Llega la hora de que la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC dé cuenta a la sociedad de su compromiso con la vida y de que ponga a disposición la herramienta “ciencia”.
por Emilio Iosa
Hace poco menos de dos mil años, el procurador romano de Judea decidía despegarse de la muerte de un inocente y desvincularse del crimen planificado por los poderosos de turno.
Para hacer patente su inocencia, aquel funcionario romano se lavó las manos en público, demostrando a la multitud que ese crimen no pesaría sobre su conciencia ni sería responsabilidad suya. Tampoco hizo nada para impedirlo... Fue entonces cuando la humanidad contempló, azorada, la muerte de Jesucristo.
Así, la ética de Poncio Pilato se convirtió en un emblema de la falta de compromiso y en el estandarte de quienes -desde un lugar de poder- prefieren desvincularse antes que vincularse, o eligen despegarse antes que comprometerse.
El argumento esgrimido por el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) ante los resultados de las investigaciones de Monte Maíz remeda aquella situación.
Si el estudio realizado en esa localidad cordobesa carece de “rigor científico” y quienes lo llevaron adelante no tienen la “suficiente estructura” como para encarar un estudio de esa envergadura; si los profesores y estudiantes no cumplen con “los estándares y/o protocolos” que necesita nuestra ciencia occidental para generar estudios que sean lo suficientemente “serios” como para ser tenidos en cuenta, entonces es el momento y el lugar indicado para que sea la propia Facultad de Ciencias Médicas de la UNC la que movilice de inmediato toda su envergadura académica, ponga a disposición sus equipos de investigación calificados y demuestre su rigor científico, de manera que se cumplan los estándares y protocolos que nuestra ciencia occidental necesita para tener en cuenta una investigación que, en su versión “poco seria”, arroja tan espeluznantes resultados.
Lo que está en juego lo vale. Vale el compromiso del Consejo Directivo y de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC.
Lo que está en juego es la salud de miles de cordobeses, de nuestros hijos y nuestras familias. Lo que está en juego es la vida de millones de seres humanos en el mundo que necesitan una respuesta “científica y urgente” ante lo que el “despreciable” sentido común y la observación empírica sin asidero científico evidencian: que la muerte avanza cercana a ciertos tóxicos que utilizamos para mantener próspero nuestro modelo productivo y nuestro paradigma de desarrollo.
Llega la hora, entonces, de que la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC dé cuenta a la sociedad de su compromiso con la vida y de que ponga a disposición la herramienta “ciencia” para que sea “su rigor científico” el martillo que sentencie la información que difundirán los medios de comunicación. Información con la que los ciudadanos tendremos que debatir nuestra posición ante tal o cual modelo productivo o paradigma de desarrollo.
No hacerlo sería ingresar en un laberinto de opiniones y argumentos carentes de sentido que parecen buscar las excusas necesarias para utilizar de nuevo la ética de Poncio Pilato en esta situación y, como aquel procurador romano, entregar decorosamente la vida en manos de la muerte.
Emilio Iosa es médico, magíster en Salud Pública, presidente de la Fundación Deuda Interna.
El estudio sobre Monte Maíz, motivo de debate en el Consejo Superior
Respaldada por activistas ambientalistas, una consiliaria criticó al rector y a Ciencias Médicas por no defender el informe que desató varias polémicas.
por Javier Cámara
La polémica por el relevamiento que mostró altas tasas de mortalidad por cáncer en la localidad de Monte Maíz, llegó ayer al seno del Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
Aunque fue de manera un tanto forzada, a raíz de que la consiliaria Gabriela Giacomelli (de la agrupación Sudestada) pidió tratar sobre tablas la posición de su agrupación respecto de esta cuestión.
Como se ha informado, el relevamiento realizado por docentes y alumnos de la UNC fue acordado primero con el rector Francisco Tamarit, pero luego desacreditado por el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Médicas, que lo catalogó de “no científico”; aunque fue avalado por un Comité de bioética.
Recientemente, el Rectorado se inclinó por respaldar el pronunciamiento de Ciencias Médicas, lo que provocó el descontento no sólo de los autores del estudio, sino, también, de sectores ambientalistas que incluyen desde dirigentes y partidos políticos hasta activistas anti Monsanto.
Al cruce de posiciones se sumó el proyecto del decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias, Juan Conrero, para que la Dirección General de Sumarios de la UNC inicie un sumario administrativo a Medardo Ávila y al equipo que realizó el estudio en Monte Maíz.
Respaldada por activistas, ambientalistas y algunos dirigentes políticos, Giacomelli le reprochó al Consejo Superior y a Tamarit omitir un pronunciamiento categórico sobre el “modelo de muerte” que impulsan y beneficia “a los poderosos”. También cuestionó a Conrero, quien no participó de la sesión (el año pasado fue agredido y rociado con glifosato).
Antes, durante y después del pronunciamiento de la consiliaria estudiantil, algunos de los 40 manifestantes que ingresaron al recinto criticaron a Tamarit y hasta le atribuyeron “negociados con Monsanto”.
El rector defendió la posición del Consejo Superior, destacó que no llegó a ese órgano el pedido de Conrero y recordó el cuerpo ya se pronunció sobre la radicación de Monsanto.
Fuentes:
Emilio Iosa, La ética de Poncio Pilato, 06/05/15, La Voz del Interior. Consultado 07/05/15.
Javier Cámara, El estudio sobre Monte Maíz, motivo de debate en el Consejo Superior, 06/05/15, La Voz del Interior. Consultado 07/05/15.
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