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Villa Yacanto. Juan Pereyra, parado donde estaba su casita, vecina al aserradero donde trabajaba. Todo se quemó. |
Los incendios en la provincia de Córdoba eran previsibles y, si bien resulta difícil evitarlos, sí es posible mitigarlos con políticas de seguridad ambiental y acciones de concientización.
Alguna vez deberemos preguntarnos por qué a los argentinos siempre nos sucede lo peor que esperamos, tal y como lo esperábamos, para sentirnos luego inevitablemente obligados a reconocer que sucedió lo que todos sabíamos que sucedería. Y los incendios ocurridos en la provincia de Córdoba en los últimos días, cuyas consecuencias perdurarán en el tiempo, no son la excepción a esta regla no escrita.
Desde hace meses los meteorólogos advertían sobre una pronunciada sequía y un alto riesgo de incendios, datos que parecen haber sido, si no ignorados, por lo menos subestimados. Súmesele a lo anterior una inusual concentración de combustible reseco, consecuencia de un invierno demasiado benigno y de centenares de miles de troncos caídos luego del tornado de hace dos años, y los ingredientes para el desastre estarán servidos. Claro que hasta lo inevitable puede ser mitigado con acciones oportunas. Y, por cierto, las acciones oportunas deberían ser encaradas por funcionarios no menos oportunos.
Un largo tiempo ha pasado desde que el tornado abatió, en el valle de Calamuchita, miles de coníferas que yacían en el suelo a la espera de una chispa, sin que a nadie se le ocurriera orquestar un plan de recuperación de ese material. Pero se sabe, además, que el 95 % de los incendios forestales son producto de la acción humana, lo que obligaría a extremar las medidas de prevención, materia esta que hace a una política de seguridad.
Si se quisiera inventariar la estupidez humana, el tema de los incendios permite un buen ejercicio: están los que piensan que el pasto mejora tras una quema, los que prefieren quemar todo rastrojo, los que incendian el monte porque no obtienen permiso para desmontarlo y los otros, los que sencillamente no están en sus cabales. Pero esto, huelga mencionarlo, ya lo sabíamos.
También lo sabían los funcionarios, que deben extremar los planes de prevención, detección y control. Y hasta la Justicia, la que debe sancionar de manera ejemplar a los responsables. Las campañas de concientización que se basan en unos cuantos spots televisivos no parecen ser la manera más eficiente de mentalizar a la ciudadanía sobre la gravedad de la cuestión.
Todos pagaremos las consecuencias del incendio, porque lo ha sufrido el medio ambiente. La voladura de suelos, la no retención del agua de las lluvias y el daño a las especies no nos dejarán indemnes. Señalar hoy que esto ocurre en todo el mundo es un pésimo consuelo que nadie debería esgrimir como respuesta ante la pregunta de si el año que viene o el próximo otra vez dependeremos de la abnegación de los bomberos y de la solidaridad de algunos héroes anónimos.
Queda claro, una vez más, que ha sucedido lo esperable, porque poco y nada hemos aprendido de experiencias anteriores y volveremos a compartir la sensación de haber fracasado.
De los pinos caídos a los quemados
A fines del año pasado, dos vendavales tiraron más de un millón de pinos en Calamuchita. Se extrajo alrededor del 60 por ciento de esa madera. El resto quedó en los suelos y sumó carga combustible que agravó los incendios en esa zona. Todos estaban advertidos.
por Fernando Colautti
El valle de Calamuchita perdió en los últimos meses la mayor parte de los pinos que mostraba en sus forestaciones de montaña. En octubre y en noviembre pasados, dos vientos huracanados dejaron por el suelo más de un millón de esos árboles, de entre 10 y 40 años de antigüedad, cuyo destino era la industria forestal. Ahora, se quemaron mucho más de un millón de ejemplares.
De aquel millón de árboles caídos, se recuperó alrededor del 60 por ciento. El resto quedó en los suelos, sumando una carga combustible notable.
El incendio de estos días que arrasó miles de hectáreas de pinares no se inició por esa madera esparcida. Pero no hay habitante serrano ni bombero que no repita por estas horas que el fuego agravó su voracidad por esa carga adicional.
En dos notas publicadas en La Voz del Interior en abril y en julio pasados, se advertía de los riesgos que representaba esa madera. Entonces, lo admitían también desde el Plan Provincial de Manejo del Fuego y desde la Federación de Bomberos, por ejemplo.
Carlos Morales, de la Cámara de la Madera de Córdoba, estimaba en julio pasado que se había retirado hasta entonces la mitad de lo caído y que lo que quedaba ya estaba degradado y sin calidad para comercializar. En esos meses, los aserraderos de la zona trabajaron casi solamente con esa madera y no con nueva cortada.
Por entonces, la cámara de empresarios forestales había solicitado a la Provincia ayuda para retirar lo restante.
Esta semana, tras los incendios, vecinos de Villa Alpina se quejaron de que había en esa zona pinares impenetrables, cuyos dueños nunca ralearon ni crearon calles cortafuegos. Buena parte de esas forestaciones hoy son cenizas.
Sebastián Martínez, dueño de dos aserraderos en Villa Yacanto, admitió que uno de los agravantes del voraz incendio, fue esa carga de madera no removida de los bosques.
“La Provincia había prometido ayuda para sacar los troncos, pero nunca llegó. Esperemos que ahora cumpla con estos anuncios de asistencia para reconstruir lo que se perdió”, apuntó. Martínez justificó que a los emprendimientos forestales se les hacía complicado extraer esa madera. “Cada uno hizo lo que pudo”, opinó.
En tanto, el agrónomo y asesor de proyectos de forestación Fernando Martínez, marcó que “al menos un 40 por ciento de lo caído” quedó en los suelos y lo atribuyó a varios factores. Citó “la falta de capacidad operativa y de camiones, el mal estado de los caminos, la falta de control estatal y el retraimiento de la economía, que bajó el consumo de madera y la actividad de los aserraderos este año”.
El especialista opinó que “la obligación de retirar esos restos es del dueño de los campos, pero la del Estado es controlar y exigir que lo hagan, y crear las condiciones para eso, ante el riesgo que representaba. Y no se hizo”.
Martínez señaló que en la última década no hubo nuevas implantaciones de pinos, y que entre lo extraído, lo caído y lo quemado en sucesivos incendios, en Córdoba queda madera en pie “apenas para seguir manteniendo por unos años la industria forestal”.
Forestaciones implantadas, en caída
Antes. Décadas atrás, entre Calamuchita y parte de sus departamentos vecinos hubo unas 35 mil hectáreas forestadas con pinos.
En 2004. Un relevamiento, ese año, estimó que había unas 18 mil.
En caída. La extracción es mucho mayor que la implantación.
Vendavales y fuego. Las tormentas de 2012 habrían volteado más del 20 por ciento. Se cree que los actuales incendios quemaron unas siete mil hectáreas. Si es así, quedarían unas ocho mil en pie.
Se normalizó la atención en el hospital Domingo Funes
Debido a la proximidad del fuego, habían sido evacuados más de 50 pacientes.
Cosquín. Los 51 pacientes que fueron evacuados de manera preventiva el lunes pasado del Hospital Domingo Funes, debido a la proximidad del fuego que arrasó las sierras en la zona, retornaron en las últimas horas al establecimiento público ubicado sobre la ladera de la montaña este en Santa María de Punilla.
Gustavo Dellamaggiore, director del complejo sanitario -tal vez el más importante de Punilla-, le aseguró a La Voz del Interior que “la actividad se normalizó completamente”.
El hospital de carácter generalista tiene una cobertura que abarca a 50 localidades de la región, que suman unas 250 mil personas.
Dellamaggiore también comentó que los médicos y auxiliares de la salud asistieron a varias personas en el mismo escenario de los incendios, con aplicación de oxígeno, hidratación y curaciones menores y que no hubo necesidad de derivar a nadie por problemas mayores.
Zona de fuego
Esa zona de Punilla vivió momentos de mucha tensión como consecuencia del fuego que se desató en las sierras desde el fin de semana.
De hecho, en las inmediaciones del Pan de Azúcar, en Cosquín, en un momento debieron evacuarse a 40 personas.
El corredor Cosquín-Bialet Massé-La Calera sufrió distintos focos de incendios que obligaron a un trabajo permanente de los bomberos y de las autoridades sanitarias.
Incluso, al final de la tarde de ayer se desató un incendio de importancia en la zona de Molinari, también cercana a la ciudad de Cosquín, sobre la ruta 38.
Mientras tanto, era reservado el cuadro general de salud de las dos personas internadas en grave estado en la ciudad de Córdoba
Isidro Pelliza (49), que ingresó con traumatismos de cráneo y tórax al caerle un tronco cuando intentaba contrarrestar el fuego en su complejo de cabañas de Calamuchita, seguía internado en terapia intensiva en la Clínica Privada Vélez Sarsfield. Recibe asistencia respiratoria y su pronóstico es “altamente reservado”, informó María Hessel, directora médica del sanatorio.
En el caso de Carlos Pallen (25), quien sufrió quemaduras en el 38 por ciento de su cuerpo cuando se incendió su casa de Salsipuedes, se encuentra en el Servicio del Quemado del Hospital Córdoba, en coma farmacológico y con respiración asistida.
Atención y docencia
El Domingo Funes también atiende a pacientes que llegan de La Rioja y Santiago del Estero. Cuenta con médicos de guardia activa las 24 horas del día en distintas especialidades y cumple funciones de formador de posgrado para graduados de la UNC.
Otro herido grave por los incendios en Córdoba
Es un hombre al que se le cayó un pino cuando ayudaba a extinguir un incendio. Hay otros tres heridos en estado crítico y un bombero con lesiones.
Un hombre de alrededor de 30 años sufrió graves heridas este miércoles a la tarde al ser alcanzado por la caída de un pino en una forestación del paraje San José, cerca de Villa Yacanto, en Calamuchita
Cuando ayudaba a extinguir un incendio, un tronco de pino se desplomó y le impactó en la cabeza.
El hombre fue identificado como Luis Gigena, quien vive en Santa Rosa de Calamuchita. Está internado en Córdoba, en terapia, y su estado es reservado.
El paraje había sufrido el paso del fuego y mantiene algunos focos menores pero activos.
Una veintena de personas, entre bomberos, lugareños y personas colaboradoras trataban de sofocar esos fuegos remanentes.
En Calamuchita, el ministro de Seguridad Alejo Paredes, había señalado que existían cuatro heridos: los dos que se conocían, internados en terapia intensiva en Córdoba, y dos vecinos de Villas Ciudad de América, en la zona del lago Los Molinos.
Esos otros dos heridos son padre e hijo que fueron alcanzados por el fuego cuanto intentaban ayudar para sofocarlo.
La Provincia informó este miércoles que un bombero resultó herido. El joven de 29 años fue derivado a hospital de Santa Rosa de Calamuchita. Además, otros bomberos debieron recibir asistencia médica tras ser atacados por víboras.
Casi sin bomberos, los vecinos combatían el fuego
Entre tantos focos de fuego en el valle de Paravachasca, uno complicado comenzó el martes y seguía ayer.
Fue en el camino entre las comunas de La Paisanita y Los Aromos. El inicio pareció tímido pero en minutos las llamas devoraban pastos y montes. En la tarde de ayer aún estaba prendido. Trabajaron en el lugar una autobomba y un grupo de bomberos que iban y venían desde y hacia otros focos en la región.
Como en tantos otros puntos, como los bomberos no daban abasto, aparecían los vecinos. Durante todo el día, hombres y mujeres sin capacitación ni elementos lucharon contra el fuego. Por la noche, con el fuego activo, quedaba sólo un bombero. Y las llamas, a 500 metros de varias casas. “Los vecinos ya se habían autoevacuado”, apuntó Pablo Rodríguez, habitante del lugar.
Liliana Camia, propietaria de un camping en La Serranita, señaló que su hijo junto con otros amigos estuvieron ayudando a los bomberos “porque no daban abasto”. “En su camioneta trasladaron a bomberos y pudieron rescatar a siete personas”, dijo.
Por su parte, Rodríguez apuntó que “mucha gente no estaba preparada para trabajar de manera articulada y sin embargo, se quedó para ver qué podía hacer y cómo colaborar”. Incluso los propios vecinos hicieron las guardias de cenizas por turnos, para vigilar que no hubiera reinicios. Los bomberos debían atender otros focos.
Tres historias entre el infierno de Yacanto
Juan Pereyra es misionero y peón de un aserradero en Carahuasi, cerca de Villa Yacanto, en Calamuchita.
Ese aserradero se quemó por completo y la vecina y precaria casa de Juan fue consumida por las llamas. Su perro murió bajo una cama.
A cientos de metros de ese lugar, Sebastián trataba ayer con algunos colaboradores de apagar pequeños focos que habían quedado prendidos tras el paso arrollador de las llamas. En su campo cría ganado y tiene una forestación de pinos. “El paisaje es otro, todo negro, lleno de cenizas. Estamos caminando sobre el piso caliente. El lunes vinimos a tratar de hacer algo pero era imparable. Rompimos alambrados y soltamos vacas y caballos, algunos se salvaron huyendo y otros murieron acá”, señaló. Una casita también resultó quemada, como los pinos que la rodeaban.
Unos kilómetros más allá, ya en Villa Yacanto, Sebastián Martínez vio hacerse humo los dos aserraderos de su familia. “Se quemó todo, sólo salvamos dos camiones y dos palas. Sentimos una gran impotencia, estaban los bomberos y como 70 vecinos pero no había agua para parar eso”, dijo, y lamentó que no llegaran más refuerzos a tiempo a esa zona.
“De un lado teníamos al diablo y del otro a Dios, porque no falleció nadie. No se podía creer que el fuego entrara por tantos lados al pueblo; no era un solo frente, eran muchos, fue terrible ”, comentó amargado.
La familia Martínez tenía dos aserraderos, uno pegado al otro, que fueron consumidos casi en su totalidad. Sebastián dice ahora que intentarán reconstruir uno, aunque aclaró que después de esto “queda poca madera en Calamuchita”.
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Por ahora, el clima da una tregua a los incendios en CórdobaFuentes:
Lo que revela el fuego, 12/09/13, La Voz del Interior. Consultado 12/09/13.
Fernando Colautti, De los pinos caídos a los quemados, 12/09/13, La Voz del Interior. Consultado 12/09/13.
Se normalizó la atención en el hospital Domingo Funes, 12/09/13, La Voz del Interior. Consultado 12/09/13.
Otro herido grave por los incendios en Córdoba, 11/09/13, La Voz del Interior. Consultado 12/09/13.
Casi sin bomberos, los vecinos combatían el fuego, 12/09/13, La Voz del Interior. Consultado 12/09/13.
Tres historias entre el infierno de Yacanto, 12/09/13, La Voz del Interior. Consultado 12/09/13.
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