por Lea Ross
El kirchnerismo se vuelve tan líquido como el petróleo. Y su
liquidez se luce cada vez más acelerado. Así, lo que podría ser como un cuento
de terror para aquellos que se movilizaron por la recuperación de la soberanía
hidrocarburífera, debería de ser una película de terror para ellos. Y sin
embargo, el silencio es el resguardo más seguro para la felicidad.
En el día martes, luego de recibir un aval por parte de la Suprema Corte de
Justicia (incluyendo la firma del propio Ricardo Lorenzetti, que según parece
su extensa trayectoria por escribir y dictar clases sobre resguardo ambiental
quedó medio empantanado), se decretó una de las mayores aberraciones en materia
de soberanía. Comparable con el emprendimiento de Pascua Lama, hoy estancada
por la justicia chilena, y que en la práctica, este proyecto de la Barrick Gold
generaría uno de los mayores puntos centrales de despojo en el continente
latinoamericano. Algo así como “las minas de Potosí” del siglo XXI.
La supuestamente nacional y popular YPF y la corporación
Chevron, uno de los pilares para mantener a la familia de los Rockefeller
dentro del capitalismo, sellaron el acuerdo para la explotación de la reserva
neuquina de Vaca Muerta. Las perforadoras ya se encuentran en la zona norte de
la misma y, durante la primera fase, se extraerán 10 mil barriles diarios de
petróleo en 100 pozos. Y en la segunda parte, se alarga: 1500 pozos para
extraer 50.000 barriles de petróleo y gas. Esto se realizaría en 2017.
“Vaca Muerta es un activo de clase mundial y se ajusta
perfectamente a nuestro sólido porfolio de recursos no convencionales” dijo
John Watson, presidente de la
Chevron , según la página web de YPF. “Este acuerdo es,
también, una demostración de confianza por parte de una gran empresa
internacional”, señaló Miguel Galuccio, CEO de YPF.
John Watson fue quien realizó los esfuerzos en el año 2000
para la compra de Chevron a la empresa Texaco. Esta misma fue declarada
culpable de ser la responsable de uno de los mayores ataques al medio ambiente,
realizada en Latinoamérica, en los últimos años. Durante décadas en la selva de
Ecuador, se arrojaron 650 mil barriles de petróleo en los arroyos y tierras de
la región selvática, como así también miles de litros de agua que habían sido
utilizados para la extracción del crudo, provocando la degradación de la
fertilidad de los suelos. Al tratarse de un área de 2 millones de hectáreas,
centenares de campesinos e indígenas perdieron sus modos de vida. Como así
también sus propias vidas, producto del cáncer. Por todo eso, la justicia
ecuatoriana ordenó a Texaco la indemnización de 19 mil millones de dólares. Al
tratarse de una cifra sideral, tanto la justicia norteamericana como la
ecuatoriana otorgaron un aval para que sea la Chevron en general la
encargada de pagar lo faltante. Esto provocó un freno en los intentos por
avanzar en Vaca Muerta. Hasta que llegó la resolución de la Suprema Corte de la Argentina.
El ex galán de los spots de Repsol, Miguel Galuccio, es una
sustancia vomitiva tanto desde lo verbal como desde lo visual. Su apoyo, tanto
desde lo discursivo como desde un apretón de manos congelados por la cámara,
con los principales referentes de la multinacional lo aleja con alevosía a la
imagen teórica de Enrique Mosconi, uno de los pocos que se enfrentó a las petroleras
de los Rockefeller, que en aquel entonces era la Standard Oil.
El petróleo es el monopolio del capitalismo por excelencia,
expresaba Galeano en las Venas Abiertas. Y más aun con el novedoso método del
fracking. Impulsado por el compañero de fórmula de la primera gestión de George
W. Bush, “Dick” Cheney, se logró impulsar la extracción de hidrocarburos no
convencionales, mediante una laguna legal para evitar la aplicación de algunos
artículos de la preservación del agua en Estados Unidos. Por algo será.
El fracking ha sido, y lo sigue siendo, polemizado y
prohibido en distintos puntos del planeta tanto en el territorio norteamericano
como europeo. No es de extrañar que las multinacionales quieran su aplicación
en nuestro continente.
Y más aun cuando se trata de tantos beneficios a nivel
nacional. El decreto presidencial 929 de “Promoción de Inversión para
Explotación de Hidrocarburos” trata de una serie de beneficios para el despojo.
En su artículo 6, establece el beneficio de la libre comercialización del 20
% de los hidrocarburos del país hacia el exterior, sin ningún freno de
retención, ni alícuota, con completa disponibilidad del uso de divisas. Por si
esto fuera poco, en su artículo 9, las provincias podrán agregar más beneficios
si así lo quisieran.
En estos momentos, uno de los pozos se encuentra tomado por
una comunidad mapuche. “Porque estamos cansados/as de pedir que nos informen y
nos consulten sobre los avances dentro de nuestras comunidades ya que seremos
los/as principales afectados/as, hoy estamos ocupando instalaciones de Chevron
que están ubicadas dentro de la comunidad mapuce Campos Maripe” señalaron en un
comunicado. La medida de protesta está siendo impulsada por la Confederación Mapuce
de Neuquén.
Durante el acto por los 400 años de la Universidad Nacional
de Córdoba, la presidenta Cristina Fernández abdujo a la figura de Deodoro Roca
como un ejemplo a seguir. Deodoro fue una de los intelectuales de nuestro país,
junto con Mosconi, que denunciaba al “leviatán” del Standard Oil como parte de
la estratagema del “imperialismo invisible”. Hoy, de la misma familia de los
Rockefeller, la Chevron
apunta sus manos con sangre a la primera fase del operativo: una superficie de
tan solo 20 kilómetros
cuadrados. Como un chiste de pésimo gusto, esa área se llama General Enrique
Mosconi. Más que un chiste, una metáfora: allí se perforarán los primeros 100
pozos.
Fuente:
Lea Ross, La soberanía está perforada, 17/07/13, ECOS Córdoba.
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