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| San Miguel de los Ríos. Un rincón cercano a Yacanto, en Calamuchita, que cada vez suma más visitantes que se enamoran del lugar |
Está en la zona de Villa Yacanto, igual que Pinar de los Ríos y San Miguel de los Ríos. Ofrecen aguas cristalinas y cielos de gran belleza.
por Carina Mongi
Villa Yacanto. Donde las Sierras Grandes empiezan a sentirse bien cerca, a una treintena de kilómetros de Santa Rosa de Calamuchita, aparece Villa Yacanto. Un pueblo enclavado en una postal pintoresca y que es también el centro estratégico de algunos de los rincones más bonitos del valle de Calamuchita.
De allí nace el camino que conduce hasta la cima del cerro Linderos, pegado al Champaquí. En vehículo, por ahí, se puede llegar al techo de Córdoba.
De allí nace el camino que conduce hasta la cima del cerro Linderos, pegado al Champaquí. En vehículo, por ahí, se puede llegar al techo de Córdoba.
Otros caminos bien serranos, en tanto, conducen a parajes bendecidos por ríos cristalinos, cerros y forestaciones que le dan forma y color. Anote: El Durazno, Pinar de los Ríos, San Miguel de los Ríos.
Son sitios que integran el ejido de Yacanto, aunque estén a varios kilómetros de su área urbana, y que merecen mucho más que una tarde de mates.
Apenas uno ingresa a Villa Yacanto, un camino de ripio hacia la izquierda, de ocho kilómetros, asciende y desciende hasta una hondonada. Allí está El Durazno, sobre el río que le da nombre. Ya el recorrido de acceso regala pinceladas de paisajes serranos para guardar.
En El Durazno hay apenas 55 habitantes estables, pero ofrece unas 700 plazas de alojamiento si se cuentan sus tres campings, varios complejos de cabañas, un hotel boutique y casas de alquiler. Se suman casas de fin de semana, de quienes hace años eligen el lugar para descansar.
La llegada de la energía eléctrica, recién en 2013, mejoró las condiciones de vida de los pobladores y los servicios de los emprendimientos, pero aseguran que no modificó la impronta de paraje pequeño y tranquilo, desbordado por naturaleza.
“La llegada de la electricidad no se nota en las noches, ya que los habitantes y turistas siguen eligiendo disfrutar de las estrellas. Las noches en estos parajes son mágicas”, apunta Stella Maris Raccaro, secretaria de Turismo de Villa Yacanto. “Queremos seguir manteniendo el lugar como sustentable y esperamos que los turistas se contagien de eso y cuiden el ambiente. Por ejemplo, que cada uno cargue sus residuos”, agregó.
El río El Durazno despliega a su paso diversidad de formas: cascadas, saltos, ollas profundas y remansos con playas arenosas. Los Cajones, por ejemplo, es el tramo que toma al encajonarse entre dos laderas de piedras: un paseo imperdible.
Los pinos implantados en una de las márgenes contrastan con la ladera vecina con vegetación autóctona y dos tipos de verdes se combinan.
Otro tramo de río, más tranquilo, en torno al vado de ingreso, tiene rincones de agua poco profunda y mansa, ideales para los más chicos, junto a un puente peatonal colgante que le da una marca especial.
Para los amantes del trekking , hay senderos entre bosques tupidos y otros despojados de vegetación. O la opción de “caminar” el río y sus bordes.
Diversas actividades ofrecen los lugareños al visitante: cabalgatas, ciclismo, excursiones en cuatriciclo o en camionetas, buceo en ollas del río, o excursiones de pesca de truchas, entre otras. Aunque pequeño, al lugar no le faltan restaurantes (en general de comida casera), una casa de té y proveedurías.
El Pinar y San Miguel
Sobre el mismo camino que desvía a El Durazno, la siguiente bajada –un par de kilómetros más arriba– lleva a otro paraje de ensueño: Pinar de los Ríos. Allí, hay campings, cabañas y un viejo casco de estancia (La Florida) que se ofrecen a los visitantes.
Desde Yacanto, otro camino conduce a otro rincón no menos pintoresco: San Miguel de los Ríos, cerca de la unión de los ríos Tabaquillos y San Miguel. Un camping, y otras modalidades de alojamiento y gastronomía se suman a un paisaje tan apacible como bello.
Datos útiles
Villa Yacanto se encuentra a 137 kilómetros de la ciudad de Córdoba, todo por ruta asfaltada. El último tramo de 30, desde Santa Rosa de Calamuchita, presenta baches. A los parajes El Durazno, Pinar de los Ríos y San Miguel se accede por caminos de tierra, aptos para todo vehículo, aunque requiere precaución en días de lluvias, o tras ellas.
Más información en www.villayacanto.tur.ar
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De la ciudad de la furia a un rincón de 50 habitantes
Un día, Diego Tarcetano (44) y su esposa Franca (43) decidieron dejar Buenos Aires para mudarse a El Durazno.
Cambiaron vorágine por mansedumbre. Una megaurbe por un paraje serrano apenas habitado. Hace cuatro años que están radicados en El Durazno y son los dueños de las cabañas La Cigarra.
“Queríamos radicarnos en uno de esos lugares paradisíacos que uno visita en vacaciones, conocimos esto y acá estamos”, cuenta Diego.
“Fue un cambio rotundo, mucho mayor al que hubiera sido instalarnos en localidades cercanas como Santa Rosa o Villa General Belgrano”, apuntó. Debieron dejar sus profesiones y oficios y procurarse otra forma de vida. Franca trabajaba como diseñadora gráfica y Diego se dedicaba a vender y reparar procesadoras de películas de rayos x. Imposible seguir desarrollando esas actividades en un sitio con medio centenar de habitantes.
“Estamos contentos, nos hemos adaptado”, aseguró Diego, que entre otras muestras de integración, se sumó al cuerpo activo de bomberos voluntarios locales.
Además de las dos cabañas que explotan, Diego ofrece travesías en cuatriciclos, que incluyen incursiones de buceo en piletones naturales de agua cristalina del río El Durazno.
Las cabañas llevan el ojo y la creatividad de Franca. La llamativa combinación de colores y la mixtura con objetos antiguos genera atención. Como la base de una máquina de coser que hace de pie de la bacha en un antebaño, o una rastra para arar la tierra, cortada al medio y transformada en repisa-perchero. O, por caso, un espejo de grandes dimensiones que refleja un cuadro de las sierras.
Las cabañas de Franca y Diego se sumaron a otras opciones de alojamiento en esta zona, que recién en los últimos 15 años fue sumando más plazas y dejó de ser una zona sólo para ir “a pasar el día”. Ahora, bien vale la pena quedarse.
Fuentes:
Carina Mongi, El Durazno, paraje mágico y tranquilo, 12/01/16, La Voz del Interior. Consultado 12/01/16.
Carina Mongi, De la ciudad de la furia a un rincón de 50 habitantes, 12/01/16, La Voz del Interior. Consultado 12/01/16.

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