por Mariano
Aiello
Los nietos del
ministro de la dictadura se sintieron “lesados” por el documental
Awka Liwen, donde se contaba la compra de tierras indígenas por su
ancestro. En un fallo durísimo, la Cámara rechazó censurar la
película. Su director cuenta la historia.
La Cámara
Nacional Civil acaba de desestimar la fantasiosa y temeraria
acusación de los nietos de José Alfredo Martínez de Hoz contra la
película Awka Liwen, que hicimos con Osvaldo Bayer. Fueron cinco
años de juicio, miles de papeles, millones de pesos malgastados en
sueldos de camaristas, jueces, secretarios y demás empleados para
tratar inútilmente de callar la verdad. El problema para nuestros
acusadores fue que no es posible censurar la historia bien
documentada, por lo que tuvieron una derrota que va a pasar a los
manuales de derecho.
Nuestra película
cuenta la participación del abuelo del ministro civil de la
dictadura genocida en ese otro genocidio, el que se cometió contra
los indígenas de la Patagonia. Los nietos del cómplice se sintieron
tocados, pero las juezas María Isabel Benavente, Mabel Alicia de los
Santos y Elisa Díaz de Vivar citaron en su fallo jurisprudencia de
Raúl Zaffaroni que dice que “la mera invocación de honor de la
familia, en casos de parentesco más lejano que el de primer grado o
de hermanos, no puede ser suficiente para acreditar el daño moral
del deudo, porque de lo contrario nos hallaríamos frente a un
verdadero desplazamiento de los ámbitos naturales de discusión: el
revisionismo histórico pasaría a ser materia judiciable, con la
consiguiente limitación a la libertad de investigación histórica”.
La sentencia
también expresa que “desde que los actores pretenden la supresión
y modificaciónn de ciertos fragmentos de la película realizada por
los demandados, el caso compromete el ejercicio de facultades cuyo
ejercicio tutela de manera expresa nuestra Constitución Nacional”.
Por ejemplo, se prohíbe hasta al mismo Congreso que restrinja la
libertad de prensa, por lo que “la trascendencia de la tutela de
ese derecho ha sido reiteradamente puesta de manifiesto por la Corte
al señalar que entre las libertades que la Constitución Nacional
consagra, la de prensa es una de las que poseen más entidad, al
extremo de que sin su debido resguardo existiría tan sólo una
democracia desmedrada o puramente nominal”. ¡Que triste que los
nietos del ministro genocida no hayan realizado una profunda
autocrítica del actuar de su abuelo y recontratatara abuelo, sino
que sigan buscando atacar a la democracia que tanta sangre nos costó
recuperar! Porque la culpa no está en ser nieto o
recontratataranieto de un genocida, sino en continuar defendiendo el
actuar criminal de sus antepasados y tratar de ocultar la verdad.
El fallo asimismo
señala que la petición produciría “verdaderos tribunales de
censura” y que la Corte Interamericana de Derechos Humanos expresó
que “la libertad de expresión es una piedra angular en la
existencia misma de una sociedad democrática”. También reza que
“escapa a los jueces imponer una tesis histórica que tendría el
valor de una historia oficial o, aun simplemente, de marcar una
preferencia tentativa de participar de tal o cual tesis en función
de una concepción declarada de la que ellos serían protectores o de
una pretendida objetividad de la que serían detentadores”.
Con respecto a la
apropiación de 2.5 millones de hectáreas por el recontratatara
abuelo de los demandantes, en el juicio de censura se solicitó que
los demandados deberían acompañar documentos que acrediten que José
Martínez de Hoz fue suscriptor de un bono bajo la ley Avellaneda y
que así haya adquirido 2.500.000 de hectáreas en la Patagonia. Las
camaristas expresaron que “los demandados se presentaron en autos y
acompañaron el material considerado para la producción de la
película.” Era nada menos que el hallazgo sobre la autoría
intelectual del genocidio más grande de la historia de nuestro país
a cargo de José Martínez de Hoz, el ejemplar del diario La Prensa
del día 19 de diciembre de 1878 en el cual se señala que “el
Gobierno Nacional ha vendido al señor Martínez de Hoz mil leguas
(equivalentes a 2.5 millones de hectáreas) de la tierra que va a
conquistarse, una vez trasladada la línea militar de fronteras,
sobre las márgenes del Río Negro”. Esta es la prueba irrefutable
de la verdad histórica y, también, de la mendacidad de los
herederos Martínez de Hoz.
Sobre la verdad
histórica las magistradas expresan que “en esas condiciones, no
parece razonable que sea este Tribuna quien dirima aquí y ahora, una
contienda de esa naturaleza respecto de hechos acontecidos hace
alrededor de ciento cincuenta años, porque la pretensión de los
accionantes implica el cercenamiento de derechos tutelados por
nuestra Constitución Nacional y por la Convención Americana de
Derechos Humanos con el máximo alcance que se desprende de la
doctrina y jurisprudencia citados”.
Por último, las
juezas señalan que “resulta importante destacar que la Corte
Suprema de Justicia de la Nación ha señalado que la libertad
ideológica indisolublemente unida al pluralismo político, que como
valor esencial de nuestro ordenamiento jurídico propugna la
Constitución, exige la máxima amplitud en el ejercicio de aquella
y, naturalmente, no sólo en lo coincidente con la Constitución y
con el resto del ordenamiento jurídico, sino también en lo que
resulta contrapuesto a los valores y bienes que en ellos se
consagran, excluida siempre la violencia para imponer los propios
criterios, pero permitiendo la libre exposición de los mismos en los
términos que impone una democracia avanzada. De ahí la
indispensable interpretación restrictiva de las limitaciones a la
libertad ideológica del derecho a expresarla, sin el cual carecería
aquella de toda efectividad” ¡Qué oportuno, justamente cuando
José Alfredo Martínez de Hoz (n) se presentó al juzgado para la
audiencia de absolución de posiciones con cinco matones armados para
hacer valer el peso de su historia familiar!
La sentencia es
extensa y ejemplar, y se puede leer completa en la página
http://www.martinezdehoz.eu/ en la cual hay una reproducción
escaneada de las 18 páginas del escrito.
En estos tiempos
de tristeza por el enorme retroceso histórico político con la
llegada de Mauricio Macri a la presidencia, este fallo nos llena, a
Osvaldo y a mi, de alegría y esperanza. No todo está perdido. No es
como dijo el entonces jefe de gobierno Macri que “en historia hay
siempre que mirar hacia adelante”. En estos tiempos de mentiras
institucionalizadas, debemos recordar que la lucha y el minucioso
trabajo de investigación histórica están del lado de la verdad.
Sin vueltas. La verdad, al fin, siempre gana. Y eso deberían también
tenerlo en cuenta los actuales responsables del cambio para atrás
que está sufriendo nuestra nación.
Fuente:
Mariano Aiello, Un fallo por la verdad histórica, 17/07/16, Página/12. Consultado 18/07/16.
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