Una de las pinturas más populares de Argentina, la que muestra la Conquista del Desierto en el billete de 100 pesos, está incompleta: faltan los cuatro investigadores que en 1879 formaron parte de una de las acciones militares más discutidas en la historia del país. Esta es la historia de esos científicos que identificaron todo tipo de plantas, animales y minerales.
por Andrés Grippo
“¡Qué triunfo, qué gloria para el autor de esta conquista pacífica, para el Ministro de la Guerra, general D. Julio Roca! No hubo ni una pelea insignificante con los indios. Merced a la excelencia de las disposiciones estratégicas se han conquistado estos inmensos y valiosos terrenos sin verter casi una gota de sangre de estos incomparables soldados argentinos, que en cuanto a la abnegación, perseverancia y resistencia contra las fatigas, no tienen igual en el mundo. ¡Y el general, un Jefe siempre impaciente que apura la marcha (más de lo que nosotros deseábamos) participa de las privaciones que las circunstancias imponen al soldado!”.
Así finaliza el Diario de los miembros de la Comisión científica de la expedición de 1879, que permaneció inédito hasta 1916.
En la Academia Nacional de Ciencias de Argentina, ubicada en la provincia de Córdoba, funcionan varios pequeños museos. Entre ellos uno dedicado a la botánica. En una de sus vitrinas hay un cuadro muy conocido por los argentinos. No solo porque es la ilustración más famosa de la Conquista del Desierto sino porque, además, está reproducida en el anverso del billete de mayor circulación en el país, el de 100 pesos. La imagen representa al general Julio Argentino Roca -en ese momento ministro de Guerra, jefe del Ejército y luego presidente del país en dos oportunidades- al frente de un grupo de soldados a caballo durante la acción militar que amplió las fronteras de Argentina. Pero la pintura, en su versión moneda, está incompleta aproximadamente en un 50 %.
Después del último jinete de la derecha hay un grupo de soldados de a pie y, un poco más atrás, cuatro personas sin uniforme. Miran para otro lado, no en dirección al jefe como la mayoría de los retratados. No llevan uniformes militares, apenas gorros y ponchos. Esos cuatro señores integran la Comisión Científica agregada al Estado Mayor General de la expedición al Río Negro. Son investigadores: zoólogos, botánicos y geólogos que durante los meses de abril, mayo y junio de 1879 formaron parte de una de las acciones militares más discutidas de la historia del país.
Según Gabriel Bernardello, actual director del Museo Botánico de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de Universidad Nacional de Córdoba, la presencia de científicos en la Conquista del Desierto “significó, antes que nada, el inicio de la exploración de nuestros recursos naturales a partir de una decisión gubernamental aprovechando la campaña. “También la recolección de los primeros ejemplares y muestras que nunca se había realizado de manera oficial sino por investigadores independientes que pasaron eventualmente por nuestro país, entre los cuales se encuentra el propio Chrales Darwin”, añade.
Cuando Roca asume como ministro de Guerra del presidente Nicolás Avellaneda (1874-1880) elabora un plan para ampliar las fronteras del país, llevándolas desde el sur de la Provincia de Buenos Aires hacia la Patagonia. Durante la defensa del proyecto en el Congreso Nacional, Roca sostiene: “Tenemos 6.000 soldados armados con los últimos inventos modernos de la guerra, para oponerlos a 2.000 indios que no tienen otra defensa que la dispersión ni otras armas que la lanza primitiva”. Darío Aranda, en su libro Argentina originaria. Genocidios, saqueos y resistencia, asegura que “a fines del siglo XIX, el Estado argentino también creó campos de concentración, desapareció personas, torturó, asesinó y robó niños”. “Los pueblos indígenas”, continúa, “estuvieron cerca del exterminio. Sin embargo, aún hoy, un gran sector de la sociedad argentina niega que haya sido un genocidio. La Argentina moderna está construida sobre esa negación, la madre de todas las represiones”. Para el historiador Felipe Pigna, la llamada Campaña al Desierto o Conquista del Desierto, “tuvo un saldo de miles de indios muertos, 14.000 reducidos a la servidumbre, y la ocupación de quince mil leguas cuadradas, que se destinarían, teóricamente, a la agricultura y la ganadería.” Por su parte, Juan José Cresto, historiador y exdirector del Museo Histórico Nacional, escribió en 2004: “Lo que se quiso hacer y efectivamente se hizo fue concluir con los asaltos a pueblos indefensos y poner la tierra fértil a disposición de la población para ser trabajada. En efecto, en menos de 25 años a la Argentina se la llamaba la canasta de pan del mundo“. La nota, publicada en el histórico diario La Nación bajo el título Roca y el mito del genocidio, generó protestas desde diversos sectores y le costó el puesto un año después.
¿Cómo formó parte la ciencia de esta expedición? La carta está fechada el 31 de enero de 1879. Va dirigida al ministro de Guerra y Marina de la Nación general Julio Argentino Roca. Lleva la firma del presidente interino de la Academia Nacional de Ciencias, Adolfo Döring, y dice así:
“Teniendo conocimiento de la gran expedición proyectada para asegurar las fronteras, me dirijo a V.E. a nombre de la Academia, con el propósito de hacer presente a V.E. cuán interesante sería para la ciencia y provechoso para el país, si fuese posible formar colecciones zoológicas, botánicas y mineralógicas de los objetos nuevos que indudablemente deben encontrarse en esas regiones que por primera vez van a explorar las columnas expedicionarias”.
Investigadores en marcha
Más adelante en el texto, Döring le explica a Roca que, dado que todos los científicos son además profesores universitarios, les es imposible participar de la expedición y que por lo tanto le ruega indique a los jefes de la operación militar que recolecten muestras vegetales, animales y minerales en el trayecto.
El 20 de marzo de ese año, el ministro de Instrucción Pública, Bonifacio Lastra, responde a Döring que el Gobierno ha decidido la creación de una Comisión Científica “que acompañe al Ministro de Guerra en su expedición y que (…) la Academia y la Facultad deben estar representadas. Tenga a bien procurar la designación de personas competentes (…)”. No iban a ser soldados quienes identificaran nuevas especies. Tenían que ser científicos.
La Comisión fue entonces conformada por el botánico Pablo Günther Lorentz, el ayudante de botánica Gustavo Niederlein, el propio Adolfo Döring y el preparador de zoología Federico Schulz. Todos nacidos en Alemania y emigrados a Argentina por invitación de Karl Burmeister, discípulo de Humboldt. Durante tres meses de 1879 se dedicaron a acompañar a las tropas de Roca recogiendo, identificando y categorizando todo tipo de plantas, animales y minerales. El resultado fueron tres libros publicados entre 1881 y 1884. Los tomos fueron divididos en Zoología (1881), Botánica (1883), Geología (1884) y el Diario de los miembros de la Comisión Científica de la expedición de 1879, que no se publicó por falta de fondos hasta 1916. Se observaron vertebrados, moluscos, insectos, arácnidos, plantas y formaciones geológicas como nunca en la historia del país. El prólogo del primer tomo -Zoología- escrito por el ingeniero y periodista francés Alfredo Ebelot destaca los resultados de esta manera:
“El año 1879 (…) ha visto realizarse un acontecimiento cuyas consecuencias sobre la historia nacional obligan más la gratitud de las generaciones venideras que de la presente (…). Este acontecimiento es la supresión de los indios ladrones que ocupaban el sur de nuestro territorio y asolaban a los distritos fronterizos”.
Más adelante, Ebelot reflexiona sobre la trascendencia moral de la misión:
“No se ha hecho nunca una estadística exacta de las depredaciones de los salvajes (…). No es el momento de reunir al respecto guarismos desoladores (…) las pérdidas económicas eran poca cosa en comparación con los perjuicios de mayor trascendencia política y moral que esas impunes correrías inflingían a la República”
Dentro de sus 18 páginas introductorias, solo dedica una frase al contenido científico:
“Es evidente que en una gran parte de las llanuras recién abiertas al trabajo humano, la naturaleza no lo ha hecho todo, y que el arte y la ciencia deben intervenir en su cultivo, como han tenido parte en su conquista”.
Eso es todo.
Sin embargo, el Diario de los miembros de la Comisión científica de la expedición de 1879 es una crónica minuciosa del día a día de los investigadores marchando hacia el sur del país. Lo firman Döring y Lorentz. Describe con lujo de detalles la forma de vida en los campamentos, las relaciones de los científicos con los soldados y, sobre todo, con el Estado Mayor; las especies que fueron descubriendo, el clima, la vida espiritual y el terreno.
El Diario comienza el 15 de abril de 1879 y termina el 7 de mayo del mismo año. El resto del escrito se perdió tras la muerte de Lorentz. El hallazgo de dos cartas, una de Lorentz y otra de Döring, completan el relato aunque sin tantas precisiones como las primeras 130 páginas. Dice Döring: “Cerca de la población se encontraban tres tolderías de indios sometidos (…) en todas partes se observaba la mayor pobreza y miseria (…) el indio teniendo lo más necesario, no se preocupa de nada; no es un elemento de cultura y en contacto con el blanco marcha hacia un rápido e inevitable fin”. En otro pasaje del libro, la Comisión celebra el hallazgo de las dos primeras especies animales nuevas con un gesto hacia el general al mando de las tropas y al presidente Avellaneda. Dos variedades de caracol terrestre a los que denominan plagiodonte rocae y eudioptus avellanedae.
Entre la interminable enumeración de plantas, animales, piedras, suelos, condiciones climáticas y demás detalles que 130 años después no tienen el mismo valor de la época, el Diario muestra la fascinación de estos inmigrantes alemanes con sus descubrimientos o el mal humor por la falta de condiciones científicas ideales. Las relaciones interpersonales del grupo quedan plasmadas en anécdotas varias. Por ejemplo cuando descubren que Döring obtenía cada mañana los mejores caballos para la travesía, no por su habilidad para elegir animales mansos sino que consistía, según Lorentz, “en un sistema anti-republicano de una no despreciable propina, repartida de vez en cuando entre los atentos veteranos cuidadores de la comitiva caballar”. En otra ocasión el grupo entero se lamenta por la muerte de un soldado, no producto de un combate sino ahogado.
“Los campos son inmejorables, Excmo. Señor. ¡Qué riquezas inmensas posee, sin saberlo, la República Argentina! ¡Qué porvenir le espera!” escribió Lorentz en una de sus cartas al Ministro de Hacienda el 9 de mayo de 1879. Y agregó: “A juzgar por las impresiones que he recibido en este viaje, creía encontrarme en los más hermosos días del otoño de mi patria. Esto es de importancia porque es sabido que los climas cálidos enervan y afeminan al hombre -quedando inutilizadas las más grandes riquezas que ofrece la naturaleza- mientras que el clima de esta pampa fertilísima, es enteramente a propósito para una raza de hombres que sean, al mismo tiempo, trabajadores, cultivadores, industriales, inteligentes y estudiosos”.
Tras concluir la misión los científicos regresaron a sus lugares de trabajo aunque la campaña militar continuó hacia el suroeste. Adolfo Döring dictó en Córdoba la cátedra de Zoología desde 1892 hasta 1916 y ocupó la presidencia de la Academia de Ciencias entre 1914 y 1923. Murió en Capilla del Monte, Córdoba, en 1925.
Pablo Lorentz retornó a la provincia de Entre Ríos muy enfermo. Incluso durante la campaña, dejó asentado en el Diario varias complicaciones de su salud. Murió dos años después, en 1881. Identificó 40 especies de plantas aunque casi todo su trabajo, escrito en alemán, se perdió tras su muerte. Gustavo Niederlein también realizó un importante aporte a la botánica identificando 41 especies. Continuó realizando misiones por todo el continente y murió en 1924. De Federico Schulz se sabe que realizó otros viajes entre 1879 y 1904 por Tucumán, Buenos Aires, La Pampa, Río Negro, Neuquén, Córdoba y Corrientes.
El billete
Los billetes con la cara de Roca en el frente y el cuadro de Blanes en el anverso están siendo reemplazados por otros ilustrados con el perfil de Eva Perón. En el año 2011, el diputado Nacional Ulises Forte, presentó un proyecto para cambiar el papel moneda. La ley nunca fue aprobada y el cambio se está realizando por decisión del Poder Ejecutivo. Sobre su proyecto, Forte dijo: “Hasta hoy, y más allá de las revisiones que hicieron una relectura crítica de la historia oficial, el billete de curso legal de más alta denominación en la Argentina sigue conmemorando uno de los procesos más sangrientos, oscuros y deleznables de nuestro pasado y a su líder”.
Nadie argumentó que el recorte del cuadro en el dorso, ignora a los hombres que realizaron la expedición fundacional de la zoología, la botánica y la geología argentina.
Fuente:
Andrés Grippo, Una expedición científica a lomos de un exterminio, 25/02/14, Materia. Consultado 26/02/14.
No se puede analizar con ojos críticos actuales los acontecimientos llevados a cabo en el pasado histórico argentino, sin ponerse en el lugar, en la mente, en la moral y en las creencias de aquellas gentes. Sería cuestionar toda la historia de la humanidad.-
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