar la tecnología y que esta ayude a los procesos,
pero cuando no se puede andar en la calle con el celular en la mano,
¿qué inteligencia tiene esa ciudad?”, planteó la urbanista a IPS
desde Caracas.
La
funcionaria de la alcaldía en manos opositoras al gobierno de
Venezuela, enfatizó que la política pública debe integrarse “desde
lo local” y ofrecer resultados efectivos.
Para
los cinco municipios de área metropolitana capitalina, de unos seis
millones de habitantes, opera el Plan Caracas 2020, sobre los
vectores de accesible y en movimiento, segura e integrada,
sostenible, productiva y emprendedora, gobernable y ciudadana. Pero
la crisis institucional y política venezolana ha dado prácticamente
al traste con el proyecto.
En su
informe “La ruta hacia las Smart Cities: migrando de una gestión tradicional a la ciudad inteligente”, publicado en julio, el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) destacó que las ciudades
latinoamericanas enfrentan retos como seguridad ciudadana, movilidad
urbana sostenible, gestión de riesgos, prevención y respuesta a
desastres, eficiencia energética, gestión hídrica, manejo de
residuos, gobierno electrónico e inclusión digital.
Mediante
su Programa Ciudades Emergentes y Sostenibles, el BID asesora desde
2011 a 76 ciudades de la región en áreas como sostenibilidad
ambiental y de cambio climático; sostenibilidad urbana, fiscal y de
gobernabilidad. Al menos 10 de ellas ya cuentan con estudios de
factibilidad en temas de gestión inteligente.
Los
especialistas esperan que Hábitat III transmita especificidades
sobre la mejor forma para avanzar hacia ciudades inteligentes.
“La
declaración (de Quito) puede sonar bien o muy general. La innovación
puede significar un montón de cosas, generar redes de transporte
inteligentes que permitan movilidad mixta o bien meter unidades
nuevas con geolocalizadores”, que implicará mucha inversión
pública, señaló Aranda.
Para
Bolívar, la cumbre debe atender a las ciudades pequeñas, “donde
incluso no hay señal telefónica y no se puede ni siquiera usar un
teléfono móvil”.
La
urbanista pidió “lograr la equidad, que la distribución de cargas
y beneficios sea un poco más homogénea y que el hábitat ofrezca
todos los servicios. Si algo debemos proponernos es que el beneficio
sea colectivo y ayudar a la gobernabilidad de los países”.
Editado
por Estrella Gutiérrez
Fuente:
Emilio Godoy, Los derechos urbanos aún no son inteligentes en América Latina, 29/09/16, Inter Press Service. Consultado 01/10/16.
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