Para construir la ciudad se necesitaron enormes tractores. Foto: Instituto Niels Bohr |
El cambio climático va a sacar de las profundidades una enorme base militar de Estados Unidos construida en la Guerra Fría, y que contiene toneladas de residuos tóxicos, según alerta un estudio.
por Nuño Domínguez
Podría ser el
argumento de una película pero es mucho mejor, porque pasó de
verdad. En 1959, durante la Guerra Fría, el Ejército de Estados Unidos
construyó una enorme base militar bajo el hielo de Groenlandia. Se
planearon hasta 4.000 kilómetros de túneles horadados a decenas de
metros bajo el hielo, en medio de un desierto blanco que parece de
otro planeta y a 200 kilómetros de la costa. Públicamente el
objetivo de esta nueva base, llamada Camp Century, era la
investigación, que se realizaría en cooperación con Dinamarca, el
país soberano de este territorio. El proyecto incluía un reactor
nuclear que abastecía de energía toda la base, con capacidad para
unas 200 personas. Había oficinas, laboratorios, gimnasios, bares,
capilla. Y bajo estricto secreto, sin el conocimiento de sus aliados
daneses, el Ejército de Estados Unidos también lanzó un plan para almacenar
cabezas nucleares que podían dispararse contra la Unión Soviética
desde lanzaderas subterráneas. Así era la “ciudad bajo el hielo”.
Ahora, un equipo
de científicos alerta de que el calentamiento climático va a
desenterrar la antigua base, que fue cerrada y sepultada en nieve en
1967. Los responsables del proyecto asumieron que los túneles y el
resto de las instalaciones serían aplastados por el hielo, cuyo
grosor sobre la base aumentaría con los años. Pero los responsables
del nuevo trabajo, de varias instituciones académicas de Estados Unidos y
Canadá, explica que Groenlandia y el resto del Ártico es una de las
zonas más afectadas por el calentamiento global. Esto amenaza con
sacar del hielo un volumen de residuos y material tóxico difícil de
estimar. En su trabajo, publicado en Geophysical Research Letters,
William Colgan, de la Universidad de York, en Canadá, y el resto de
su equipo explica que si el clima sigue una trayectoria similar a la
actual la ciudad helada podría salir a la superficie con su carga de
desechos a finales de siglo.
“Cuando
analizamos las simulaciones climáticas, vemos que en lugar de haber
una cubierta de nieve perpetua, parece que este lugar podría pasar a
derretirse en 2090”, explica Colgan. “Una vez que el lugar
registre más derretimiento neto que nieve será solo cuestión de
tiempo hasta que los residuos salgan a la superficie, será
irreversible”, resalta.
El estudio
calcula que los desechos de la base abarcan 55 hectáreas y contienen
unos 200.000 litros de combustible diésel, suficiente para que un
coche dé 80 vueltas al mundo. El trabajo estima que también debe
haber una cantidad desconocida de compuestos tóxicos conocidos como
bifenilos policlorados (PCB). También habría 240.000 litros de agua
contaminada, incluyendo residuos fecales, y una cantidad desconocida
del refrigerante que se usaba en el reactor nuclear y que tendría
niveles bajos de radiación. El reactor fue desmantelado y retirado
tras el cierre de la base.
Los responsables
del estudio matizan que la contaminación del entorno puede comenzar
mucho antes de que la base aflore del hielo, ya que puede haber
torrentes de agua líquida que atraviesen el nivel en el que se
encuentran los residuos y los arrastre a otras zonas de Groenlandia.
Los investigadores no piden que se limpie la zona, pues resultaría
muy caro y trabajoso. “Realmente estamos en una situación de
esperar hasta que se derrita la capa de hielo hasta casi dejar
expuestos los desechos, solo entonces podría reclamarse que se
limpien”, señala Colgan.
Un documental del
Ejército de Estados Unidos documentó en su día la ingente cantidad de
maquinaria y vehículos especializados que fueron necesarios para
construir la base y también para enterrarla en hielo una vez quedó
abandonada. El mítico periodista Walter Cronkite visitó el lugar
durante su construcción y le preguntó a uno de los oficiales al
mando si el lugar perseguía algún objetivo militar. El responsable
aseguró tajante que ninguno, a pesar de que la base se construyó
precisamente ahí porque es uno de los puntos más cercanos a la
antigua Unión Soviética. Ni palabra tampoco del proyecto Gusano de
Hielo para llevar allí cabezas nucleares que finalmente se
desestimó.
Los autores del
estudio sí alertan de que esta puede ser una bomba diplomática a
punto de estallar. Las leyes ambientales internacionales, dicen, no
dejan claro quién debería limpiar el lugar, lo que podría causar
un conflicto entre Estados Unidos y Dinamarca, a pesar de que Groenlandia
tiene su propio Gobierno. Se trata, dicen los autores, de conflictos
que quedaron congelados durante décadas y que el cambio climático
va a resucitar.
Fuente:
Nuño Domínguez, Una ciudad tóxica bajo el Ártico, 15/08/16, El País. Consultado 16/08/16.
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