Villa La Angostura y San Martín y Junín de los Andes son las ciudades más afectadas; suspendieron vuelos y clases por la baja visibilidad; hay varias rutas cortadas.
por Soledad Maradona
San Carlos de Bariloche. Las cenizas del volcán chileno Calbuco oscurecieron ayer el cielo de varias ciudades de Neuquén y Río Negro, demoraron el amanecer y cayeron casi todo el día sobre Junín y San Martín de los Andes, Villa La Angostura y Bariloche. Fueron las ciudades más afectadas por el fenómeno, que mantiene suspendidos los vuelos y el dictado de clases, y que obligó a cortar algunas rutas.
Poco después del mediodía, la pluma de ceniza comenzó a desplazarse en diagonal hacia el Nordeste, hasta llegar a Neuquén y localidades del Alto Valle de Río Negro.
Al caer la noche ya había alcanzado la costa atlántica rionegrina.
Un informe técnico del Centro Atómico Bariloche llevó alivio a los pobladores anoche al confirmar que las cenizas "no tienen ninguna toxicidad". No obstante, las autoridades pidieron a los habitantes de la región -que recuerdan la erupción del Puyehue- que se cubran la nariz y la boca porque la ceniza está compuesta de partículas muy finas.
La rotación y baja intensidad de los vientos hace que la nube no se disipe rápidamente y dificulte la visibilidad. El comité de crisis, formado apenas comenzó el fenómeno, advirtió que podría haber problemas en el sistema eléctrico por su grado de conductividad.
En Chile, las autoridades evacuaron a 4500 pobladores y establecieron una zona de exclusión de 20 km alrededor del cráter. La erupción ya tuvo dos episodios, el segundo de los cuales mostró una espectacularidad atemorizante, con lava volando por el aire en medio de una tempestad de rayos.
Los especialistas no descartaban que el volcán, que ayer registró hasta 140 temblores por hora, tuviese una tercera erupción. Las imágenes satelitales también muestran presencia de ceniza sobre Chubut, Mendoza y La Pampa. Y, según la rotación y la intensidad de los vientos, podría llegar hasta Buenos Aires.
La volatilidad de las cenizas ocasionó trastornos en el tránsito, especialmente en la ruta 237, que une Neuquén con Bariloche, que quedó cerrada para todo tipo de vehículos a partir de las 19 dada la baja visibilidad. Este corte dejó varados camiones y colectivos de larga distancia en Piedra del Águila, a unos 200 kilómetros de esta ciudad.
Los pobladores con la experiencia de la explosión del Cordón Caulle-Puyehue de 2011 tomaron con mayor calma el nuevo evento, que difiere del anterior en cuanto a la magnitud del material caído sobre las ciudades, puesto que ahora se trató de un polvo fino que apenas logró acumularse hasta dos centímetros en las zonas más complicadas. Pero sí con fuerte olor a azufre que emanaba por la mañana, lo que expandió casi a la totalidad de la población el uso de barbijos o pañuelos húmedos.
"Al lado de la erupción del Puyehue, parece el Paraíso", afirmó Diego Rodríguez Reis, de Villa La Angostura. Y la sensación de los pobladores coincidía a pesar de que el panorama era gris y desolador, con un polvo tan volátil que con la circulación de vehículos se removía hasta llegar a reducir la visibilidad a sólo 50 metros.
San Martín y Junín de los Andes eran ayer las ciudades más afectadas. En ambas, al igual que en Bariloche y Villa La Angostura, las actividades de oficinas públicas fueron canceladas, al igual que las clases y la actividad bancaria, mientras que por decisiones particulares se vio reducida la actividad comercial. Tampoco funcionaron los aeropuertos de Bariloche y Chapelco desde la noche del miércoles, y ayer al mediodía esa misma medida se dispuso para la aeroestación de Neuquén, donde comenzaba a llegar la ceniza. Las clases en la zona cordillerana y Neuquén capital y alrededores continuarán suspendidas hoy.
Bariloche amaneció completamente cubierta, pero en ningún momento se vieron afectados los servicios básicos, y únicamente se dispuso un cronograma reducido para el transporte urbano de pasajeros. "Sólo necesitamos una ayuda de la naturaleza, que es el viento", graficó el ministro de Seguridad de Río Negro, Gastón Pérez Estevan. Durante todo el día las miradas estuvieron puestas en los pronósticos porque, según indicó temprano el gobernador Alberto Weretilneck, sólo un registro de viento "desplazará la ceniza" de la región.
Por la tarde fue menos optimista el mandatario, y dijo que "la rotación variable de los vientos hace que tengamos por unos días más estas cenizas".
La premisa en esta ciudad fue evitar salir a las calles de no ser necesario y se cumplió en gran medida. Luego del alboroto de colas en estaciones de servicio y supermercados de la noche anterior, ayer era escaso el movimiento en las calles y sólo salieron un puñado de turistas que, lejos de angustiarse con el panorama, optaron por retratar el evento natural y se fotografiaban en el Centro Cívico bajo la neblina de ceniza, portando barbijos y exhibiendo sus compras de chocolates tradicionales.
Para los turistas se generó un problema mayor al no encontrar respuesta durante el día de cómo regresar a sus lugares de origen, algo que se intenta coordinar con las cámaras empresariales para que puedan retirarse en transportes terrestres hasta el aeropuerto alternativo de Esquel (Chubut). Se estimó que hay 600 turistas que requerían anticipar su regreso y quienes tendrán el alojamiento de los días extras que estén costeado por la Asociación Hotelera.
Las consecuencias de esta emergencia en la próxima temporada de invierno todavía no están en agenda de las autoridades, y desde la Cámara de Turismo su presidente, Daniel García, pidió ser "prudentes" y "tomarlo con calma" para analizar el panorama según la evolución del siniestro, siempre con la esperanza de que el aeropuerto retome su actividad en corto plazo y no suceda lo mismo que en 2011, cuando Bariloche estuvo sin vuelos por más de siete meses.
Aún con la cautela del caso, los empresarios observan con preocupación el avance de la temporada invernal, que comenzará en dos meses, especialmente por el impacto que la noticia puede generar en Brasil, donde este año se habían reforzado las campañas promocionales para recuperar mayor público del país vecino ávido de disfrutar de la nieve.
La situación de emergencia motivó además que el municipio deba disponer un operativo especial con inspectores de la Oficina de Defensa del Consumidor para controlar el aumento de precios que se registró en cuestión de horas y en los productos básicos, como agua envasada, barbijos, pilas y velas. "Apelamos a la responsabilidad de los comerciantes a vender sus productos como corresponde, sin aumentar sus precios", pidió la intendenta María Eugenia Martini, tras conocer denuncias que daban cuenta de subas extraordinarias, y prometió clausurar los comercios hoy si continuaban con la remarcación de precios.
Entre volcanes: bajo los designios de la naturaleza
En las últimas décadas, la Patagonia sufrió las consecuencias de varias erupciones volcánicas que dejaron millonarias pérdidas, miedo y experiencia para enfrentar nuevos episodios.
por Carlos Sanzol
Anteanoche, Florencia Pontoriero estaba en un supermercado en Bariloche. Alguien le dijo que un volcán había entrado en erupción, pero ella no lo creyó. "Me estás jodiendo", fue su primera reacción.
Sin embargo, era verdad. El Calbuco, ubicado del lado chileno a 108 kilómetros en línea recta de Bariloche, acababa de emanar una columna de cenizas que, en horas, iba a llegar a Bariloche, Villa La Angostura y Junín y San Martín de los Andes. Se había "despertado" después de 43 años.
Cuando se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, Florencia sintió que estaba preparada: compró varias botellas de agua mineral, fue a buscar a sus hijos y condujo los 15 kilómetros que la distancian desde el Centro Cívico hacia su casa en la localidad de Dina Huapi, un pueblo de menos de 6000 habitantes.
En 2011, con sólo cuatro meses de embarazo, debió saber, en carne propia y por primera vez, lo que era vivir en una zona amenazada por volcanes. El 4 de junio de ese año llovieron, literalmente, piedras pómez por la erupción del Puyehue. Ese día, Florencia y su esposo, Nicolás, vieron una nube negra que llenaba el cielo barilochense. "Se pudrió el clima", pensó ella. Subieron al auto, vieron que en el teléfono celular había varios mensajes que les advertían que se refugiaran. No previeron absolutamente nada. Tampoco compraron agua mineral ni planearon cargar combustible. Sólo se guarecieron en el hogar. Y esperaron.
"Ahora es distinto. Estamos mucho más preparados", dice, en comunicación telefónica con La Nación. Por eso, desde anteanoche ya tiene lo que necesita: barbijos, agua y nafta. De hecho, notó que todos allí ya saben cómo reaccionar. "Parece que nos vamos a tener que acostumbrar a las erupciones de los volcanes", dice, entre el humor y la aceptación.
En el límite entre la Argentina y Chile hay cerca de 100 volcanes en actividad, según explica el geólogo Andrés Folguera. El profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador del Conicet cuenta que estar "en actividad" implica dos consideraciones: que una persona haya registrado en algún documento la última erupción y que la edad de las lavas más "jóvenes" date de menos de 10.000 años. "Al Lanín, por ejemplo, nadie lo ha visto erupcionar, pero sus lavas tienen menos de 10.000 años", revela.
Una montaña de cenizas
El 4 de junio de 2011, el volcán Puyehue, de 2240 metros, que forma parte del Cordón del Caulle, en Chile, erupcionó con una gran explosión que cubrió de cenizas el cielo y las ciudades cercanas de San Carlos de Bariloche y Villa La Angostura.
Pablo Garrido estaba ese día en esta última localidad, ubicada a sólo 50 kilómetros del Puyehue. Hasta allí había llegado desde La Plata, donde vivía, para terminar de escriturar el terreno sobre el que hoy construyó su casa. Por mensajes de texto, le advirtieron que un volcán había entrado en erupción. Poco acostumbrado a semejante episodio, optó por no darle importancia, hasta que empezaron a caer, literalmente, piedras pómez del cielo. Se subió al auto e intentó manejar hacia Bariloche, pero fue en vano: sobre la ruta había una cortina gris que no dejaba ver casi nada.
Durante varios meses, las cenizas siguieron cayendo. Se calcula que cayeron entre siete y ocho millones de metros cúbicos de arena; algo así como 40 centímetros de acumulación.
El Puyehue había registrado varias erupciones en 1960 (tras el terremoto de Valdivia, en Chile), en 1934, 1929 y en 1921. En esas ocasiones, la actividad duró alrededor de un año.
En 2011, en Villa La Angostura estuvieron semanas sin luz, sin agua (cuatro barrios completos padecieron 26 días la falta de ambos servicios) y con la certeza de que la temporada turística, la principal actividad de esta ciudad de 13.000 habitantes, estaba truncada.
A pocos días de la erupción, también se informó que LAN, Austral y Aerolíneas Argentinas habían perdido 60 millones de dólares, mientras que se habían cancelado 2525 vuelos, con los continuos trastornos que había implicado para miles de pasajeros.
"Ahora, con la erupción del Calbuco parece que es distinto -agrega Pablo-, porque la ceniza que cae es como un talco." Asentado desde hace ya tres años junto a su esposa y sus dos hijos, de 4 y 6 años, él fue testigo de las colas de hasta dos cuadras que se formaron en las estaciones de servicio en 2011, algo que no ocurrió ayer. Tampoco siente esa "psicosis" tan propia de esa época. "Estamos preparados. Hoy [por ayer] la ciudad está con el cielo gris, pero está en calma", describe.
En aquel momento fueron de tal gravedad las pérdidas que la presidenta Cristina Kirchner debió anunciar una ayuda económica: la duplicación de las asignaciones familiares a los afectados por dos meses, la postergación del pago de impuestos y el envío de $ 10 millones a productores.
No fue la primera vez que el volcán rugió. En 1921 estuvo en actividad durante más de dos meses. En 1960, dos semanas, luego del violento terremoto de Valdivia, de 9,5 grados en la escala de Richter.
Evacuación
En mayo de 2008, la población chilena de Chaitén se despertó por un rugido: el volcán del mismo nombre había entrado en erupción. Una columna de 12.000 metros de humo, cenizas y material sólido se elevó desde la boca del volcán. No hubo muchas opciones: el gobierno chileno debió evacuar a 5000 personas. Y lo que vino fue aún peor.
Chaitén tenía dos escuelas primarias y un secundario que quedaron destruidos. El desborde del río tras la erupción del volcán había dañado un sector del colegio. En 2009, cuando La Nación estuvo en la zona, se podían ver las casas hundidas en cenizas, los vidrios destrozados, los muebles alborotados y aves carroñeras que sobrevolaban el pueblo. Allí, el río, al cambiar su curso natural, arrasó con unas 500 casas, postes de luz, pedazos de asfalto y autos, que fueron a parar mar adentro y comenzaron a aparecer en ciudades costeras más al Sur.
En 2008, cuando el volcán entró en erupción, una nube de cenizas llegó al sur argentino, y provocó cancelaciones de vuelos, suspensión de clases, perdidas económicas y en el ganado. Incluso los vientos hicieron que las cenizas llegaran hasta Buenos Aires.
Unos años más tarde, en 2013, el volcán Copahue, ubicado en el noroeste de la provincia de Neuquén, en la frontera con Chile y unos 1200 kilómetros al sudoeste de Buenos Aires, volvió a asustar. Ya había registros de erupciones en 2000, 1992 y 1995. En estos dos últimos años, los pobladores del lugar quedaron bajo un manto de ceniza. "Nunca apagó su capacidad eruptiva", explica Folguera.
Una ciudad devastada
Los Antiguos está ubicado a tres kilómetros de la frontera con Chile y 1029 kilómetros al norte de Río Gallegos, en el margen del lago Buenos Aires. Hoy es un valle verde y productivo, pero hace 24 años soportó un fuerte éxodo de la población y la angustia de un futuro marcado por las cenizas.
El volcán Hudson no es visible desde Los Antiguos: queda a 100 km en línea recta de la localidad sobre la cordillera chilena. Según los registros de la época, el 5 de agosto de 1991 una poderosa erupción sacudió su interior, pero la gran nube de cenizas llegó recién días después por efecto del cambio de viento.
Los restos volcánicos alcanzaron los 18.000 metros de altura y sepultaron 10 millones de hectáreas patagónicas bajo una capa inconmovible. Cerca de 600.000 ovejas de la región murieron por la falta de pasturas y agua, y un tendal de chacras y estancias quedaron arruinadas. Nada volvió a florecer durante años y pocos apostaban a la recuperación del lugar. Pero el trabajo del hombre y la naturaleza empujó en una misma dirección.
El clima frío, los suelos arenosos y la abundancia de agua le dieron a la localidad un microclima para sembrar cerezas tardías, cultivo que empezó a experimentarse a principio de los 80. Pero después del Hudson parecía imposible que volviera a florecer.
"Los primeros días que caía la ceniza hacía calor, entraba en todas partes y todo olía a azufre. A la gente que se quedó le pedíamos que no saliera de sus casas, no se podía respirar, usábamos las máscaras, pero no servían de nada. Los animales morían de hambre y sed y hasta el lago era una gran masa oscura de cenizas. Todo estaba a oscuras y caminábamos por las calles de memoria", supo recordar años después a La Nación Ángel Seguel.
Él, junto a un puñado de hombres, creó la Comisión de Emergencia para limpiar el pueblo a pala y carretilla. Durante seis meses, Los Antiguos se transformó en un "pueblo de hombres". La mayoría de las mujeres y niños habían sido evacuados a otras localidades y los varones se quedaron a sacar las cenizas. Poco a poco algunas familias retornaron, pero otras no volvieron nunca.
Estuvieron tres años sin cosechas, todo se perdió. Los canales de riego traían cenizas en vez de agua. Entre todos limpiaron las calles, los techos, las chacras y se sacaron del pueblo 20.000 toneladas de cenizas en camiones y máquinas que llegaron de todas partes del país. Las cenizas aún se encuentran en las afueras del pueblo. Si bien no fueron un aporte fertilizante a la tierra, como se creyó durante un tiempo, sí contribuyeron a mejorar las condiciones del suelo en cuanto a la permeabilidad al agua y la aireación, según explicaron en su momento los técnicos del INTA.
Debieron pasar varios años hasta que los suelos se recuperaron para transformarse en un valle verde rodeado de álamos y acequias. Hoy, el enorme espejo turquesa del Buenos Aires y la tierra especialmente fértil irrumpen en el árido paisaje patagónico con cortinas de álamos y chacras con cosecha tardía de cerezas.
Las voces de los protagonistas
Ángel Seguel
Los antiguos
"Los animales morían de hambre y sed y hasta el lago era una gran masa oscura de cenizas"
Florencia Pontoriero
Bariloche
"Parece que nos vamos a tener que acostumbrar a las erupciones de los volcanes"
Pablo Garrido
Villa La Angostura
"Ahora, con la erupción del Calbuco, parece que es distinto a 2011 porque la ceniza que cae es como un talco"
Con la colaboración de Mariela Arias
Bariloche: las cenizas volcánicas no son tóxicas, pero deben protegerse las vías respiratorias
Surgió del análisis realizado en las cenizas volcánicas que llegaron a la región cordillerana; por este motivo no se afectó la captación de agua potable; podrían generarse problemas en el sistema eléctrico.
por Soledad Maradona
San Carlos de Bariloche. El análisis realizado en las cenizas volcánicas que llegaron a la región cordillerana determinó que el material "no es tóxico" por lo que no afecta la captación de agua potable pero su condición de partículas finas provoca que se deba reforzar la protección de las vías respiratorias.
El informe fue realizado por profesionales del Centro Atómico Bariloche y la empresa estatal rionegrina Invap, aunque el detalle del estudio no fue difundido por el Comité de Emergencia de Bariloche que solicitó el muestreo con las primeras cenizas volcánicas caídas durante la madrugada del jueves.
La intendenta María Eugenia Martini fue la encargada de informar en la última presentación a la prensa un resultado que trajo alivio a la población. Sin embargo se advirtió que la ceniza podría generar inconvenientes en el sistema eléctrico, algo que hasta el momento no ha sucedido y no se han producido cortes de luz.
El agua provista en Bariloche fue sometida a testeos constantes que no arrojaron niveles por fuera de lo normal, por lo que se garantizó la potabilidad del suministro.
El Comité de Emergencia prevé que la ceniza en suspensión continúe en la región en las próximas horas e incluso días por los efectos de la rotación del viento y tampoco se descarta una eventual tercera explosión del volcán Calbuco, según determinaron las autoridades chilenas.
a presencia de cenizas canceló las actividades de las oficinas públicas y suspensión de clases en Bariloche, Villa la Angostura y San Martín de los Andes, algo que luego se extendió a otras ciudades a medida que avanzaba la pluma.
Las cenizas que la madrugada del jueves se expandieron principalmente por Bariloche, Villa la Angostura y San Martín de los Andes, que por la ausencia de viento padecieron toda la jornada un material en suspensión que redujo al máximo la visibilidad.
Después del mediodía la pluma de ceniza se expandió hacia Neuquén y el Alto Valle de Río Negro y más tarde llegó a la costa atlántica rionegrina pero en menor intensidad. En Bariloche comenzó a vislumbrarse un desplazamiento de la ceniza y un eventual despeje del cielo pero los vientos variables no permitían la estabilidad de esas condiciones.
La volatilidad de las cenizas provocó severos trastornos en las rutas por lo que cerca de las 19 se decidió cortar a todo tipo de tránsito la ruta 237 que une Bariloche con Neuquén y en Piedra del Águila, una localidad neuquina a 200 kilómetros de esta ciudad
La volatilidad de las cenizas provocó severos trastornos en las rutas por lo que cerca de las 19 se decidió cortar a todo tipo de tránsito la ruta 237 que une Bariloche con Neuquén y en Piedra del Águila, una localidad neuquina a 200 kilómetros de esta ciudad, quedaron varados 8 camiones de combustible, vehículos de carga de otros productos y colectivos de larga distancia cuyos pasajeros fueron alojados en un albergue municipal.
El principal problema era la visibilidad reducida al máximo donde no se podía ver ni siquiera las banquinas.
A Bariloche llegó por la tarde la ministra de Seguridad de la Nación, María Cecilia Rodríguez, quien garantizó que los vehículos que trasladan elementos e insumos para la emergencia serían habilitados a pasar aún en rutas cortadas y con el acompañamiento de Gendarmería como guía.
Para llegar a esta ciudad por tierra se encuentra habilitada la ruta nacional 23 que proviene de Viedma y que tiene la mitad del trayecto de ripio. Además la ruta 40 Sur con precaución porque la ceniza también se estaba dispersando haca El Bolsón.
El aeropuerto alternativo es el de Esquel, ante el cierre de las aeroestaciones de Bariloche, Chapelco y Neuquén. Sin embargo las aerolíneas no derivaron sus vuelos a esa ciudad, ubicada a 280 kilómetros de esta ciudad, que solo mantiene su limitada oferta aérea.
La historia de Waldo Flores, el andinista chileno perdido cerca del volcán Calbuco
El joven de 21 años estaba cerca del macizo junto a dos amigos y no pudo escapar porque se acalambó; también estuvo en la erupción del volcán Chaitén en 2008; "Quiera Dios que lo encuentren", suplicó la madre.
Santiago. La furia del volcán Calbuco obligó a miles de personas a dejar sus casas en el sur de Chile desde su erupción ayer a las 17.50. Sin embargo, Waldo Flores, un joven andinista que estaba cerca del macizo al momento del sorprendente fenómeno, no pudo correr a tiempo al momento del desastre y desde entonces está desaparecido.
Esta mañana comenzó la intensa búsqueda del joven chileno de 21 años, que estaba junto a dos amigos cerca del volcán cuando ayer por la tarde inició la erupción con una columna de cenizas de unos 17 kilómetros que después se convirtió en un hongo gigantesco.
"Tenemos una denuncia de presunta desgracia de un andinista. Su identidad es Waldo Flores, de 21 años", confirmó esta mañana el subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy.
Según contaron familiares del joven andinista, Waldo estaba con dos amigos, a sólo un kilómetro del refugio a donde querían llegar para pasar la noche, cuando el volcán desató su furia.
"Los amigos dicen que al momento de la erupción abandonaron las mochilas y todo el equipo y comenzaron a correr cerro abajo. En un momento se perdieron los tres y afortunadamente se encontraron dos más abajo y comentaron que mi hermano comenzó a sufrir calambres", contó Joel Flores, su hermano.
La madre del andinista desaparecido, Gloria Figueroa, también subrayó que un calambre no le permitió a Waldo seguirle el ritmo a sus amigos y manifestó su desesperación.
"Los dos niños que iban con mi hijo corrieron mucho más ligero quizás que él y él dicen que se quedó atrás, parece que se acalambró y les dijo que siguieran, que siguieran no más. Pero según dicen los chicos, quedó al lado de un río parece... Pero hasta ahora no hemos sabido nada, lo que sabemos es que los del GOPE [Grupo de Operaciones Policiales Especiales] lo andan buscando", dijo la madre a la local Radio Cooperativa.
"Según dicen los chicos, él [Waldo] lo único que gritaba era «¡Igual que el Chaitén, igual que el de Chaitén!», y después no lo escucharon más", contó la mujer. Waldo Flores junto a su familia estaban en Chaitén cuando entró en erupción el volcán que lleva el mismo nombre en 2008.
"Estoy desesperada, qué puedo hacer", manifestó la mujer, que comentó que su esposo y su hijo, Joel, están en Correntoso esperando novedades. "No sé qué hacer, ya no tengo fuerzas... Quiera Dios que pueda estar por ahí y lo encuentren", expresó.
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Entró en erupción el volcán chileno Calbuco tras 43 años de inactividad y declaran la alerta roja en la zonaFuentes:
Soledad Maradona, El norte de la Patagonia, casi aislado por la ceniza volcánica, 24/04/15, La Nación. Consultado 24/04/15.
Carlos Sanzol, Entre volcanes: bajo los designios de la naturaleza, 24/04/15, La Nación. Consultado 24/04/15.
Soledad Maradona, Bariloche: las cenizas volcánicas no son tóxicas, pero deben protegerse las vías respiratorias, 24/04/15, La Nación. Consultado 24/04/15.
La historia de Waldo Flores, el andinista chileno perdido cerca del volcán Calbuco, 23/04/15, La Nación. Consultado 24/04/15.
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