Diferentes estudios científicos reflejan cómo el fuego
reduce la diversidad de aves, reptiles y mamíferos.
Sin manera de escapar, árboles, arbustos y hierbas son los
que más padecen un incendio. Inmediatamente después del fuego, la ceniza cubre
el suelo. No se observan tonos verdes. Sólo después de las lluvias de verano
los árboles rebrotan (ver gráfico).
- Interactivo: Lo que se lleva el fuego
Cuando el bosque se incendia no sólo se arruina el paisaje,
también el hábitat de muchas especies animales. En 2012, el fuego afectó a más
de 10 mil hectáreas de la provincia, buena parte en el bosque nativo. Fue el
año con menos incendios en dos décadas.
Sin embargo, tras el fuego el daño se prolonga en el tiempo
y la recuperación es lenta. En los últimos 10 años el fuego abrasó cerca de 600
mil hectáreas cordobesas.
Un trabajo de la cátedra de Silvicultura de la Facultad de Ciencias
Agropecuarias de la
Universidad Nacional de Córdoba (UNC) estudió la población de
árboles, arbustos y hierbas de sitios incendiados en diferentes años y los
comparó con bosques cercanos sin fuego.
En un predio donde el incendio ocurrió hace dos años, se
contabilizaron 39 especies frente a las 43 en el sitio sin quemar. En la zona
con un incendio de nueve años de antigüedad se registraron 19 especies y 29 en
el sitio sin quemar.
“Si bien la riqueza de árboles no se vio modificada por el
incendio, la de arbustos fue sustancialmente menor aun nueve años después de
ocurrido”, concluye el trabajo.
Muchos árboles no mueren y pueden rebrotar, pero la
principal pérdida por el fuego es el dosel, la parte alta de los árboles y
arbustos. Sólo quedan sus troncos y algunas ramas con signos de vida.
Por ejemplo, tras nueve años del incendio la cobertura del
molle de beber fue del 2 % contra el 26 % del lote sin
signos del fuego.
Las copas de los árboles y arbustos generan un microclima y
un hábitat propio del bosque. Es el hogar de animales. El fuego transforma su
hogar y muchos no regresan.
“Da tristeza ver los bosques incendiados. Se van
empobreciendo estructural y botánicamente. En el caso más extremo, pierden su
identidad y se transforman en un pastizal”, cuenta la bióloga Laura Bellis. El
grupo de esta investigadora estudió las poblaciones de aves en bosques
incendiados en las Sierras Chicas.
En un predio sin evidencias de fuego en las últimas seis
décadas, contabilizaron 41 especies de aves. En otro cercano pero que en la
última década había sufrido seis incendios registraron 17 especies, el 41,5
%.
No sólo se pierde diversidad, sino también abundancia. La
cantidad de aves registradas en el bosque sin incendios fue de 350 y ese número
se redujo a un tercio en el bosque incendiado. Avistaron 114 ejemplares.
“La simplificación del hábitat que provoca el fuego reduce
la diversidad de alimentos disponibles y disminuye las poblaciones de aves que
comen néctar (colibríes y picaflores), omnívoros (zorzales) y frutos de árboles
e insectos de la corteza (canasteros, curutiés, piojitos)”, comenta Bellis.
Desaparecen por completo las especies que cazan en vuelo
(mosquetas, viuditas, burlistos) debido a las falta de árboles donde posarse. También las especies que habitan en las copas más altas como el fiofío pico corto.
Sólo regresan aves más generalistas que viven en espacios
abiertos como palomas, curucuchas, chingolos y cotorras.
Algunos reptiles también sufren el incendio. Nicolás Pelegrín,
del Centro de Zoología Aplicada de la
UNC , censó la población de lagartijas en un predio incendiado
hace 14 años en Chancaní.
Detectó que la población había disminuido un 80 %
al comparar con una zona de la reserva sin incendios. “Había 11 especies en el
bosque intacto y 9 en el incendiado que ahora es un pastizal de tres metros
de altura. Pero en algunas especies había una reducción de hasta 95 %
en la cantidad. El fuego cambió el paisaje”, comentó Pelegrín en 2011 a La Voz del Interior.
Cuando un bosque se convierte en pastizal, a las lagartijas
se les dificulta circular por suelos llenos de estas hierbas. “Además, los
pastizales tienen una gran amplitud térmica. Son muy fríos y cálidos, un
inconveniente para los lagartos”, explicó el biólogo.
No hay estudios específicos sobre mamíferos en los bosques
autóctonos de Córdoba. No obstante, Ricardo Ojeda, investigador del Conicet en
Mendoza, ha estudiado ambientes similares en Cuyo.
Ojeda explica que los incendios intensos generan pastizales,
lo que permite que prosperen especies de mamíferos pequeños y medianos
habituados a espacios más abiertos y más generalistas en sus costumbres como
maras, conejos de los palos, lauchas colilarga o vizcachas de las pampas.
Suelo estéril. Tras el incendio, el suelo pierde humedad por
evaporación. Esta situación perdura con los años, porque no hay cobertura en el
suelo ni copa en los árboles que sirvan de techo.
El material orgánico en el suelo es abundante tras el
incendio, por los ejemplares muertos. Con el tiempo este material va
desapareciendo. “Esto evidencia la interrupción en el retorno de carbono al
suelo”, señala una investigación
de Adriana Abril, de la Facultad de Ciencias
Agropecuarias de la UNC.
Justamente, el humus, la capa superficial del suelo, es
cinco veces más delgado en sitios incendiados. “Al perder la vegetación por
acción del fuego, quedan expuestos a insolación, acción del viento y
escorrentía”, señala el trabajo.
Cuando el fuego era un amigo
Antes de que el hombre dejara su sello en
el bosque
cordobés, el fuego era parte del ecosistema.
por Lucas Viano
Antes de que el hombre dejara su sello en
el bosque
cordobés, el fuego era parte del ecosistema.
Los incendios eran menos intensos, circunscriptos a los
pastizales y con llamas más bajas que no alcanzaban a los árboles. Servían para
renovar las hierbas luego de que estas se secaban. Los animales estaban
acostumbrados a este ciclo que equilibraba los niveles de carbono para evitar
incendios implacables.
Pero la ganadería comenzó a dispersar especies leguminosas,
como espinillos y algarrobos. Donde hay arbustos, no crece el pastizal. Y
los
arbustos generan fuegos más intensos y altos, que alcanzan a los árboles. Se
quema todo el bosque.
Estos nuevos fuegos no son tan amigos del bosque. Las
arbustos y pastizales desaparecen y se pierde la copa de los árboles. Se
desintegra el hogar de la fauna cordobesa.
El fuego, como el desmonte, altera los servicios ambientales
que este ecosistema brinda al ser humano.
Los bosques retienen el agua para evitar sequías e
inundaciones, purifican el aire, mitigan las tormentas de viento. Son todos
problemas que afectan a los cordobeses.
El hombre rompió el equilibro de estos paisajes que también
incluían el fuego. Al cambiar el bosque, ahora sufre los efectos.
Fuente:
Incendios: tras el fuego, regresa sólo un tercio de la fauna, 06/07/13, La Voz del Interior.
Lucas Viano, Cuando el fuego era un amigo, 06/07/13, La Voz del Interior.
Lo que se lleva el fuego, 06/07/13, La Voz del Interior.
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