lunes, 9 de marzo de 2015

El rescatista que lucha contra la desesperación

por Leonel Rodríguez

Santiago del Estero. Cristian Verduc quería ser futbolista. Jugó hasta la reserva, pero distintos hechos lo alejaron de su sueño, de al menos vestir la "4" en la primera local o en algún torneo nacional de ascenso de Sarmiento de La Banda, el club más grande de su ciudad. Fue también preparador físico, utilero y hasta hubo un domingo en el que forzadamente fue el técnico de Villa Unión, otra institución de La Banda.

Hace ocho años que Cristian se desempeña en el Grupo Especial de Rescate (GER), de la policía provincial, labor que también cumplió su papá. "Lo que hoy es el GER antes era el Comando Anfibio de Paracaidistas, una división de la que mi papá fue uno de los fundadores", cuenta el cabo Verduc. Cristian tiene 32 años, está casado con Sandra Mansilla, de 29. Con ella tienen dos hijos: Sofía de 9 e Iván de 3 años, quienes orgullosos repiten: "Mi papá salva a la gente en el río".

El temporal que dejó bajo el agua a muchas localidades del interior y barrios enteros de la capital santiagueña el martes pasado tuvo a todo el GER como protagonistas de historias de coraje y arrojo. Fueron hasta 300 milímetros de lluvia en menos de tres horas en algunos lugares. Ningún desagüe soportó ese caudal, todo colapsó, y el agua entró en las casas.

Santiago del Estero tuvo su gran inundación en 1974. Los memoriosos la recuerdan. Pero esos mismos juran que jamás vieron algo como lo que pasó el martes. Cristian y sus 26 compañeros del GER seguramente tampoco vieron algo igual, pero, a diferencia del resto, el agua, los ríos, canales y lagunas son su ámbito de trabajo.

"Lo más complicado es la desesperación de la gente. Todos quieren ser los primeros en ser rescatados, a veces quieren llevar pertenencias con ellos, y uno debe hacerles entender que la prioridad es la vida", relata Verduc, quien analiza seriamente retomar el profesorado de educación física que dejó en segundo año. Lo más complejo es la muerte. Rescatar el cadáver de algún pescador ahogado en el río, de algún imprudente o hasta suicidas. Si bien para los integrantes del GER es una tarea habitual, no deja de ser duro y difícil.

Hablar más de dos minutos con el cabo Verduc sin que le suene el teléfono celular es una odisea: "Pasa que amigos, familiares y conocidos me preguntan cómo están las cosas, si seguirá lloviendo, si estoy bien y esas cosas. Hasta de meteorólogos hacemos", comenta con una carcajada sacando dramatismo a horas muy difíciles que vive la provincia.

"Los rescates de cuerpos se hacen de día, con luz solar. A veces los familiares no lo entienden, nos dicen: "Pero ahí está, sáquenlo por favor". Uno debe mentalizarse, lamentablemente, que en esos casos ya busca un objeto, que lo emocional no te bloquee", afirma.

Fuente:
Leonel Rodríguez, El rescatista que lucha contra la desesperación, 08/03/15, La Nación.

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