Dioxitek tiene sus días contados en la ciudad de Córdoba. Su
permanencia no puede demorarse más allá de los plazos establecidos en el
acuerdo firmado entre las autoridades municipales de Córdoba y la empresa.
por Juan Carlos Villalonga
Son innumerables las ocasiones en las que el sector nuclear
ha intentado eludir las restricciones legales que se han adoptado en
jurisdicciones locales, provinciales o incluso, a nivel nacional. Muchos
recordarán el intento por eludir la prohibición constitucional de ingresar
residuos radiactivos al territorio nacional desde el exterior.
El conflicto que se generó con Australia motivó que, en
2004, el Congreso Nacional fuera presionado para aprobar un increíble tratado
bilateral para generar un salvoconducto a la empresa Invap.
Cuando tenemos en cuenta ese tipo de antecedentes, no
extraña lo que ahora ocurre con la Carta Orgánica de la ciudad de Río Tercero y el
intento de radicar allí Dioxitek, la planta de uranio que tiene sus días
contados en la capital provincial.
Los intentos por violentar las legislaciones que ponen
límites a la expansión de la actividad nuclear suelen encontrar eco en una
dirigencia política que considera que toda norma ambiental es susceptible de
ser flexibilizada de manera discrecional y, en definitiva, no deben interrumpir
ningún negocio. Ejemplos elocuentes de ese comportamiento son también los casos
emblemáticos de la Ley
de Glaciares o de la Ley
de Bosques Nativos.
Es así que por estos días se plantea en Río Tercero, y por
el propio intendente de esa ciudad, la posibilidad de violentar la clara
prohibición existente en su Carta Orgánica municipal aprobada en 2007. Allí se
establecen criterios de ordenamiento y uso del territorio municipal,
especificando que “no pueden radicarse en el mismo centrales, reservorios,
basureros o industrias nucleares” (artículo 55).
Dioxitek tiene sus días contados en la ciudad de Córdoba. Su
permanencia no puede demorarse más allá de los plazos establecidos en el
acuerdo firmado entre las autoridades municipales de Córdoba y la empresa
Dioxitek el 7 de noviembre de 2012. Pero no es la solución trasladar el
problema y multiplicar los conflictos. Recordemos que Dioxitek ya ha sido
rechazada por numerosas localidades que habían sido tentadas de recibir la planta
de uranio.
Argentina tiene todas las posibilidades de dejar atrás estas
actividades altamente contaminantes y con fuerte rechazo social. Tenemos
enormes posibilidades de reemplazar la generación nuclear por fuentes limpias y
seguras de electricidad. Hacerlo es perfectamente posible.
Hace falta que alguien tome la iniciativa política de no
seguir profundizando los conflictos con más minería de uranio, más plantas
nucleares y más residuos radiactivos.
Podemos empezar hoy la transición hacia una nueva matriz de
generación eléctrica. La
Legislatura provincial cordobesa tiene ya un proyecto de ley
para iniciar ese camino. La opción es poner en marcha las soluciones que
necesitamos y nos merecemos o persistir en tecnologías de alto riesgo, caras y
conflictivas, como es el caso nuclear.
Juan Carlos Villalonga es Integrante de la junta directiva de Los Verdes.
Fuente:
Juan Carlos Villalonga, ¿Qué hacer con Dioxitek?, 04/06/13, La Voz del Interior. Consultado 04/06/13.
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