Pablo Bertinat,
referente de Taller Ecologista, abordó distintas aristas de la
crisis energética del país. Afirma que el modelo argentino es
excluyente, liberalizado y poco democrático. Critica el sello
mercantilizador que le ha dado el macrismo a las renovables y
sostiene que ante este modelo utilizar menos energía tiene un
contenido contra-sistémico. En esa línea, comparte algunos
elementos claves para pensar en una transición pero advierte que
“discutir energía sin discutir políticas de desarrollo tiene
patas cortas”.
Por:
OPSur. Coordinador del Área de Energía de Taller Ecologista, el
ingeniero Pablo Bertinat es uno de los principales referentes
nacionales que discute de manera crítica la energía. Es autor de
diversos libros y artículos donde aborda el modelo, sus impactos y
posibles alternativas. Los tarifazos y las continuidades y rupturas
que significan las nuevas políticas del macrismo, nos impulsaron a
entrevistarlo para poder desmenuzar la crisis energética. Bertinat
aborda el desigual consumo, apunta sobre cierta industria
electrointensiva, como la papelera, y discute algunos pasos mínimos
para avanzar en una transición, pensando en una alternativa que
permita discutir no solo una soberanía energética, sino cómo esta
se encuentra con otras soberanías -como la alimentaria- y permite
discutir las políticas de desarrollo.
Sí, considero
que hay una crisis, pero habría que discutir el concepto de crisis
primero. Lo que sí sé es que hay una situación bastante compleja
en torno a la cuestión energética en el país por diferentes
razones. La preocupación por la matriz energética es una parte: al
tener una matriz tan dependiente de los combustibles fósiles, es muy
difícil de permear con otro tipo de fuente. Pero si hablamos de una
crisis, es una crisis bastante amplia del sistema energético, que no
tiene que ver solamente con las fuentes sino con muchos otros
aspectos del sistema que son preocupantes.
Es un sector cuyo
sistema está fuertemente mercantilizado, copado por un grupo de
empresas bastante reducido, concentrado, y fuertemente liberalizado.
Todo el sector energético, sea electricidad o hidrocarburos, tiene
que ver con un marco de leyes que o bien se hicieron en período de
dictadura o durante el neoliberalismo de los noventa en Argentina. Es
un sistema energético excluyente, o sea, que no alcanza o no permite
satisfacer necesidades energéticas de un gran conjunto de la
población. Es fuertemente desigual o inequitativo, los sectores de
menos recursos pagan más por la energía que los sectores de mayores
recursos con respecto a su ingreso. Y también es muy antidemocrático,
deciden muy pocas personas. Porque en definitiva si el sistema
energético no mejora la calidad de vida de la gente, estamos en un
problema.
- Pensando en las
fuentes, ¿cuáles serían los primeros pasos para desfosilizar la
matriz?
Todos los que han
trabajado escenarios alternativos han encontrado que la primera forma
de bajar el contenido de fósiles o de alterar en algo la matriz es
trabajando en la eficiencia energética. El potencial mayor que
tenemos hoy en día es éste, no solo considerando equipos que
consumen menos energía para producir lo mismo sino revisando los
usos que se hacen de esa energía, sobre todo en el sector
transporte. Estas políticas en algunos casos son contra-sistémicas:
en un modelo fuertemente mercantilizado y atado al crecimiento
permanente del uso de energía, pensar en el objetivo de usar menos
energía es bastante contra-sistémico y presenta algunas
dificultades importantes para llevarlo adelante. Por algo han
fracasado en América Latina casi todo los programas de eficiencia.
Después hay que
pensar en un segundo paso, un proceso de transición que permita ir
des-fosilizado la matriz desde los sectores en donde es más fácil:
en primer lugar, el sector eléctrico, que es en donde las fuentes
renovables están más maduras para ingresar, y por otro lado ir
hacia una mayor electrificación de la matriz. También que la
electricidad tenga mayor peso en la matriz en detrimento del gas y
que esa electricidad sea generada con energías renovables, es un
sendero deseable. Habría que pensar en un proceso de transición,
que en un período corto, avance en tres pasos: primero eficiencia,
segundo renovables para el sector eléctrico y, tercero, darle un
mayor peso al sector eléctrico. Creo que ese es un camino de
transición posible y deseable.
Los tres grandes
sectores de consumo
- Según el último
balance del Ministerio de Energía, del año 2014, la industria
consume el 24 % de la energía del sistema, ¿cómo se podría
caracterizar a este sector?
En el sector
industrial hay que poner la atención sobre las ramas de uso
intensivo de energía y cuestionarnos para qué se subsidian y qué
gana o pierde el país con subsidiar a estos sectores, comprendidos
por grandes empresas que no producen mucha cantidad de mano de obra y
que en general están destinadas a la exportación. Lo que ocurrió
es que en el período 2007-2009 hubo un proceso de transferencia de
industrias electrointensivas desde los países desarrollados a los
países en vías de desarrollo. Estamos hablando de un conjunto de
ramas industriales casi completas como la petroquímica, celulosa,
cemento y aluminio, que son industrias que requieren mucha energía,
que en general son bastantes contaminantes y que los países
desarrollados prácticamente se sacaron de encima. Esa es la rama
industrial que más consume energía en el país.
Algunos lo ven
como una mejora en la competitividad externa del país, habría que
ver cómo lo ubicamos, pero lo que sí está claro es que en Argentina
no tenemos estudios claros de cuál es el peso de la energía, del
costo de la energía en el valor bruto de producción, como para
compararlo con otros países. Los estudios que hay son bastantes
antiguos, tienen casi 20 años, y sería muy interesante poder
conocer ese dato. Porque es muy probable que haya habido, en todos
estos años, un proceso de transferencia muy grande de recursos, vía
subsidios energéticos, a sectores que no lo necesitaban.
- Sin embargo el
sector que más consume energía, sobre todo nafta y gasoil, es el
transporte (28 %)
En el caso de
Argentina hay una estructura modal de transporte sumamente perversa,
porque más del 70 % de las cargas la transportamos por camiones, que
es el medio menos eficiente para este fin. Eso ya te da un piso de
consumo muy alto. Entonces ahí hay que atacar ambos aspectos, por un
lado, el sistema modal, y por otro lado, hay que pensar en el largo
plazo en los sistemas de producción locales que permitan que las
cosas den menos vueltas alrededor del país o del planeta.
- Y finalmente, el
último sector de alto consumo es el residencial, que generalmente es
el que más aparece atacado en los discursos de “eficiencia
energética” del macrismo, aunque utiliza el 26 % del sistema
energético, menos que el transporte, por ejemplo.
En el sector
residencial hay una gran desigualdad interna. Los dos insumos más
importantes de este sector son electricidad y gas. Pero más del 40 %
de la población no tiene acceso al gas natural y son las poblaciones
de menores ingresos, que además de no tener gas natural, pagan más
por él, ya que consumen gas de garrafa.
En el sector
eléctrico hoy hay una preocupación mayor debido al tarifazo, que
aumentó la desigualdad, porque imprimió el mismo tipo de tarifa
para casi todos los sectores, y aquellos que tienen ingresos bajos
tienen un mayor costo de energía que los sectores de mayores
ingresos, en términos relativos. Otro aspecto invisibilizado del
sistema eléctrico es que los sectores más vulnerables ni siquiera
pagan energía y tienen un acceso irregular, inseguro, precario.
De esos sectores no habla nadie, están conectados ilegalmente o no
están conectados, ahí también hay una pata para trabajar muy
fuerte.
Renovables para
otro modelo energético
- A partir de la
crítica que se le hace al sistema energético, ¿cuál crees que
podrían ser los puntos elementales para un sistema alternativo
pensado, por ejemplo, como Soberanía Energética?
Es muy difícil
pensar la soberanía energética al margen de otras soberanías, como
la soberanía alimentaria, la soberanía territorial y de otros
conjuntos de soberanías. En realidad uno lo que plantea es que la
energía es solamente una herramienta que debería servir para
mejorar la calidad de vida de la gente. Y a su vez uno sabe que las
políticas energéticas son una política sectorial de las políticas
de desarrollo, con lo cual discutir energía sin discutir políticas
de desarrollo tiene patas cortas. A mí me da la impresión de que
pensar en un proceso de soberanía energética, significa pensar cuál
es el modelo productivo del país y qué rol juega la energía en ese
modelo. Y por otro lado, significa discutir necesidades humanas y
cómo satisfacerlas: cuánta energía necesito para mejorar la
calidad de vida, qué sectores tienen que consumir más energía,
cuáles menos, cómo satisfago necesidades, en definitiva.
- ¿Cómo podría
avanzarse en una transición hacia otro sistema energético?
Si el problema se
enfoca desde la matriz exclusivamente, y mediante un proceso de
lobby político para que haya más energía renovable, probablemente
lo que ocurra es lo que está ocurriendo actualmente: que esta
energía sea generada por grandes empresas concentradas. Entonces
debemos atacar todos los puntos débiles del sistema, contemplando no
solo la inclusión de fuentes renovables sino que a su vez sea un
sistema más democrático, más desconcentrado y descentralizado. Ese
punto de vista ayuda a vincular la discusión energética con el
desarrollo de los espacios locales. Una transición deseable debería
arrancar de esos espacios, generando alternativas de trabajo que
permitan discutir realmente con la ciudadanía qué es la energía,
cómo se usa, cómo se puede usar de otra forma, y cuáles son
nuestras necesidades energéticas. Y de esa manera poder garantizar
acceso a la energía con participación, descentralización,
desconcentración, peleándolo desde abajo, como a través de las
cooperativas o los municipios. Esto no quita que se deba operar por
otros lados para mejorar las leyes, como, por ejemplo, para tener más
fuentes renovables.
- ¿Qué entiendes
por energías renovables? ¿Renovables es sinónimo de sustentables?
Está claro que
las fuentes o son renovables o no son renovables, medidas en términos
generacionales. Eso dice algo de las fuentes, pero no todo, por eso
habitualmente nosotros trabajamos con una doble caracterización de
la fuentes energéticas: renovabilidad y sustentabilidad. Sustentable
desde el punto de vista ambiental, económico, político, social.
Sabemos que hay fuentes renovables que han producido impactos
fuertes, es bueno tenerlo en cuenta para establecer una matriz de
análisis que nos permita discernir qué opciones son deseables y qué
opciones no son deseables. Eso hay que analizarlo caso por caso, es
importante no quedarse con la idea de energías limpias o sucias,
renovables o no renovables solamente, sino que hay que complementar
el análisis para que dé cuenta de la problemática energética como
sistema y no solamente como fuente física de generación.
- ¿Por qué el
peso de las energías renovables es mucho más bajo en la Argentina
en comparación con países como Brasil, Uruguay y Chile?
Yo creo que, a
diferencia de otros países, en Argentina hay un conjunto de
consensos, un lobby empresarial, académico y corporativo que
sostiene a la matriz fósil y que no ve alternativas a esa matriz
todavía, que además ve a las energías renovables como marginales.
Es un consenso muy fuerte y son los que deciden.
Para tener una
idea, el peso de las energías renovables, sacando la hidráulica
grande, no llega al 2 % de la electricidad del país, y la
electricidad es un porcentaje de la matriz muy bajo, por lo cual el
peso es prácticamente insignificante aún de las fuentes renovables.
El oficialismo, que hoy en día pareciera que tuviera impulsando algo
renovable, licitó un porcentaje bajísimo al lado de lo que se
podría hacer. Y mientras hizo la licitación de renovables, en mucho
menor tiempo, hizo una licitación más grande por térmica orientado
a satisfacer la demanda eléctrica.
- ¿Cuál crees que
es la agenda del gobierno en torno a las renovables?
Yo creo que es
una agenda de negocio en torno a las renovables. Hay un lobby
empresarial muy grande para capturar líneas de negocio alrededor de
las energías renovables y en algunos lugares se le está dando
tiempo a la reconversión de sectores industriales para transformar
lo renovable en un negocio. Esa es mi preocupación, que en
definitiva el sector de las renovables sea totalmente capturado por
las corporaciones internacionales energéticas, cosa que ya está
pasando. Todas las grandes empresas, inclusive la petrolera BP (antes
British Petroleum), se están mudando a sectores renovables porque
está claro que de alguna manera es el futuro, que hay una
perspectiva de negocio.
- El Ministerio de
Energía abrió la licitación para la generación de energía de
fuentes renovables, ¿cómo se va conformando el tablero de actores
en este nuevo sector?
Viendo la
licitación, es claro que lo que primó fue el temor que tenía el
Ministerio de que fracase. Por eso fue un pliego que prácticamente
está destinado a las grandes corporaciones, ya que en función de
las garantías que pide, yo diría que la mayoría de las empresas
medianas y pequeñas nacionales que podían haberse presentado, no
pudieron hacerlo. Por eso se están presentando las grandes
corporaciones que ni siquiera trabajaban en renovables, sino que ven
una oportunidad de negocio, como Pampa Energía y Dow Chemical.
Entonces, puede
ser que el ingreso de fuentes renovables sea interesante, pero desde
otro punto de vista, hay otros criterios para desarrollar el sistema
energético y lo preocupante es que se podría haber encarado de otra
manera.
Bertinat finaliza
la conversación comentando un caso en particular, en Amstrong, Santa
Fe, en el cual están trabajando junto a INTI, la Facultad Regional
Rosario de UTN, la municipalidad y la Cooperativa de Provisión de
Obras y Servicios Públicos y Crédito de Armstrong para desarrollar
un modelo de generación con participación ciudadana. “Lo que
estamos encontrando es muy buena predisposición de la gente para
poder avanzar, recién estamos empezando con talleres ciudadanos para
discutir dónde se van a colocar las instalaciones solares y cómo se
van a apropiar colectivamente de ellas a través de la cooperativa”.
Pablo dice que es una experiencia piloto que pueda dar algunas puntas
para pensar otro modelo; “esa es la idea, poder producir modos de
relación que debiliten las formas capitalistas. Pero está claro que
eso implica otro tipo de políticas, no alcanza con ir hacia
renovables, hay que hacerlo de manera desconcentrada,
descentralizada, en mano de la ciudadanía y ahí hay un proceso
mucho más complejo que va más allá de las energías renovables”,
sostiene.
Serie de
artículos “Alternativas para la Soberanía Energética”
producidos por el OPSur con el apoyo de la Fundacion Rosa Luxemburgo
con fondos del BMZ.
Fuente:
“Si el sistema energético no mejora la calidad de vida, estamos en un problema”, 20/09/16, Observatorio Petrolero Sur. Consultado 28/09/16.
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