Tener
una madre que brinda afecto y protección, pero que no es sobreprotectora, da
confianza a los niños. En la sociedad de los chimpancés también hay buenas
madres y malas madres.
México.
La primatóloga y conservacionista británica Jane Goodall rechazó hoy las
visiones pesimistas sobre el futuro y cifró en los jóvenes su esperanza para el
planeta, en una conferencia magistral que impartió en la Ciudad de México.
En
su presentación “Un mensaje de esperanza”, en la Universidad Iberoamericana, la
mensajera de paz de las Naciones Unidas evocó la influencia de su madre en su
carrera, que la llevó a estudiar chimpancés salvajes y a revolucionar la
investigación sobre estos primates.
Refirió
que cuando tenía un año de edad llevó gusanos a su casa y su madre Margaret,
lejos de reprenderla, la exhortó a que los devolviera a la tierra para que
pudieran sobrevivir.
Relación
madre - hijos
“Tener
una madre que brinda afecto y protección, pero que no es sobreprotectora, da
confianza a los niños. En la sociedad de los chimpancés también hay buenas
madres y malas madres. Tener una buena madre hace que los chimpancés alcancen
mejores posiciones. Pienso que es lo mismo para nosotros”, sostuvo.
Ese
apoyo llevó a Goodall, hoy de 82 años, a realizar su sueño de ir a África,
donde emprendió un estudio que ya va para seis décadas del entonces desconocido
mundo de los chimpancés.
Similitud
con los simios
Descubrió
que estos simios, que tienen una similitud genética de 98,6 % con los humanos,
elaboran y usan herramientas, rasgo que se consideraba exclusivo de la
humanidad, lo que ha forzado a revaluar el significado de la palabra “hombre”.
También
reveló una similitud más oscura al documentar que grupos rivales de chimpancés
se enfrascan en auténticas guerras territoriales en las que los miembros de un
clan suelen exterminar a los integrantes del otro.
A
lo largo de los años atestiguó la degradación del hábitat de los chimpancés a
través de la deforestación. Al viajar por el mundo para dar a conocer los
problemas en África cobró conciencia de la severidad de los problemas
ambientales a escala mundial y de la crisis del calentamiento global.
Además
del trato salvaje a las especies para consumo humano, Goodall llamó la atención
sobre las enormes superficies de bosque que son taladas para cultivar forraje
para alimentar estos animales, y la gran cantidad de agua que se requiere para
ello.
Asimismo,
señaló, el metano derivado de la alimentación del ganado es uno de los principales
gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático.
“¿Cómo puede ser que la criatura más
inteligente que haya caminado sobre la superficie de la Tierra esté destruyendo
su único hogar?”, se preguntó.
Desconexión
cerebro-corazón
Su
respuesta es que al parecer en algún momento de la humanidad “hubo una
desconexión entre el cerebro y el corazón” y las personas comenzaron a tomar
decisiones con base en lo que era mejor para ellas en el momento “y en las
próximas elecciones o la próxima junta de accionistas”, en vez de pensar qué es
lo mejor para las generaciones futuras.
Pese
a esta desconexión, Goodall rechazó las estimaciones según las cuales el daño
que los humanos han infligido al planeta son irreversibles y consideró que
existe una ventana de oportunidad para cambiar de rumbo que “no depende de los
científicos ni de los políticos”, sino de los jóvenes.
Esta
creencia la llevó a lanzar la iniciativa internacional “Roots and Shoots” en
1991, con capítulos en 138 países y con más de 150.000 miembros entre los
niveles preescolar y universitario, que trabajan en programas para mejorar la
calidad de vida de las personas y los animales.
La
filosofía detrás del movimiento es que “cada individuo hace la diferencia cada
día”, explicó.
“Tenemos
la oportunidad de elegir qué diferencia haremos a través de las pequeñas
decisiones que hacemos cada día. ¿Involucran crueldad animal o explotación
infantil?”, planteó.
Además
de los jóvenes, la también etóloga y antropóloga citó otras razones para tener
esperanza: “la capacidad de nuestro cerebro para resolver problemas, la
resistencia de la naturaleza y el indomable espíritu humano”.
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