miércoles, 6 de noviembre de 2013

Parte de los evacuados por Fukushima podría no volver a sus casas

La ciudad abandonada de Futaba, en la prefectura de Fukushima. Un cartel en la entrada dice "La Energía Nuclear- La Energía para un Futuro Mejor". Foto: Damir Sagolj / Reuters

El Gobierno nipón se plantea ubicar a parte de los evacuados por el accidente nuclear de Fukushima en zonas alejadas de la central, en vez de facilitar el retorno a sus hogares, según ha revelado el ministro de Industria, Toshimitsu Motegi.

Es la primera vez que el Gobierno nipón apunta esta posibilidad, ya que tras el estallido de la crisis nuclear, la administración se había comprometido en todo momento a garantizar a aquellos evacuados por el accidente atómico que, una vez completadas las labores de descontaminación, podrían regresar a sus casas.

El titular de Economía, Comercio e Industria explicó en declaraciones recogidas por el diario Yomiuri que “un número cada vez mayor de personas van a decidir no regresar y se van a sentir perdidas”, debido a los altos índices de radiación que aún se registran en muchas localidades adyacentes a la central.

“Ante este problema, nos gustaría prepararnos para una serie de opciones”, entre las cuales estarían los subsidios para la relocalización, explicó Motegi (que también es ministro de Estado a cargo del Accidente Nuclear), tras ser preguntado por las ayudas y soluciones que baraja el Gobierno.

Los comentarios de Motegi se producen después de que el fin de semana el secretario general del gobernante Partido Liberal Demócrata (PLD), Shigeru Ishiba, mencionara en un mitin celebrado en Sapporo (norte) la necesidad de reconocer que muchas de estas personas no podrán regresar a sus hogares.

“Alguien tendrá que decir en algún momento que esta región (en torno a la central) es inhabitable”, comentó Ishiba, al tiempo que aseguró, que el Gobierno ofrecería “compensaciones”.

52.000 personas
Unas 52.000 personas que residían cerca de la central de Fukushima no han podido volver a sus casas desde el accidente causado por el terremoto y el tsunami del 11 de marzo de 2011.

Más de dos años y medio después del accidente, una parte de los evacuados reside en casas temporales construidas por el Gobierno y la otra en apartamentos cuyo alquiler sufraga la administración.

Las órdenes de evacuación aún están en vigor en once municipios que bordean la central.

En función de los niveles de radiación que se registran, hay zonas donde el acceso está terminantemente prohibido, y otras, con menor concentración de materiales contaminantes, donde se puede acceder durante el día, pero no se puede pernoctar.

El último hombre de Fukushima

Keigo Sakamoto es la única persona que no huyó de las tierras junto a la planta nuclear, donde vive con 500 animales.

Muy cerca de la planta nuclear de Fukushima un hombre vive en tierra de nadie. Keigo Sakamoto, de 58 años,  es el último habitante de estas tierras junto sus más de 500 animales. El único, como él mismo dice, de entre los más de 150 mil vecinos que no huyó tras el desastre de Fukushima. "Si me hubiera ido, ningún animal habría sobrevivido", dice.

Aislado ha sobrevivido estos dos años con los niveles de radiactividad por las nubes, sobretodo al principio. Muchos de sus conejos, perros, marmotas o gallinas murieron de hambre, pero los supervivientes se han multiplicado. Dos veces a la semana acude a una ciudad cercana donde un supermercado y una tienda de mascotas le proporciona comida. Sakamoto necesita una tonelada de comida al mes.

Así vive el último habitante de Fukushima. Una zona a la que sólo entran los trabajadores de la central  por el día. Al caer la noche Sakamoto vuelve a quedarse sólo junto a su fauna.

Fukushima, un problema de salud mental más allá de la radiación

"Para olvidar la ansiedad, mucha gente bebe. El alcoholismo ha aumentado mucho, y los que no beben, caen en la depresión", explica un psiquiatra nipón.

Estrés, ansiedad y miedo. A esto se enfrenta la población de la región nipona de Fukushima por la incertidumbre ante la radiación, más de dos años y medio después de que un tsunami arrasara la costa nordeste de Japón y causara el mayor accidente nuclear de las tres últimas décadas.

"Desde que se produjera el accidente, 57.000 personas han abandonado Fukushima, mientras que las que se han quedado tienen que vivir con la duda de si su decisión fue la mejor o de si viven o no en un lugar seguro, lo que les produce estrés", explicó a Efe Tsuyoshi Akiyama, director del departamento de Psiquiatría del Hospital Kanto, en Tokio.

Akiyama participó esta semana en Viena en el Congreso Internacional de la Asociación Mundial de Psiquiatría, en el que ofreció una ponencia sobre Fukushima. Más allá de los fenómenos relacionados con la contaminación radiactiva derivada del accidente, el Gobierno japonés tiene que lidiar con un problema de salud pública también difícil de detectar: el incremento de trastornos de salud mental.

"Con el fin de olvidar la ansiedad, mucha gente bebe. Las tasas de alcoholismo han aumentado radicalmente, y los que no beben, caen en la depresión", agregó Akiyama.

Según el experto, estos problemas vienen de la "angustia" y el "miedo" que siente la gente, lo que ha llevado a la "construcción de un estigma" que está marcando las vidas de los que se quedaron.

La incertidumbre sobre el riesgo que existe para los habitantes de Fukushima, el "peligro invisible" propio de un accidente nuclear o la separación de los miembros de numerosas familias han abocado a muchas personas a la depresión y la ansiedad.

"Mucha gente vive episodios de estrés por el miedo a contaminar a otros, a comer alimentos de Fukushima, por los rumores de que nadie podrá sobrevivir o las alertas para que las mujeres de allí no tengan hijos", dijo el psiquiatra. "Este estigma, al final, acaba dañando la salud", subrayó.

Junto a otros expertos, Akiyama participa en el "Proyecto Fukushima", un grupo de investigación financiado por el Gobierno nipón para estudiar la salud mental de los ciudadanos de la región y buscar soluciones que "acaben con el estigma".

Diversos estudios afirman que, tras un desastre natural, que la salud mental de las víctimas mejore con el tiempo o se agrave depende del grado de respuesta y de ayuda recibida para recuperarse de los daños.

En Fukushima, la situación actual no parece distar mucho de la que describieron 1.495 trabajadores de la planta nuclear en un estudio realizado entre mayo y junio de 2011 por la Academia Militar de Medicina de Japón.

En aquel momento, el 46,6 % de los trabajadores de la planta nuclear accidentada presentaron síntomas de estrés psicológico debido a la evacuación de sus viviendas, por haber estado a punto de morir, por la visión de las explosiones de hidrógeno, la pérdida de bienes por el tsunami y la muerte de familiares o compañeros de trabajo.

Algo similar ocurrió después del accidente nuclear de Chernóbil en 1986 en Ucrania, cuando aumentaron un 20 % las muertes ligadas a la salud mental durante el año posterior al desastre, según una investigación de la psiquiatra Evelyn J. Bromet, de la Universidad de Stony Brook (Nueva York, Estados Unidos).

En aquel informe, Bromet explicaba que se duplicó el número de casos de estrés postraumático tras el desastre entre el personal de limpieza y los adultos que vivían en áreas contaminadas, a causa de la exposición a la radiación.

Sobre Chernóbil, la Organización Mundial de la Salud llegó a advertir de que "el impacto psicológico podría superar a las consecuencias radiactivas directas del accidente en términos de riesgo para la salud". "Aunque el aumento de la ansiedad, el consumo de alcohol y la depresión sean fenómenos compartidos con Chernóbil, la situación no es la misma" en Fukushima, defendió Akiyama.

"Chernóbil ocurrió durante la era soviética, el accidente era un tabú y no se dejaba que la gente hablara del tema, mientras que en Japón sabemos lo que ha pasado y estimulamos a la gente a que hable de ello y tome conciencia", señaló.

"Llevamos a cabo terapias con lecturas de textos, talleres de teatro para estimular los sentimientos de los participantes", precisó. "Buscamos establecer una metodología razonable para ayudar a los residentes a vivir con esa ansiedad, que va a existir de todas maneras, para que puedan llevar una vida saludable y que los miembros de la comunidad se ayuden entre sí", destacó.

Con todo, el especialista aseguró que hasta dentro de cinco o diez años los problemas mentales de la sociedad no desaparecerán. Hasta ese momento "no se tendrán datos fiables sobre si ha habido una incidencia mayor del cáncer o no en la población, por lo que el miedo seguirá hasta entonces", concluyó.

Un diputado japonés rompe el tabú de implicar al emperador en política

Taro Yamamoto entrega a Akihito una misiva expresándole sus temores sobre las repercusiones para la salud del desastre nuclear de Fukushima.

Un diputado japonés entregó el jueves una carta al emperador Akihito expresándole sus temores sobre las repercusiones para la salud del desastre nuclear de Fukushima, rompiendo el tabú de intentar implicar al emperador en política.

Taro Yamamoto, que es también activista antinuclear, entregó a Akihito la carta durante una fiesta en un jardín, desatando una oleada de protestas en Internet de los críticos a los que esta acción sorprendió. "Quería hablarle directamente al emperador sobre la situación actual", dijo Yamamoto a los periodistas, en referencia a la crisis en la planta nuclear de Fukushima, situada al norte de Tokio y que ha sufrido fugas radiactivas desde que se vio gravemente afectada por un terremoto y un tsunami el 11 de marzo de 2011.

"Quería que supiera de los niños que han sido contaminados por la radiación. Si esto continúa, habrá impactos graves para la salud", añadió. Akihito inclinó su cabeza al tomar la carta en la mano pero luego se la entregó a un chambelán cercano. Yamamoto dijo que no hizo comentarios.

Aproximadamente 150.000 personas fueron evacuadas de la zona de alrededor de la planta, que sufrió una serie de explosiones y fusiones. Está prohibido el acceso a una amplia zona de la tierra aledaña por la elevada radiación. Científicos de la ONU dijeron este año que la evacuación ayudó a frenar los crecientes riesgos de cáncer y otros problemas de salud.

Se han hallado rastros de contaminación radiactiva en arroz y bastante adentrado el océano Pacífico. Akihito, que cumple 80 en diciembre, tiene un papel meramente ceremonial y permanece al margen de la política. El emperador se ha esforzado por acercar la familia imperial al pueblo. Los conservadores japoneses le adoran, mientras que otros muchos sienten profundo afecto hacia él.

Algunos japoneses ven irrelevante tener una familia real. Algunos críticos en Internet pidieron la dimisión de Yamamoto y su marcha del Parlamento. "Fue realmente muy bajo", escribió un crítico en un foro en la web. El jefe de la secretaría del gabinete, Yasuhide Suga, también mostró su rechazo.: "Existe una línea de comportamiento adecuado para cada ocasión".

Fuente:
El último hombre de Fukushima, 05/11/13, La Vanguardia. Consultado 06/11/13.
Fukushima, un problema de salud mental más allá de la radiación, 06/11/13, La Vanguardia. Consultado 01/11/13.
Un diputado japonés rompe el tabú de implicar al emperador en política, 01/11/13, La Vanguardia. Consultado 06/11/13.

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